Música

El impacto cultural de ‘Barbie Girl’ de Aqua: una sátira perfecta

Quizá sea la canción más estúpida jamás escrita. O quizá sea la más compleja. ‘Barbie Girl’ podría desecharse como una de tantas tonterías que campaban a sus anchas por los años 90 pero también reivindicarse como un artilugio del pop canción que hoy, casi 25 años después, sigue albergando misterios. ¿Cómo conseguía ser a la vez feminista y misógina? ¿Le gustaba realmente a alguien? ¿Por qué conquistó por igual a niños y adultos? En definitiva, ¿de qué hablamos cuando hablamos de ‘Barbie Girl’?

En el episodio que el podcast That Awful Sound dedicó al hit de Aqua, Angie Burian reflexiona sobre la ubicuidad de ‘Barbie Girl’ en 1997: “No creo que le gustase a tanta gente, fue una canción que simplemente nos ocurrió a todos”. Esta hipérbole encierra una realidad de la cultura pop pre-internet que todavía seguía vigente en 1997. Al no haberse asentado el uso de internet todavía, la cultura seguía siendo homogénea y resultaba más fácil que se generase una ilusión de unanimidad. Quizá el ejemplo más extremo sea ‘Titanic’: tras su estreno en diciembre de 1997 se convirtió en la película más taquillera de la historia y ganó 11 Oscars, lo cual llevó a la conclusión de que ‘Titanic’ era la película favorita del planeta. Del mismo modo, se asumió que ‘Barbie Girl’ le gustaba a todo el mundo. (¿Cuánto tiempo hace que no se lanza una canción que dé la sensación de que gusta a todo el mundo? Si se parte de la base de que la última vez que ocurrió fue con ‘Viva la vida’ de Coldplay, la muerte de la “canción unánime” coincidió con el momento en el que las redes sociales capitalizaron la conversación social y el desacuerdo se convirtió en su dialecto).

‘Barbie Girl’ solo parece estúpida en retrospectiva. En 1997 también arrasaban cosas como ‘Mmmbop’ de Hanson o ‘Tubthumping’ de Chumbawamba. Pero mientras estas solo eran divertidas, ‘Barbie Girl’ era a la vez la canción más estúpida y la más compleja de su año.

Se trata un diálogo entre Barbie y su novio Ken, interpretados por Lene y René. Él le propone “ir a dar una vuelta” y ella primero se muestra sumisa (“Soy una rubia tonta en un mundo de fantasía, vísteme, apriétame, soy tu muñeca”, “Hazme andar, hazme hablar, haz lo que quieras, puedo ser una estrella, puedo suplicar de rodillas”) pero luego se pone un poquito más estricta y le pide que se comprometa: “Puedes tocar y puedes jugar si dices ‘soy tuyo para siempre’”.

El fabricante de la muñeca, Mattel, demandó a Aqua por “arruinar la popularidad y la reputación de su marca y chocar con su estrategia de marketing”. La banda respondió con otra demanda, por haber “inyectado un significado en la letra de su canción” y por haberlos retratado como “atracadores de banco a mano armada”. El juez recomendó a ambas partes que se relajaran (“Both parties are advised to chill” es una frase literal de la sentencia), mientras que el Tribunal Supremo de Estados Unidos concluyó que aunque “Barbie” fuese una marca registrada, su trascendencia sociocultural es tan grande que ya funciona como un término, un concepto o un adjetivo. En este sentido, la estrategia de Mattel de adscribirse al ADN cultural de Estados Unidos se le volvió en contra.

En los 90 Barbie ya era un emblema nacional y, como tal, empezaba a ser cuestionado. Las asociaciones feministas denunciaban a la muñeca como un símbolo de belleza aspiracional imposible (blanca, rubia, sexualizada, desproporcionada), como una herramienta de la misoginia que las mujeres interiorizan desde niñas (en aquella época, además, los desórdenes alimenticios como la anorexia o la bulimia protagonizaron más titulares que nunca) y como un relato superficial: lo que convertía a la “Barbie astronauta” en astronauta no era una nave espacial, sino un traje plateado y unos tacones a juego. Ante estas críticas Mattel solía responder que solo era muñeca con la que las niñas podían aprender a soñar. Que si luego alguien aplica interpretaciones sexuales o machistas ya es problema suyo.

