Todos los conciertos celebrados en MIRA han tenido una duración de una media hora, por lo cual ninguno de ellos ha dado tiempo a hacerse largo. Más bien al contrario: se han hecho un poco cortos. Por ejemplo, la pócima de tecno seco, percusiones frenéticas y breakbeats de Aquarian podría haber durado horas, y desde luego se notaba que el DJ se lo estaba pasando de miedo encima del escenario, pero el formato «de bolsillo» de MIRA ha funcionado gracias a la calidad de la música y a la comodidad de un aforo que no busca ser masivo sino todo lo contrario.
El show de James Ferraro se ha centrado en el sonido del Dream Seed, un software desarrollado por él mismo. Ha sido como ver un concierto de música clásica hecha por ordenador. Pienso en las «synthfonías» de los primeros epés de Oneohtrix Point Never, pero también en el «Strung and Drang» de la época preromántica alemana. A veces los sintetizadores suenan como océanos que chocan contra las rocas… si su agua estuviese hecha de descargas eléctricas. El grupo siguiente, Duma, ha sonado un poco desubicado: su metal extremo se crece en directo, pero las bases electrónicas son pregrabadas y el público parece algo desconcertado ante lo que sucede encima del escenario.
La mákina de CSFCMMCAB, siglas de “Correspondències Simbòliques entre Folklore Catòlic i Música Màkina al Casc Antic de Barcelona” , un proyecto concebido y desarrollado por Marc O’Callaghan aka Coàgul, ha cerrado la programación del viernes con su particular propuesta de música mákina y la imaginería religiosa creada por Jonathan Cremades. Puedo confirmar que al público del MIRA este sonido se lo sigue dando todo, aunque de moderno tenga ya poco… aunque tampoco es que fuera ese nunca su principal cometido. Uno de los shows que más han ganado con sus visuales.
El delicado ambient de Ana Roxanne es una de las primeras apuestas del sábado. La artista presenta su disco ‘Because of a Flower’ y ofrece un recital maravilloso que puede recordar a los momentos más íntimos de Kelly Lee Owens, Jenny Hval o Julia Holter. El drone de guitarra eléctrica de ‘Suit pour l’invisible’ es de ensueño, ‘Camille’ -lo más cercano a una canción pop que contiene su repertorio- lleva a la hipnosis y la artista decide concluir el show con una preciosa versión de ‘The World Spins’ de Julee Cruise
, no sin antes pedir a la audiencia que deje de fumar mientras ella está tocando. Esperamos que no se percatara de la ausencia de mascarillas en el festival.Polo + Rainer Kohlberger ofrecen uno de los shows de electrónica mejor pensados de todo el festival, un auténtico «tour de force» de talento a los platos. El dúo compuesto por el veterano productor Stefan Betke y el artista visual Rainer Kohlberger presenta una estampa llamativa ya de por sí (parecen padre e hijo), y su música nunca sabes por dónde va a salir, si por el tecno abstracto o por los ritmos tribales, por lo que en todo momento resultan sorprendentes e imprevisibles. La música no puede sonar más elegante y sofisticada en cualquier caso, y los siniestros visuales hipnotizan tanto como la música, por lo que tiene lugar un combo audiovisual perfecto.
A partir del concierto de VVV [trippin’ you], cuando ya ha anochecido, el público de MIRA empieza a sumergirse de verdad en la vorágine de la música en directo. La banda madrileña, que ha colocado un tema en el tráiler de ‘Cardo’, la nueva serie producida por Los Javis, toca para un público entusiasmado, con muchas ganas de drenar estrés, expulsar adrenalina y hacer pogos (como termina ocurriendo). Sus canciones de electro-post-punk nuevaolero ofrecen una perfecta vía para ello. La munición de su disco ‘Turboviolencia’, que por momentos recuerda a HEALTH, se crece en directo un 200%.
El desfase continúa a través de los disparos y bombardeos digitales de Rian Treanor + Leila Ziu, en una sesión de electrónica espectacular, y llega a su necesario apogeo en el show de Jasss + Razorblade. Si has visto algún directo de la asturiana afincada en Berlín ya sabes que sus sesiones son una auténtica locura capaz de volarte la cabeza, y el de MIRA no ha sido una excepción. Sus frenéticos ritmos entre el electro, el rave y el jungle más salvaje no dan tregua y si no me he desnucado después de su concierto ha sido gracias a un milagro.