‘El umbral de lo siniestro’, por Junji Ito
Junji Ito es uno de los autores japoneses más prolíficos a la hora de presentar historias de muerte, organismos sobrenaturales y personajes afectados por fenómenos extraños sin respuesta. A sus casi 60 años y cerca de 35 después de la edición de su primera obra ‘Tomie’, influenciado por el manga y el género de terror desde joven, presenta ‘El umbral de lo siniestro’, una obra que capta el interés desde los primeros trazos gráficos, también en paralelo como cronista, dejando patente que el mal nos acecha no solo desde la ficción.
Lo más destacado de las cuatro historias que componen este libro es lo transversal de los temas. Pasamos de las costumbres funerarias de nuestros antepasados en el primer relato a dar paso al espíritu religioso en el segundo, sin subestimar las enfermedades letales del tercero y los asesinatos en serie del cuarto. Como buen mangaka, mantiene el mismo nivel de detalle en las ilustraciones que en el resto de sus publicaciones anteriores. No podía ser menos, pues buena parte de la tarea fue ejecutada encerrado durante la pandemia: ese malestar y la ansiedad de aquellos días se refleja en el papel con fluidez. 8.
‘Villanueva’, por Javi de Castro
Javi de Castro utiliza referencias al “folk horror” en ‘Villanueva’, un imaginario que se beneficia del éxodo poblacional de la ciudad al campo, y que tuvo gran esplendor en los años 70 en el cine, algo poco habitual en la novela gráfica a día de hoy. Castro transmite realismo, hostigando al lector con todos los inconvenientes que un urbanita sufre al tratar de adaptarse a la vida rural. Desde su portada asienta las bases con un excelente grabado, que invoca los mandamientos de supersticiones locales, alcanzando cierta intensidad narrativa dependiendo de las situaciones. Quizá la estética no tiñe tanto de asfixia la escena, aunque apunta muy buenas maneras. 7,5
.‘Visión’, por Julia Gfrörer
El estilo de Gfrörer, poco original por reconocible en otros autores, tiene mucho de cinematográfico; la consecución de las viñetas avanza a velocidad de storyboard, y se consigue una gran fluidez en la historia. Mientras, el dibujo ligero y titubeante a modo de grabado, sin llegar a la recreación precisa al detalle, marca la personalidad de los protagonistas de ‘Visión’. Así, no nos quedamos en la superficie de la vida de una mujer soltera en el siglo XIX, sino que nos adentramos en su soledad y en la relación desconcertante que mantiene con el espejo de su dormitorio plagado de claroscuros. 7,8.