Corría el pasado verano cuando llegaban a su tercer disco, el digno ‘Dreamland’. Y puedo imaginármelos fantaseando con el hipotético éxito de un tema llamado ‘Tokyo Drifting’ en el que contaron con el rapero Denzel Curry. Pero eso no es lo que ha pasado exactamente. La canción que se ha llevado el gato al agua fue el cuarto single ‘Heat Waves’ y lo ha conseguido sin grandes sacrificios comerciales, sin perder su identidad.
‘Heat Waves’ lograba ascender al top 40 británico hace unas semanas, desde entonces no ha dejado de seguir subiendo poco a poco, y ahora mismo la encontramos en el puesto 24. Y su trayectoria también es ascendente en el mismísimo Estados Unidos, donde suben al puesto 69 del Billboard Hot 100, algo insólito para una canción británica sin featurings, ni guiños latinos, ni remix desesperado. Glass Animals se han venido sumando a un bombardeo en su promoción, participando de retos en las redes, añadiendo remezclas de gente como Diplo u Oliver Heldens (no os perdáis su revisión electro, bajo estas líneas), y asegurando que se iban a tatuar Australia en el culo
si conseguían ser número 1 en una emisora del país, algo que han logrado después, siendo top 2 en la lista general de singles. En resumen, 140 millones de reproducciones en Spotify y subiendo.Hay algo en ‘Heat Waves’ que puede conectar generaciones más allá de TikTok; algo en su melodía que recuerda bastante a ‘Smalltown Boy’, el gran hit de Bronski Beat a principios de los años 80. Pero ante todo, ‘Heat Waves’ se ha convertido en un enorme himno de resistencia al confinamiento desde su mismo vídeo, sobre el aislamiento social. El grupo se suele mostrar en las entrevistas desesperado por no poder ofrecer este hitazo en directo y oficialmente Dave Bayley, su autor único, ha considerado el tema «una carta de amor a la música en directo y a la cultura y a la unidad que lo rodea».
Este mes Glass Animals han concedido una entrevista a un medio australiano, en el que explican algunas curiosidades de la canción, como por ejemplo que Johnny Deep estaba rondando casualmente su estudio de grabación cuando la escribieron, tocando un piano. O cuánto les sorprende ver a la gente bailándola en Instagram. Cuenta Joe Seaward: «No creo que haya entendido todo esto bien. Creo que si pudiera ver a la gente hablar de ella, sería más real. Pero es una locura que esto esté pasando y no poder hacer nada al respecto ahora mismo. Es muy surrealista».