Música

Liars / The Apple Drop

Ya hace cinco años que Angus Andrew se ha quedado definitivamente solo al frente de Liars. Esta soledad fue especialmente palpable en sus dos anteriores referencias, ‘TFCF’ (2018) y ‘Titles With the Word Fountain’, en las que Andrew se vistió de novia abandonada y nos brindó todo un arsenal de electrónica esquinada y experimental. Dos discos difíciles que parecían dejarle al borde del abismo. Ahora en ‘The Apple Drop’ Angus Andrew emerge cual espeleólogo barbudo que busca la salida a la caverna en la que se ha metido. La oscuridad no le ha abandonado, por eso. Pero se ha hecho, de alguna manera, más soportable.

‘The Apple Drop’ es el disco de Liars más accesible en bastante tiempo. Junto al ajuar, Andrew ha abandonado la espiral de aislamiento y ha pasado a una música más convencional. A eso le ha ayudado construir el disco con la colaboración de los músicos Laurence Pike (batería de jazz de vanguardia), Cameron Deyell y la letrista Mary Pearson Andrew. Aunque no sean oficialmente miembros de la banda, han actuado como el puntal desde el que Angus ha perpetrado su nuevo viraje de sonido. Ahora Andrew se ha situado entre el post-rock, el math rock y la música cinematográfica; sonoridades mucho más clásicas que se traducen en canciones de recia factura, tan pegadizas como densas, con el justo toque de incomodidad marca de la casa.

En ‘The Apple Drop’ el sonido es diáfano y aun así suena sucio, gracias a una batería muy física, muy en primer plano, unas guitarras post rockeras y la voz retadora de Andrew. Ya ‘The Start’ es densa pero melódica, lo suficientemente sexy, lo suficientemente oscura. Navegando entre coros apocalípticos y baterías estruendosas, Andrew resulta amenazante bajo su aparente desidia. Se muestra mucho más Nick Cave en ‘Slow and Turn Inward’, donde las cuerdas tormentosas y los coros pavorosos saturan una pieza de rock blues narcótico y lynchiano. Regresa a la electrónica terrorífica en ‘Sekwar’, en la que los vientos, debidamente deformados, marcan el ritmo de manera obsesionante con el recitado de Angus; un terror que vira en desesperación en el giro final del tema. En ‘Big Appetite’ los riffs, los “for you!” que grita Angus y las subidas y bajadas de intensidad no pueden ser más manidas dentro del subgénero… Ni más efectivas.

Hay algún resbalón. ‘Star Search’ a pesar de sus aires iniciales de ambient chungo, patina cuando se convierte en una farsa a lo music hall, coro de borrachos incluidos. Pero Andrew recupera el pulso en, precisamente, ‘My Pulse to Ponder’, una descarga de psychobilly con bien de trombones distorsionados y redobles maníacos, que le otorgan un embriagador ambiente de BSO. O ‘Leisure War’, un pedazo de synth pop que se erige en la pieza más ligera (y bailable) del disco. El tramo final lastra un poco un conjunto al ofrecer cortes de post rock un tanto genéricos. Pero el resto de ‘The Apple Drop’ confirma que Angus Andrew sigue aireando sus demonios para construir su particular banda sonora del Apocalipsis.

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Publicado por
Mireia Pería
Tags: liars