El atraco más largo de la historia, bueno, el segundo atraco más largo de la historia se encamina a su inminente final. El próximo 3 de diciembre volverán a abrirse las puertas del Banco de España, o lo que quede de él, y finalmente concluirá uno de los mayores éxitos de Netflix, ‘La casa de papel’, que ha quedado en segundo lugar en el ránking de sus series más vistas a nivel mundial. Atención, se vienen SPOILERS, así que si por algún motivo no has visto estos primeros cinco episodios de la temporada final, te recomiendo que no sigas leyendo.
El inicio de esta temporada no podía comenzar de otra forma que no fuera con la continuación del mítico jaque mate de Alicia Sierra (Najwa Nimri) a El Profesor (Álvaro Morte) en su guarida, el «estanque de tormentas», como él lo llama. Un remake de la primera vez que El Profesor fue descubierto por Raquel (Itziar Ituño) en el anterior atraco, solo que esta vez había mucho más en juego en lo que al guion se refiere. Los personajes de Alicia y Raquel son radicalmente diferentes y la escena debía construir una mezcla de angustia, emoción, miedo y mucha tensión. Por un lado porque se sabía que El Profesor tramaría algo para intentar librarse de Sierra; por otro, porque la inspectora, al contrario que Raquel, no se anda con chiquitas y además es de gatillo fácil, como ya demostró. Solo puedo decir que la escena estuvo a la altura para todos los que sabíamos que Alicia no sucumbiría a los encantos del «gafotas».
Pero todo eso se vio eclipsado demasiado pronto por otro momento que también llevaba mucho tiempo esperándose: el parto de la inspectora. En palabras de Nimri, «el parto más punki de la historia». Una mutación de Alicia a Gollum con gritos, dolores y palos selfies para observar la salida de la criatura. Muy acertado, pues el parto se construye en torno a una nube de humor negro, una de las características más definitorias de la inspectora Sierra. Sin embargo, aquí llega el primer «fail» de la división de la temporada. Durante el verano se filtraron algunos detalles de dicho parto, se sabía que iba a pasar, tenía que pasar, pero la trama de Alicia era uno de los elementos que más juego le daba a la serie, y todo quedaba en simple nada después de los dos primeros episodios.
Algo parecido sucedió con la típica subtrama de Berlín (Pedro Alonso) en los años previos al atraco de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Una subtrama que más allá de ser una manera de contentar a la marea de fans de Berlín, no dejaba de ser bastante aburrida, y algo insignificante al no aportar nada a la trama principal, a menos que se demuestre lo contrario en la siguiente tanda de episodios, lo cual por otro lado es probable. La parte buena es que el personaje de Tatiana (Diana Gómez), que siempre aparece en estas subtramas, ha continuado generando misterio y eso ha servido para que Najwa Nimri desmienta la teoría de que ambos personajes son el mismo. Sorprendentemente no ha spoileado nada más, solo que lo descubriremos todo al final (pero ¿qué necesidad? Me sigo preguntando yo).
También toca mencionar ese inconfundible olor a muerte que desprendía el trailer de la temporada y que ha llegado precisamente a la que siempre informaba de todo como narradora. Otro «fail» de esta división de temporadas es la velocidad a la que avanza la trama, lo que inevitablemente hace que la muerte de este personaje aparezca muy forzada. No digo que su muerte sea injusta, eso lo dejamos para Nairobi (Alba Flores): nada le pega más a Tokio (Úrsula Corberó) que morir matando. Pero parece muy poco acertado acabar de forma tan anticipada con el personaje que actúa como narrador de una historia que, se supone, sabe cómo acabará. Por lo menos sirvió para acabar con la cucaracha de Gandía (José Manuel Poga).
En resumen, dejando a un lado aciertos como los niveles de acción que compensaron la falta de esta en la anterior temporada o la química que han demostrado Álvaro Morte y Najwa Nimri en su trama (algo que ambos llevaban esperando mucho tiempo), este primer final de ‘La Casa De Papel’ ha sido como comer tu comida favorita cuando estás enfermo. Está buena y lo sabes, pero no consigues sacarle el sabor por mucho que te esfuerces.