Floating Points es conocido por sus impresionantes producciones electrónicas, como las de su reciente álbum ‘Crush‘, pero también por su pasión por el jazz. ‘Elaenia‘, su debut oficial, estaba profundamente influido por este género sin dejar de lado la electrónica cósmica, y Pharoah Sanders quedó maravillado con el disco cuando lo escuchó hace cinco años, lo cual no debe ser nada fácil de conseguir pues, a sus 80 años, Sanders no solo lo ha escuchado todo ya, sino que actualmente lo que más aprecia es el sonido del silencio. En nota de prensa, el sello Luaka Bop recoge estas palabras del músico: «A veces la gente cree que estoy durmiendo, pero en realidad estoy escuchando música en mi cabeza. Siempre lo estoy escuchando todo, escucho los sonidos que hay a mi alrededor, y los que suenan dentro mi cabeza… y a veces sueño».
Estas palabras pertenecen a un (aparente) intercambio telefónico entre Sam Shepherd y Sanders acontecida durante la grabación de ‘Promises’, su disco conjunto. Como decía, Sanders es tan fan de ‘Elaenia’ que, en cuanto lo escuchó, decidió que quería trabajar con el músico británico, sin importar las décadas de años que les separan -por qué iba a hacerlo- ni el hecho que el saxofonista estadounidense, conocido por su trabajo con John Coltrane y por su influyente discografía de cosmic jazz, lleva dos décadas sin publicar un álbum propio como tal. Todo esto deja de importar con la escucha de ‘Promises’, un trabajo de free jazz, ambient y música (neo)clásica que solo puede ser descrito como trascendental. En estos tiempos de aplicaciones para combatir la ansiedad y programas de meditación de Netflix, en los que hasta nuestra paz vital es absorbida por la tecnología, ‘Promises’ suena auténtico. Esto sí apetece compartirlo con tus amigos.
‘Promises’ se compone de una pieza musical de 46 minutos dividida en 9 movimientos. Todos ellos están unidos por el sonido de un arpeggio de siete notas tocado simultáneamente con clavecín, piano y sintetizador y que se repite cada 9 segundos (sí, durante 46 minutos). La melodía creada por este arpeggio es luminosa, divina, esclarecedora, todo un remanso de paz; pero pasa a un segundo plano cuando entran en acción los demás instrumentos, hasta el punto de que prácticamente te olvidas que está ahí, das por sentada su presencia. Sin embargo, la repetición de este arpeggio es clave para la experiencia de ‘Promises’, pues casi sin que te des cuenta te ha hipnotizado por completo, de modo que quedas completamente absorbido por la música, de la que no quieres salir hasta que el disco termine.
La música de ‘Promises’ sigue una línea parecida: mientras el mencionado arpeggio va apareciendo una y otra vez a lo largo del álbum, Sam Shepherd improvisa melodías de piano o sintetizador (el músico está acreditado en hasta 12 instrumentos), Pharoah Sanders ralentiza el tiempo soplando su humeante saxofón y la Orquesta Sinfónica de Londres va decidiendo cuándo aparecer, cuándo no, o cuándo sentar cátedra, momento que le llega en ‘Movement 6’, en el que se levanta con una melodía sinfónica emotiva y escalofriante. De hecho, cada movimiento de ‘Promises’ es identificable por su propia particularidad a pesar de no haber silencios entre pista y pista, por lo que es fácil adivinar en qué punto de la pieza se está sin comprobar los títulos en la pantalla del móvil: ‘Movement 1’ es por supuesto la introducción a todo esto, en ‘Movement 2’ irrumpe un motivo orquestal más tenso e intrigante, y ‘Movement 9’, el último, es el más clásico y pastoral de todos.
Si es difícil hacer una «pieza» de casi una hora que en ningún momento aburra, Shepherd y Sanders hacen que parezca fácil, a lo que ayuda que la Orquesta Sinfónica de Londres nunca sobrepase su poder: mantiene la compostura en todo momento. En ‘Promises’, el balance de repetición e improvisación funciona a merced de un trabajo lleno de espacio en el que Shepherd y Sanders dialogan de manera espontánea, sin pisarse el uno al otro. A veces los teclados despegan como en una producción de James Blake para luego caer al vacío, como los de ‘Movement 3’; otras pasan de volar por el cosmos para después recordar a las rudimentarias producciones proto-electrónicas la BBC Electronic Workshop; como los de ‘Movement 7’, y en ‘Movement 4’, Sanders se atreve a derribar la ilusión creada por el disco acercándose al micro para tararear una boba melodía. En este momento te das cuenta de que ‘Promises’ lo tiene casi todo: emoción, serenidad, drama, dinamismo… y hasta una pequeñísima dosis de humor.