La pandemia ha empeorado muchas cosas, entre ellas el periodismo del entretenimiento. Aunque ya no estamos confinados, las entrevistas por zoom han llegado para quedarse. Y la verdad es que es un poco bajón tener que hablar por zoom con Supremme De Luxe, sentada al otro lado de la pantalla con un vestido amarillo de transparencias, estampado con cebras y naranjas, y una peluca morada bien de volumen y bien de altura (ya sabéis, “cuanto más alta la peluca, más cerca de Dios”).
Pero mejor eso que nada. ‘Drag Race España’ estrena su segunda temporada este domingo 27 de marzo (a las 20h en ATRESplayer PREMIUM, o en cualquier bar de Chueca) y los responsables dicen que todo va a más esta vez: más presupuesto, más producción, más intensidad, más momentazos… Y más concursantes, que pasan de ser 10 a 12. Hablamos con Supremme De Luxe sobre su libertad para no parecerse a RuPaul o el efecto del programa en la escena drag española, entre otras cosas.
¿Cuánto has llorado en esta segunda temporada?
Muchísimo. Sí, sí, sí, mucho más. Pero no he sido solo yo, ya veréis, menudo cuadro.
Viendo la primera temporada parece que fuiste bastante libre para ser tú misma e imprimir tu personalidad en el concurso.
Pero dentro del formato, cuidado. Que ya limita determinadas partes porque hay que hacerlas como hay que hacerlas.
¿Tenías que seguir algún molde o emular a RuPaul de alguna forma?
Claro, pero es lo que tiene el programa. Igual que las concursantes: la manera de situarse, la manera de hablar, la manera de dirigirte… Igual que las frases que están traducidas, es parte del formato y hay que hacerlo así. Porque es parte de la ceremonia: cómo das la valoración, cómo das la expulsión… eso es así. Luego es verdad que tengo libertad para trabajar como Supremme De Luxe, y no tener que tomar ninguna referencia. No se ha pretendido copiar ni a RuPaul ni a ninguna de las presentadoras. Es verdad que se me dio en ese sentido libertad absoluta, cosa que yo agradecí porque si no, me habría costado bastante más.
¿Cómo es el ritmo de grabación de una temporada de ‘Drag Race’? Además, creo que tú tuviste que combinar la segunda con el Gran Hotel de las Reinas…
Sí, no coincidió mucho, pero sí. Es muy intenso, y además en esta, como la producción se ha subido mucho había más parones, porque había más cosas que poner y montar, y que se querían ver mejor. Si se quería parar un rato para mejorar una cosa, se ha parado. Entonces hemos tenido días muy largos. En el primero, Gloria Trevi aguantó como una bendita hasta las 2 de la mañana en el primer día de rodaje. Ha habido días muy largos.
Y es un programa intenso viviéndolo como lo vivimos nosotras, que nos metemos ahí y pasamos por todas las emociones de verdad. Te vas a casa y tenemos un chat del jurado y a veces nos mandamos mensajes: “Ay, dios mío, ¿qué hemos hecho?”. Y nos calmamos entre nosotros mismos porque salimos con las emociones a flor de piel.
Pupi Poisson se quedó a las puertas de la final en la primera temporada, a pesar de tener más tablas y desde luego más gracia natural que todas las finalistas. ¿Crees que la dinámica del concurso acaba premiando ciertas cualidades estéticas por encima de otras?
No creo que sean cualidades estéticas, es que aquí se pide que hagas todo. El objetivo del programa es buscar a la drag 360, a la superestrella, y ahí está el quid de la cuestión. A Pupi la compras desde que entra por la puerta, pero has visto que muchas de las críticas internacionales a veces era por el maquillaje, o por la ropa. Es verdad que en España tenemos una manera de vivir el drag que de repente hay cosas que nos pasan muy a segundo plano y nos dan igual, si la que sale ahí nos vende bien el tema. Pero quizá en otros países no se ve así, entonces bueno, es buscar un poco ese equilibrio.
Creo que perjudica por los dos lados también, porque la que sea muy guapa, muy guapa, ante las de comedia española, las potentes de aquí, también queda muy en evidencia. Es un concurso, y tiene un formato determinado. No sé a quién puede beneficiar más. Aquí por suerte creo que se está apostando por castings muy diversos desde muy pronto, y cada vez más, y eso creo que enriquece y es beneficioso, e igual por ahí nos podemos desmarcar un poquito también. Nos daría para un debate muy largo y desde muchos puntos de vista.
