En sus inicios, Julie Campbell grababa su música en una grabadora de casete y, en directo, se dedicaba a cantar y tocar la guitarra eléctrica con un beat programado de fondo. Esta manera tan económica de hacer música nunca le ha abandonado. La cantante y productora británica, aficionada a la psicogeografía del post-punk, pues ella es de Manchester nada menos, siempre ha presumido de usar equipos baratos que le han obligado a activar su imaginación, y una persona que debuta en el sello Warp desde luego no puede estar falta de buenas ideas, aunque el indie-rock de ‘Nerve Up’ haya dejado hace rato espacio a otras cosas.
Si ‘Hinterland’, el segundo álbum de Campbell bajo el alias de LoneLady, incorporaba sintetizadores en temas de títulos tan representativos como ‘Bunkerpop‘, ‘Former Things’ se entrega definitivamente a ellos, en el que es su trabajo más pop hasta la fecha. Y no es una hipérbole: la producción es impecable y explosiva, las canciones no le temen a los buenos estribillos pop y entre las influencias que ha manejado LoneLady durante su composición se encuentran ‘Raw Like Sushi‘ de Neneh Cherry o la banda sonora de ‘Beverly Hills Cop’, además del clásico del electro ‘Enter’ de Cybotron. La sombra de New Order y Prince sobrevuela también varias pistas en el que es un trabajo conciso -8 pistas- pero robusto que se regodea en las mieles del electro-funk a la vez que suena tan industrial y mecanizado como es el paisaje de la ciudad natal de LoneLady, llamada así porque trabaja sola, sin músicos externos.
‘Former Things’ es un disco que habla del pasado en varios lenguajes. En el musical, con las referencias mencionadas en el épico ‘The Catcher’, que incluye campanillas propias del hip-hop primigenio a su vez; en el single ‘Fear Colours’, que suena como si los 80 fueran hoy; o en el frenético ‘(There is) No logic’, pero también en el mensaje. Porque las «cosas que fueron» de las que habla este disco aluden a las viejas ilusiones, a aquellos sentimientos de euforia, alegría o excitación que la vida adulta ha erosionado con el paso de los años. En ‘The Catcher’, LoneLady se pregunta dónde está la niña que un día fue; en ‘(There is ) No Logic’ acude a los «susurros de las décadas» porque «todo lo que somos es memoria»; en el estupendo funk-pop de ‘Former Things’ canta que «ya no soy quien era, yo solía ver la magia en todo, pero eso ya no está en mí»; y en el bailongo ‘Treasure’ -de pegadizos «na na nas»- ruega que no le dejes «desaparecer para siempre en el éter».
Si ‘Former Things’ parece un disco cegado por la nostalgia, no lo es en absoluto. En su tercer trabajo discográfico, Campbell hace que lo viejo suene contemporáneo. Quizá sea su gusto por los ritmos rígidos y mecánicos de la synth-wave, quizá sea su intuición a la hora de hallar buenos ganchos vocales, quizá la producción de las canciones es especialmente creativa y burbujeante, pero la música de ‘Former Things’ es estimulante en todo momento. ‘The Catcher’ alterna teclados new wave con guitarras a lo New Order, los ecos sampleados de ‘(There is) No Logic’ parecen de un hit perdido de la MTV, el electro-funk nervioso de ‘Time Time Time’ nos lleva a los tiempos de Chaka Khan, el bombardeo de disparos y rayos láser de ‘Threats’ da lugar a todo un pepinazo y el estribillo de ‘Fear Colours’ lo podría haber entonado Janet Jackson en sus inicios.
En ‘Former Things’, LoneLady absorbe estas influencias en su discurso sin traicionarlo. ‘Former Things’ de hecho es un disco tan «Manchester», tan industrial en su exploración de los sonidos electro con los que Campbell creció, que es una pena que Mark Fisher no esté vivo para escucharlo porque apuesto a que, como mínimo, le habría gustado. Su espíritu sí está presente en los textos, como cuando Campbell canta que los «sueños se disolvieron en el aire», o en un vocabulario lleno de imágenes como el «ruido blanco», el «éter», los «circuitos», la «memoria» o las «señales». ‘Former Things’ también suena como un «futuro que jamás llegó a ocurrir», lo que en este caso significa que consigue que el pasado suene a nuevo. En una época tan plagada de pastiches y ejercicios de nostalgia manidos, la cosa tiene mucho mérito.