El primer intento de adaptar ‘Dune’ (Frank Herbert, 1965) no salió nada bien. Aunque tiene aspectos reivindicables -muchos menos de los que aseguran sus actuales exégetas- ‘Dune’ (1984) es sin duda la peor película de David Lynch. El segundo intento, ‘Dune, la leyenda’ (2000), se lo podían haber ahorrado. La miniserie es un simplón resumen del libro, con una bonita fotografía del gran Vittorio Storaro, destinado a televidentes que nunca se leerían la novela de Herbert. ¿A la tercera ha ido la vencida?
Lo mejor de ‘Dune’
1. Su esplendor visual. Ver ‘Dune’ en una buena sala de cine es una experiencia sensorial y estética que por sí sola merece el precio de la entrada. La recreación que ha realizado Denis Villeneuve del universo de Herbert es una maravilla. El diseño de producción es fabuloso. El director ha conseguido que el simple hecho de ver y escuchar despegar una nave -¡qué gran hallazgo las naves-libélula!- se convierta en un espectáculo audiovisual de primer orden.
2. La composición de los escenarios. ‘Dune’ está plagado de planos generales con un extraordinario poder expresivo. Villeneuve utiliza los ambientes naturales y los fenómenos meteorológicos –lluvia, niebla, tormentas de arena- con la fuerza épica y poética de un Kurosawa. Punto y aparte merece la recreación de Arrakis. No habíamos visto una visión del desierto tan espectacular, bella y sugerente desde ‘Lawrence de Arabia’ (1962).
Lo peor de ‘Dune’
1. Su narrativa simplona y previsible. ‘Dune’ es una película profundamente desequilibrada. Gran parte de su grandeza formal acaba enterrada por una tormenta de lugares comunes (aunque no hayas leído la novela, es fácil adivinar quién muere y quién sobrevive media hora antes de que ocurra), clichés narrativos (esos sueños tan convencionales) y personajes estereotipados (la mayoría están muy pobremente escritos, por mucho que Rebecca Ferguson y Timothée Chalamet, madre e hijo, sean un gran acierto de casting).
2. El miedo al fracaso. Da la impresión de que Warner, tras los pinchazos en taquilla de sus dos recientes blockbusters de autor –‘Tenet’ (2020) y, la anterior de Villeneuve, ‘Blade Runner 2049’ (2017)- ha conducido la producción de ‘Dune’ con el freno de mano puesto. El resultado es pura indefinición: ni ciencia ficción exigente, ni aventura espacial festiva. Un híbrido que suena pomposo en vez de filosófico, y solemne en vez de emocionante o divertido.
¿Será el “segundo plato”, como ha llamado el director a ‘Dune 2’, más jugoso y sabroso que este aperitivo, tan soso como bien emplatado? Villeneuve nos deja con más dudas que granos de arena hay en Arrakis. Pero basta con repasar su filmografía para empezar a ponerse ya a la cola.