El portavoz de la compañía, Sean Fitzgerald, explicó en el Washington Post que Aqua no solo utilizaba el color “rosa Barbie” (que al parecer está registrado por Mattel) sino que “la canción caracteriza a las chicas jóvenes como objetos sexuales”. Cuando le preguntaban si acaso la muñeca Barbie no caracterizaba a las chicas jóvenes como objetos sexuales, representando estándares de belleza artificiales y promocionando la baja autoestima, Fitzgerald dijo “no estamos de acuerdo con eso”.

‘Barbie Girl’ verbalizaba lo que todo el mundo había hecho, pensado o criticado acerca de la muñeca

Mattel jamás admitiría la sensualidad de Barbie por muy obvia que resulte. De hecho, su reacción ante las críticas era llevarse las manos a la cabeza: ¿Cómo podéis ver sexualidad en nuestra inocente muñeca? A diferencia de en Europa, en Estados Unidos el sexo puede estar en todas partes solo si no se habla sobre ello ni se le llama por su nombre. Una figura como Britney Spears solo podría surgir de la cultura estadounidense, porque los europeos no sabrían fingir que no se están dando cuenta de que la niña lleva un uniforme de escuela sexy. En Europa, el sexo es sexo. No es insinuado, ni accidental, ni se le llama por otro nombre. Esto convierte ‘Barbie Girl’ en una especie de asalto cultural: un emblema europeo, el eurodance, torpedeando un emblema americano, la Barbie. Y cuando Mattel demandó a Aqua, la banda danesa reaccionó con la misma estrategia que Mattel llevaba años utilizando contra sus detractores: “Oye, ese significado lo habéis inferido vosotros”. Eso convierte ‘Barbie Girl’ en una sátira absolutamente perfecta, universal y blindada a prueba de balas.

“Puedes peinarme o desnudarme en cualquier parte” suena lascivo y, a la vez, todo el que haya jugado con una Barbie alguna vez la ha desnudado para ver cómo era. Frases como “la vida en plástico es fantástica” pueden leerse como una crítica de la cirugía plástica (el mayor mito erótico del momento era Pamela Anderson, una mujer que se había fabricado a sí misma como una Barbie), como una reflexión existencial sobre el hecho de que todos vivimos en una pantomima artificial o como una crítica del consumismo, pero también sería lo que respondería Barbie si pudiese hablar y le preguntasen sobre su estado de ánimo. En los 90 Barbie se había convertido en un objeto de experimentación sexual para los niños y un símbolo del machismo para los adultos. Por eso ambos demográficos comprendieron exactamente lo que quería decir ‘Barbie Girl’: la canción verbalizaba lo que todo el mundo había hecho, pensado o criticado acerca de la muñeca. Verbalizaba exactamente lo que Barbie significaba en la sociedad.

‘Barbie Girl’ fue el primer contacto consciente con la sátira para toda una generación de oyentes

Los códigos de la canción y su videoclip son tan cartoon que cualquier niño entendía que la canción era cómica: ‘Barbie Girl’ fue el primer contacto consciente con la sátira para toda una generación de oyentes. Y además, al ser el objeto de la burla una muñeca infantil resultaba excitante reírse de ella porque simbolizaba dejar atrás la infancia y entrar en la adolescencia. Y en los 90 ser adolescente consistía básicamente en ser sarcástico las 24 horas. Los niños comprendían que Lene y René estaban parodiando roles femeninos y masculinos (la voz de pito de ella, la de lobo feroz de él) y, por si quedaban dudas, él literalmente guiñaba el ojo a cámara con cada frase. No, no viene a cuento que él de repente diga “rock & roll!”, pero es que hay tíos en el mundo real que dicen “rock & roll” sin venir a cuento. (Por ejemplo, Leiva).

