Música

Eels / Extreme Witchcraft

En los 90 Eels, el proyecto de Mark Oliver Everett, destacó con álbumes como ‘Electro-Shock Blues’; en los 2000, con ‘Blinking Lights and Other Revelations’. Desde la trilogía que conformaron ‘Hombre Lobo‘ (2009), ‘End Times‘ (2010) y ‘Tomorrow Morning‘ (2010), sus álbumes de estudio han sido más numerosos que distinguibles. Por eso quizá Mark ha intentado reconectar con John Parish, conocido sobre todo por su trabajo con PJ Harvey, que ya fue el productor de su álbum ‘Souljacker’ en 2001.

El nombre de John Parish suele implicar crudeza, el propio Mark Everett presenta este álbum indicando que Parish es «muy educado» pero que al producir se convierte en un «loco», y por ello quizá ‘Extreme Witchcraft’ ofrece algunas de las grabaciones de rock más movidas que hayamos escuchado a su banda, como es el caso del single ‘Good Night On Earth’, que es algo que habríamos esperado más de alguien tipo Black Keys. En esa línea encontramos la blues ‘Steam Engine’, la rockera ‘Amateur Hour’ o ‘The Magic’. Realmente tampoco tan alejadas de ser la típica canción de Eels. La final ‘I Know You’re Right’ directamente lo es.

Después, hay un par de canciones de sonido más delicado, como la balada ‘So Anyway’, preciosa en su uso de piano y teclados, con su letra «no sé qué voy a hacer si no estás aquí»; y también esa canción de hoguera con guitarra eléctrica que es ‘Learning While I Lose’. Son de los mejores momentos del álbum, así que la presencia de John Parish termina siendo un poco casual después de todo.

De un tiempo a esta parte, en concreto desde que editara su tierna autobiografía ‘Cosas que los nietos deberían saber‘, el verdadero entretenimiento de los álbumes de los Eels es atender a las historias que Everett tiene que contarnos. Continúan los complejos y ‘Good Night On Earth‘ contiene la frase «todo el mundo es un crítico, no soporto a los Eels, lo dice Colin Firth», en referencia a ‘Love Actually’, como recordó hace poco en Twitter. Continúa la ternura, y ‘Strawberries & Popcorn’ habla de los beneficios del divorciado, como cenar alguna porquería, no sin cierto patetismo. Y continúa el autoanálisis, como en la final ‘I Know You’re Right’ («no sé qué me pasa, pero no sé callarme cuando debería»).

Menos excitantes son las peculiaridades estrictamente musicales, que se ciñen a los exabruptos de ‘What It Isn’t’, en verdad marca de la casa, y al extraño inicio de ‘Grandfather Clock Strikes Twelve’, que por momentos parecía que iba a ser un dance noventero, por supuesto para bien. Una rareza que en el mejor de los casos nos recuerda a los tiempos en que Eels y Beck ocupaban la primera plana. En el peor, será otra más de esas muchas grabaciones de Eels que no recordaremos tanto con el tiempo.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: eels