Música

Damon Albarn / The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows

Si me hubieran dicho hace tiempo que habría tan poco «hype» alrededor de un nuevo disco de Damon Albarn no me lo habría creído, pero ‘The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows’ nunca iba a ser el sucesor de ese ‘Everyday Robots‘ publicado hace ya 7 años. Concebido, en su origen, como un proyecto orquestal inspirado en los paisajes de Islandia, pues Albarn tiene un piso en las afueras de Reykjavík, en algún momento de la pandemia el álbum se convirtió en otra cosa. Hasta el punto que escucharlo es tener la sensación de que quiere ser dos discos
diferentes al mismo tiempo.

Fue en el momento que Albarn regresó a su casa de Devon, en Reino Unido, después de haber viajado a otros países como Uruguay o Irán que también han inspirado su nuevo material, cuando ‘The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows’ empezó a tomar la forma del disco que es hoy, en el que la música ambiental, la de cámara, el pop y las grabaciones de campo se cruzan en un único universo con resultados interesantes pero irregulares.

El álbum se abre y cierra con sendos guiños a su mismo título, extraído de un poema de John Clare llamado ‘Love and Memory’. Las bonitas meditaciones de «The Nearer the Fountain» y ‘Particles’, dedicadas a la muerte (de su amigo, el músico Tony Allen) y el amor, respectivamente, enmarcan un trabajo centrado en la meditación, hasta el punto que pistas instrumentales como ‘Esja’ dibujan la «silueta» de esta montaña islandesa a través de las cuerdas. En ‘Royal Morning Blue’, Damon evoca una imagen tan bonita como la formación de los copos de nieve y la ambiental ‘Daft Wader’ se inspira en el ritual funerario de los zoroastristas iraníes, el entierro celestial, en el que se lleva a cabo un «luto público» en el que los asistentes «se sientan juntos, beben zumo de fruta y café y simplemente están en paz en público».

Si las composiciones más ambientales de ‘The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows’ resultan dignas, aunque tampoco son grandes hallazgos para quien esté familiarizado con, por ejemplo, los momentos más ambientales de Sigur Rós; no así sucede con las poperas. Damon ha dicho que ‘The Cormorant’ es su canción favorita de todas las que ha escrito, pero no sé en qué mundo esta divagación melódica volcada sobre una ligera base medio easy-listening, medio bossa puede ser lo mejor del repertorio de cualquier artista. ‘The Tower of Montevideo’ es una variación más acertada de su sonido y ‘Polaris’ también pero además incorpora unos interesantes coros fantasmales tipo años 30 que dan ganas de perseguir allá donde vayan. Sin embargo, ‘Royal Morning Blue’ simplemente suena como una canción de ambient a la que Damon ha insertado un ritmo uptempo para intentar hacerla pop, sin lograr su cometido.

A Damon sí le ha salido una canción en su nuevo disco que suena más o menos a single, y el motivo de esto es que ‘Darkness to Light’ se inspira en el soul-pop de los años 60 y suena un poco ‘Twin Peaks’ en sus arreglos de viento y cuerda. El integrante de Blur y Gorillaz conserva su talento para escribir melodías bonitas que pueden tocar la fibra sensible, le sigue encantando sonar tan esquivo como en el free jazz de ‘Combustion’ y algunas de las letras de «The Nearer the Fountain» son de las más personales de su carrera, como la de ‘The Cormorant’, en la que habla sobre haber superado su miedo a nadar en la bahía de Devon por miedo a terminar engullido por un tiburón. El artista nada ahora en el lago a modo de «meditación diaria» y ‘The Nearer The Fountain, More Pure The Stream Flows’ habría funcionado mejor si se hubiera decidido a servir de banda sonora para dicha actividad o, por el contrario, hubiera tirado por una senda más pop. Querer existir entre ambos mundos no le ha beneficiado demasiado.

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Publicado por
Jordi Bardají