Las capas de surrealismo se complican con el videoclip. Para empezar, hay un giro respecto a la canción: Lene y René no interpretan a Barbie y a Ken en el vídeo. Están de visita en el mundo de Barbie disfrutando de actividades lúdicas como tomar el sol, patinar o bañarse en la piscina. Quizá estén soñando o quizá jugando a ejercer roles sexuales en una fantasía erótica. Los verdaderos Barbie y Ken de hecho aparecen al final del vídeo con energía de ‘Las esposas de Stepford’ de Ira Levin, un claro referente para el vídeo. Él va rapado al cero (con dos inexplicables hileras de pelo sobre las orejas) y ella no solo no lleva peluca rubia sino que luce un enorme tatuaje de un águila en el brazo. Un tatuaje que es falso. ¿Por qué no se traslada la broma de la canción, que Lene es Barbie y René es Ken, al videoclip? Porque presentar la marca Aqua era más importante que alargar la coña de Barbie y Ken. La estética de Lene y René, como buenos gamberros disruptivos, debía contrastar con la de la Casa de los Sueños de Barbie. La marca Aqua se presentó al mundo no mostrando lo que era (una banda danesa de eurodance colorista y cómica) sino lo que no era (descerebrados absorbidos por las corporaciones americanas). Aquí es donde la parodia se complica.

El fondo de la piscina tiene el logo de Aqua, lo cual es una sátira de la sociedad de consumo que Mattel representa que, a la vez, sirve para promocionar el producto Aqua. (Su disco se llamaba ‘Aquarium’, el segundo se tituló ‘Aquarius’). ‘Barbie Girl’ fue un ataque al consumismo que utilizaba como arma… el consumismo. La discográfica de Aqua era Universal, así que estamos hablando de un producto del sistema criticando el sistema para parecer antisistema. La mejor metáfora de esto es la voz de Lene: todo el mundo asumió que ese tono de pitufo makinero era una parodia de Barbie y luego descubrió que ella cantaba así. Y por eso el ejercicio paródico se complica: Aqua es un producto mainstream sexy y divertido que pretende satirizar sobre un producto mainstream sexy y divertido. Una crítica de Europa contra Estados Unidos que utiliza armas que Europa ha aprendido de Estados Unidos: el consumismo, la hipocresía y el feminismo pop.

Aqua es un producto mainstream sexy y divertido que pretende satirizar sobre un producto mainstream sexy y divertido

A lo largo de 1997, el “Girl Power” de Spice Girls representó semejante lavado de cara al feminismo que casi se puede analizar en términos de relanzamiento de una marca. La filosofía “Girl Power” demostraba que el empoderamiento de las mujeres podía resultar carismático, popular y (lo más importante) rentable si el feminismo se aplicaba de forma divertida e inofensiva. El feminismo pop dio hits como ‘That Don’t Impress Me Much’ de Shania Twain, ‘Bitch’ de Meredith Brooks o ‘Just a Girl’ de No Doubt. Y aunque ‘Barbie Girl’ pertenezca a esta corriente, su premisa es perversa. Sí, ridiculiza la imagen de la muñeca, pero su discurso no es realmente contra Mattel sino contra las mujeres que se comportan como Barbies. Por eso Lene llevaba un enorme tatuaje falso, para dejar claro que ella no era como las otras chicas.

La imagen de Lene Nystrom es paralela a la de Gwen Stefani en el primer disco internacional de No Doubt. Ambas representaban lo que años después se bautizaría de forma sarcástica como la “cool girl”: una chica a la que no le molan las “cosas de chicas”, que prefiere ir cómoda a sexy y que se lleva mejor con los tíos que con las tías. Una chica que se ríe de las chicas femeninas, tontas o fáciles. Y eso le ayuda a integrarse entre los tíos. Para el público femenino la «cool girl» funcionaba porque relajaba los clichés de la popstar femenina, para el público masculino funcionaba porque parecía una tía buena que no se había dado cuenta de lo buena que estaba. Y como Aqua emulaba la formación mixta de otros grupos de pop nórdicos (ABBA, Ace of Base), el público asumió que los hombres que estaban de fondo sin hacer nada eran los auténticos músicos (¿por qué iban a estar ahí si no?) mientras que Lene era solo la vocalista. Lo cierto es que ‘Barbie Girl’ estaba compuesta por los cuatro integrantes. Se les ocurrió después de asistir a una exposición de arte kitsch.

