Drake / Honestly, Nevermind

Algunos seguidores de Drake le están crujiendo por el volantazo estilístico de su nuevo disco, un álbum con poco rap, catalogado de manera optimista como «dance» en Apple Music, y centrado en los ritmos house hasta cierto punto. El artista incluso podría haber contestado posteando la frase «está todo bien si no lo habéis entendido todavía», como queriendo decir que este ‘Honestly, Nevermind’ es tan avanzado que se comprenderá mejor en el futuro.

Ninguna de las partes parece muy acertada. Ni sus seguidores aupando a la fama ‘Jimmy Cooks’ con 21 Savage, la canción más continuista y menos sorprendente del álbum, que situada como pista 14 hasta parece un bonus track situado ahí en busca de un éxito, un tanto fuera de lugar por aquí. Ni él tampoco, que no es que haya entregado un arriesgadísimo «CHAMPAGNE MOTOPAPI», después de todo.

Pero Drake ha hecho bien muchas cosas en este álbum, pese a que últimamente cae mal en ciertos sectores. Por un lado, sus streamings siguen siendo muy altos y el disco representará muy cómodamente otro número 1 en el Billboard 200 para el artista. Por otro, parece que está de moda reírse de él, algo a lo que él mismo contribuye estrenando ridículos videoclips, como ese nuevo en el que se casa con 23 modelos.

Ciñéndonos a lo musical, hay que agradecer que se haya dado cuenta de que no podía ofrecer mucho más en producciones de trap que hace tiempo que empezaron a sonar obsoletas. En este álbum, la producción de Black Coffee y Carnage logra resultar excitante en pistas como ‘Currents’ y ‘Massive’. La primera se sostiene en unos muelles cual hit pícaro de reggaetón, pero la inspiración aquí más bien parece Burial, sobre todo en el tratamiento de las voces. Y ‘Massive’ es la grabación más sorprendente de Drake desde que le dio por el dancehall en ‘One Dance’. Aquí le ha dado por el piano house, que emerge además después de un inicio misterioso, llevando la canción hacia diferentes sitios.

La cuestión es que este minimalismo por el que ha optado Drake, con giros hacia el trance por ejemplo muy puntuales, le sienta como un guante a su sedosa voz. Sus letras se siguen definiendo por una serie de relaciones que vienen y van («encontré una nueva musa y eso son malas noticias para ti», dice por ejemplo ‘A Keeper’); y hablan de sexo con la imaginación de un adolescente con las hormonas desatadas («tu coño me está llamando», repite hasta la saciedad ‘Calling My Name’), pero se da la circunstancia de que como vocalista de R&B, continúa en el timbre exacto para hacer funcionar todas estas vaguedades y convertirlas en buenos temas, además bien hilvanados entre sí.

La primera parte del álbum aglutina ‘Falling Back’ unida a ‘Texts Go Green’ y la ya mencionada ‘Currents’, mientras en la segunda, además de ‘Massive’, destacan la sensación de bruma y peligro de ‘Overdrive’, esta con la participación de su escudero «40», y la guitarra paradisíaca de ‘Flight’s Booked’, que contiene un sample del dúo de R&B Floetry. A veces parece que Jamie xx ha echado una mano produciendo ‘Honestly, Nevermind’.

En el tramo final Drake se pasa de frenada con lo de la sutileza y el álbum se adormece demasiado entre ‘Down Hill’, los 5 minutos y medio de ‘Tie that Binds’ y ‘Liability’, hasta estropearse finalmente con la comercialota ‘Jimmy Cooks’, pero hay que reconocer que al menos esto parece un disco con principio y fin, y no una playlist como tantos otros lanzamientos suyos, así como algo diferente en su discografía.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: drake