Las películas sobre nuestros ídolos están condenadas a decepcionarnos, incluso cuando se convierten en enormes taquillazos. A veces los ensalzan estúpidamente, ocultando parte de la realidad con la autorización del interesado, y otras, los detalles más superfluos son exagerados. Cuando no le plantan a Freddie Mercury unos piños que no eran tan descomunales porque así es Hollywood, se plantean telefilms de tan bajas miras como aquel que le hicieron a la pobre Nina Simone en unos 5 minutos.
‘Shoplifters of the World’, disponible hasta hoy en el Atlántida Film Fest de Filmin, no es un biopic sobre los Smiths, pero sí puede considerarse «la película de los Smiths» porque su fanatismo en torno a la banda es incómodo hasta para quienes hemos crecido y nos sabemos la discografía de los Smiths de memoria. El guión del también director Stephen Kijak, que ha realizado documentales sobre Scott Walker, los Rolling Stones y Back Street Boys, entre otros, nos cuenta la historia de una serie de personajes afectados por la separación de los Smiths, salvo que no hay «historia» ni «personajes» en absoluto.
El punto de partida de ‘Shoplifters of the World’ es una historia real modificada al gusto. En 1988, un adolescente deprimido llamado James Kiss aparcó en las inmediaciones de una emisora de radio, armado con un rifle, con la idea de obligar a los locutores a pinchar canciones de los Smiths. El «hang the DJ» de ‘Panic’ llevado hasta los extremos. Al final, el joven reculó, declarando: «no quería hacer daño a nadie, ni siquiera asustar a nadie».
En la película se ha ficcionado este incidente por imperativos cinematográficos, lo cual resulta lógico, pero lo paradójico es que los resultados sean tan anticlimáticos. Por aburrida que fuera la vida de James Kiss, es muy difícil que superara la nadería de los personajes interpretados por Ellar Coltrane y una Helena Howard que se dedica a robar cintas de los Smiths que ya debería tener, si tan fan era.
La película trata cuestiones habituales en las letras y las entrevistas de la banda (el montaje intercala alguna que otra) como el celibato, la homosexualidad reprimida, la exclusión social o el vegetarianismo en una década tan temprana como los años 80, pero sin que ninguna de estas cuestiones te afecte, pues la personalidad de protagonistas y secundarios es inexistente, ahogada en un videoclip perpetuo con una veintena de canciones de los Smiths. Los seguidores del grupo se sabían diferentes, pero este guión hace imposible empatizar con ellos.
Los personajes, desdibujados, utilizan conocidas frases de los Smiths mientras se disparan más y más canciones del grupo en modo «shuffle». Conseguir sus derechos de reproducción no ha debido de ser tarea fácil, pero tanto hincapié en las letras de Morrissey solo sirve para recordarnos que, desde su desgracia, eran agudas, divertidas, a menudo tronchantes y autoparódicas, y este guión carece de mordacidad alguna.
Dice Morrissey que le encanta ‘Shoplifters of the World’ porque «ha reído» y «ha llorado» con ella, lo cual no hace sino poner de manifiesto su desconexión con la realidad. Aprovechando el mal momento de popularidad de Morrissey por sus opiniones políticas, el crítico Mark Kermode de The Observer escribía en Twitter que ‘Shoplifters of the World’ «es EXACTAMENTE la película que Morrissey se merece» en este momento, y quizá huelgue decir nada más.
No era el mejor modo de reclutar seguidores o subrayar la importancia de los Smiths, el indie pop y el underground de los 80 mostrar a unos protagonistas que se toman la separación de los Smiths con un grado de histeria que ríete tú de las fans de Take That del aeropuerto de Barajas. A lo sumo, la peli es un entretenimiento en cuanto a mitomanía por sus guiños a personajes tan relevantes en aquellos años y durante los 70 como New York Dolls, Robert Smith, Grace Jones, R.E.M. y David Bowie, aunque se desconoce qué hace un personaje disfrazado de Madonna chupando plano durante toda la película cuando Morrissey odia a Madonna y su carrera no guarda casi ninguna relación con él.
Hay una escena en ‘500 Days of Summer‘ en que unos bellísimos y encantadores Joseph Gordon-Levitt y Zooey Deschanel se conocen en un ascensor porque uno de ellos está escuchando con los cascos ‘There Is A Light That Never Goes Out’. Esos pocos segundos de una película tirando a tonta hicieron más por los Smiths que esta sobredosis de 84 minutos.