Lene era sexy, graciosa, mordaz, delgada, divertida y natural. Pero sobre todo, Lene no era como las demás. Porque en aquel momento el feminismo pop no significaba decir qué tipo de chica eras sino dejar claro qué tipo de chica no eras. Años después, durante los 2000, celebridades como Sienna Miller, Blake Lively o Pink insistían en aclarar que ellas “no eran como Paris Hilton” para definirse a sí mismas. En muchos sentidos, Hilton era una sublimación humana de la muñeca Barbie.

El éxito de ‘Barbie Girl’ supone una crítica de la cultura occidental mainstream y una perpetuación de la misma

El fenómeno de ‘Barbie Girl’ es uno de los más extraños de la cultura popular reciente. Conquistó a niños y a adultos por igual, con una propuesta similar a la de los mayores triunfos de Pixar: cuando los niños y los adultos escuchan ‘Barbie Girl’ o ven una peli de Pixar entienden cosas distintas y a la vez las disfrutan por los mismos motivos. ‘Barbie Girl’ funciona a nivel literal y satírico, su mensaje resulta feminista y misógino, su envoltorio pop esconde una actitud más bien punk y su éxito supone una crítica de la cultura occidental mainstream y una perpetuación de la misma.

Aunque se emplee mucho la expresión “esto ya no se podría hacer hoy”, pocas veces se puede aplicar con tanta certeza como con ‘Barbie Girl’. La cultura de masas lleva años sin atreverse a tocar la sátira ni con un palo, la música pop perdió el sentido del humor cuando sus estrellas empezaron a cantar sobre sí mismas en vez de sobre divertirse, y la unanimidad, real o ilusoria, resulta imposible en un ecosistema donde demasiada gente cree que llevar la contraria es una personalidad. Pero en 1997, por exótico que suene hoy, todo el mundo quería subirse al tren del mainstream. Todo el mundo quería estar en el equipo ganador. O quizá, de nuevo, eso solo sea una ilusión.

Aunque Aqua tuvieron más hits (‘My Oh My’, ‘Cartoon Heroes’), hoy perviven en la memoria colectiva como un one-hit-wonder. En 2001 cantaron durante las votaciones de Eurovisión (‘Barbie Girl’ debe de ser una de las canciones más eurovisivas que no han participado en Eurovisión), pero cambiaron la letra: “¿Quieres ir de paseo? / Que te jodan, Ken” o “¿Por qué no me dejas en paz, sucio cabrón?”. Y se trata de una actuación inquietante, porque neutraliza el impacto de ‘Barbie Girl’: en la sátira la crítica solo funciona si nadie la verbaliza explícitamente y, además, el feminismo pop no resulta tan divertido si de repente la chica se niega a seguir la broma.

A principios de este año, (aquí va una frase que jamás pensaste que leerías) Aqua grabó una versión acústica de ‘Barbie Girl’ para TikTok. Ahora son tres, porque Claus (el del pelo rojo) prefiere “llevar su carrera musical por otro camino”. Como si no se hubieran puesto de acuerdo antes de empezar, Lene canta con soul y René pone su voz de lobo feroz de siempre. Ver a Aqua de mayores (René tiene 53 años) intentando darle sentimiento a la letra de ‘Barbie Girl’ significa enfrentarte con tu propia mortalidad.

@aquadk

The acoustic song, u didn’t know u needed 😘 #zurückzurmusik #backtothe90s #aquadk @officialrenedif

♬ original sound – Aqua

En 2009 Mattel utilizó ‘Barbie Girl’ para una campaña publicitaria con la que pretendía relanzar las ventas de la muñeca. Y aunque cambiaron partes de la letra, el estribillo se mantenía: “I’m a Barbie girl in a Barbie world. Life in plastic is fantastic”. Ahora Mattel le está pagando derechos de autor a Aqua. Porque toda sátira, si pasa el tiempo suficiente, se acaba volviendo literal.

Juan Sanguino es autor de dos libros, ‘Cómo hemos cambiado‘ y ‘Generación Titanic‘, a la venta en la tienda de JENESAISPOP.

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Publicado por
Juan Sanguino
Tags: aqua