Puede que conozcas a Marina Herlop por su colaboración con Bn10 en la estupenda ‘AHH!‘. Su voz llevaba la canción a otro lugar, y es probablemente la herramienta más importante de su trabajo. Sus dos primeros discos, ‘Nanook’ (2016) y ‘Babasha’ (2018), se centraban en una fusión de voz, piano ambiental y abstractos detalles electrónicos. En ‘Pripyat’ la voz es aún más importante, pero también lo es el fondo electrónico. Es su primer disco grabado enteramente en ordenador.
Herlop es uno de los talentos más peculiares de la electrónica estatal. La catalana canta en un idioma completamente inventado, compuesto por sílabas que le proporcionan apoyo rítmico. ‘miu’ es su composición más lograda en este sentido. Inspirada en la música carnática del sur de la India, ‘miu’ se compone de un grupo de melodías vocales que se entrelazan y forman una dramática y fascinante polifonía, un conjuro decorado con beats propios de la IDM. Sin embargo, el trabajo vocal de ‘miu’ es tan importante que Herlop cierra ‘Pripyat’ con una versión «coral» de esta misma canción.
‘Pripyat’ -llamado como la ciudad fantasma ucraniana próxima a Chernóbil- encierra más sorpresas. Los pianos emergen ya en la inaugural ‘abans abans’, pero lo hacen distorsionados por un efecto «glitch». Desde el segundo cero queda claro que Herlop ha buscado no solo complicar su lenguaje sonoro, sino también elevarlo a un nuevo lugar. ‘abans abans’ cuenta con una melodía vocal elástica y cautivadora que hace pensar en Meredith Monk o en la española Fátima Miranda. Por otro lado, su base musical es un pequeño espectáculo de beats descompasados, efectos de ruido blanco y pianos. El conjunto hace pensar en las locuras de Tujiko Noriko o Juana Molina.
A veces, la música de ‘Pripyat’ parece ir en diferentes direcciones, pero siempre es evidente que lo hace de manera extremadamente pensada y elaborada. Incluso pop. ‘shaolin mantis’ sigue explorando la misma fórmula pero incorpora una base rítmica aún más contundente que hace pensar en un hip-hop deconstruido y abstracto. Y ‘lyssof’ presenta abundantes ganchos vocales que transmiten una energía ancestral. En contraste, la base musical juega con diferentes diseños sonoros que pueden recordar a Aphex Twin o Laurel Halo. Siempre tímidamente, porque Herlop maneja su propio estilo.
Herlop sigue investigando su nuevo sonido en la juguetona ‘ubuntu’, que incorpora más juegos vocales, beats a lo IDM, retazos de tecno y percusiones que parecen marimbas. Y finalmente sorprende con el canto religioso de ‘Kaddisch’, un conocido rezo de la religión judía, que Herlop lleva al terreno de lo cósmico. Su resbaloso fondo electrónico recuerda al trabajo de Arca con Björk, en especial a ‘the gate’. La única pega que se le puede poner a todo esto es la sensación de EP que deja un álbum con apenas 6 pistas originales y una autoversión. Por lo demás, Herlop se confirma como una artista a la que seguir de muy cerca.