Hace unos años me crucé con Elias Bender Rønnenfelt, cantante de Iceage, en la sala Freedonia de Barcelona (que con lo pequeña que es, igual te cruzas contigo mismo y ni te enteras) cuando el músico danés actuaba junto a su banda paralela, Marching Church. Me impactó su porte robusto pero fantasmagórico, típico de un poeta cansado de la vida pero no del whisky con hielo (normal), y la música de Iceage siempre me ha parecido que suena más o menos a eso: catedralicia pero también enturbiada, sórdida y decadente, como un hospital abandonado y en ruinas al que estás deseando entrar a pesar de que sabes que no es buena idea.
Disco a disco, Iceage se han convertido en uno de los grupos de rock alternativo más queridos del momento (todos y cada uno de sus cinco trabajos han sido «Best New Music» en Pitchfork, incluido este último) a pesar de su pasado coqueteo con ciertos símbolos y estéticas asociadas al fascismo, que ha sido muy criticado desde sus inicios (Iceage han dejado muy claro que son de izquierdas). ‘Seek Shelter’, el nuevo trabajo de la formación danesa, es uno de esos discos de madurez en los que una banda vuelve a asentar las bases de su sonido pero a la vez prueba cosas nuevas, como por ejemplo la estelar producción de Peter Kember (Sonic Boom), que cubre de deliciosa distorsión todas estas canciones.
Las letras vuelven a tomar formas poéticas y rebuscadas para hablar de los males del alma y, así, frases como «cutthroat contract jackleg wildflower / a nettle in the nursery humdrum» abundan en el álbum. Pero la pluma de Elias versa sobre temas universales como el amor, el desamor o la apatía generacional, y por supuesto la pandemia tiene un lugar en el disco vista desde una perspectiva de incertidumbre ante la vida: «nos estrellamos y nos quemamos, voy corto de cosas por las que vivir, libérame de mi sed» es uno de los mensajes que deja ‘Shelter Song’, la épica balada que abre el largo y que, acompañada por un coro gospel portugués, suena a medio camino entre el brit-pop y el ‘Boig per tu’ (¿o estoy loco?).
No es la influencia más sorprendente que es posible hallar en ‘Seek Shelter’. En ‘Beyondless’, su álbum anterior, Iceage introdujeron vientos metales a su sonido, pero quizá nada podía preparar a sus seguidores para una canción como ‘Drink Rain’, que parece de Burt Bacharach asimilado por la vía del garage-rock. Con su estribillo «me beberé el agua de la lluvia para acercarme a ti» además no puede resultar más clásica, ufana y atemporal a pesar de su grimoso envoltorio. Y en un polo radicalmente opuesto, ‘Vendetta’ narra la historia de una «ciudad hundida en el consumo de drogas» y en asesinatos a sueldo aproximándose a un estilo disco-house que la producción cubre de espirales psicodélicas y percusiones tipo maraca, envolviéndola en una bruma tóxica.
Si la madurez de Iceage plasmada en ‘Seek Shelter’ pasa por acercarse más que nunca a lo melódico, son varios los temas incluidos en el disco que apuntan para muy bien hacia esa dirección. ‘Love Kills Slowly’ es una balada de pop de cámara que evoca a un Nick Cave más sumido en la perdición de lo que nadie puede imaginar, incapaz de cargar con el peso de su propia existencia («el amor mata lentamente y se quema con cada recuerdo que se desvanece, no tenemos nada al final») y ‘Gold City’ se cuelga las cadenas del country-rock de gente tipo Bruce Springsteen o el Bob Dylan de armónica. Pero en ‘Seek Shelter’ también hay urgencia si lo que deseas es sacudirte un poco la tensión: ‘High & Hurt’ recupera la energía de los Stooges (Iggy Pop es gran fan de Iceage) con referencias bíblicas de por medio y ‘Dear Saint Cecilia’ hace lo mismo homenajeando a la patrona de la música. Todo desde la interesante visión tremebunda de esta banda que, no por nada, lleva más de una década de trayectoria.