«La mejor manera de hacer crítica es a través del humor, es la más sana que hay»
Desde luego en el Meet the Queens de la segunda temporada se ha visto mucha diversidad. Hablamos mucho ahora de la salud mental en los concursantes en realities, y creo que parte de la gracia de ‘Drag Race’, y del drag en general, es ser irreverente, ofensivo, jugar con los límites de lo políticamente correcto… ¿Cómo casa eso con la cada vez mayor concienciación de la salud mental, la no-toxicidad o incluso el peligro de que si ofendes a alguien puedes acabar cancelada?
Es otro tema muy complicado, pero yo creo que la crítica como sociedad no debemos perderla. Y esto pasa por volver a debatir más, creo que como sociedad estamos debatiendo poco, estamos polarizándonos mucho y no hablándonos, ni exponiendo diferentes puntos de vista. Creo que hay que volver un poco a eso y hacerse entender: hay realidades nuevas, más diversidad… todo eso hay que explicarlo, hay que hacer pedagogía, sentarse a hablar, y sí, te tienes que sentar a hablar con… Bueno, con alguien que te quiera cancelar o algo así no, pero los que tienen dudas sí. Hay que sentarse y hay que explicar porque igual donde aparentemente tienes un enemigo luego puedes tener un aliado. Hay mucho trabajo por hacer, pero la crítica y el humor no hay que perderlos.
«La gente quiere que se haga drag, pero no te ponen unas condiciones mínimas»
Tú conoces la escena drag española desde hace mucho tiempo. ¿Qué efectos ha tenido en ella ‘RuPaul’s Drag Race’ y después la llegada de ‘Drag Race España’?
Se están conquistando determinados espacios, pero los de siempre siguen estando y siguen estando igual de mal. Siempre que me preguntan si esto va a revitalizar la escena, sí, revitaliza en el sentido de que más gente sale y se propone hacer en más sitios. Pero es que no mejoran las condiciones. Y yo como he estado mucho tiempo en el lado de las condiciones malas, me duele mucho, muchísimo. Y quiero hacer todo lo posible por que eso cambie, pero es que no cambia. La gente pide, la gente quiere que se haga drag, pero no te ponen unas condiciones mínimas. Y unas exigencias… tío, vale, exiges X cosas, pues pon tú también, mejora el sueldo, mejora el escenario, mejora las luces y el sonido. Tú eres muy seguidor de las drags, sabes en las que nos vemos muchas veces, con qué condiciones… y al final se saca por morro, por buena fe. Pues es hora de poner eso en valor. Hay gente muy válida, que trabaja muy bien y que debería salir a trabajar, no a solucionar.
Aquí sí creo que influye que se potencia determinado tipo de drag, más popular. Pero no nos olvidemos de que el drag es de barrio, y es de garito, y cada uno lo tiene que hacer como le dé la gana, y también hay que cuidar eso. El drag canalla está muy bien y no se tiene que perder nunca. Ojalá esto siga remando a favor y en algún momento empiece la cosa a mejorar, pero hoy por hoy sigo en contacto con mis compis y están peleando como jabatas para salir adelante. Y duele, a mí me duele muchísimo.
¿Y cómo ha afectado este programa a tu carrera? ¿En qué notas la mayor popularidad y la mayor exposición?
Pues estoy haciendo trabajos que me hacen mucha ilusión. Ir a ‘Tu cara me suena’ me flipa, poder ir e imitar a Dean Martin, que es un tipo de música que no suelo cantar, pero que canto mucho para estudiar y en mi día a día. O hacer ‘La llamada’ ahora, o presentar la Gala Drag Queen de Las Palmas de Gran Canaria… son trabajos muy guays. Que de repente confíen en mí para enfrentarme a esos monstruos, esos formatos tan grandes y tan icónicos, profesionalmente es muy reconfortante. Me lo tomo con mucha alegría, intento hacerlo lo mejor posible para que sigan llegando.
Si te hubiera pillado en otro punto de tu carrera, ¿tú habrías participado en ‘Drag Race España’?
No creo. Igual si fuera mucho más joven ahora mismo tendría otra perspectiva de la vida, e igual sí. Pero es verdad que yo siempre he ido muy a mi rollo, y me ha ido bien. Y de hecho ahora hay cosas que no hago o no me apetece hacer porque quiero seguir manteniendo determinadas líneas. Mi propuesta siempre ha sido muy teatral y más musical, y es lo que me pide el cuerpo hacer. A lo mejor tener que preparar 15 looks para la pasarela, a mí eso me daba más pereza. Me llama menos. Lo veo en otra gente y flipo, digo qué maravilla, pero como otra gente me ve a mí hacer un espectáculo de hora y media sola y me dice: “¿Cómo te pones ahí…?”. Pues a mí me pasa lo contrario; creo que es un punto de intereses. La vida ahora es muy distinta a la de cuando yo empecé, igual me lo plantearía, pero cuando empecé yo no hubiera concursado.