Confesión: me gusta escuchar versiones aceleradas de algunas de mis canciones favoritas. Cuando digo aceleradas, me refiero a que suenen como si procedieran de la banda sonora de Los Pitufos Makineros. Una favorita personal es ‘Trip to Your Heart‘ de Britney Spears, que ya tiene un punto trance precisamente cuando este tipo de versiones ultra-vitaminadas las popularizó, allá por 2001, un grupo noruego llamado Nightcore que se dedicaba a producir versiones aceleradas de canciones asociadas a este estilo de música electrónica.
De hecho, la idea de Nightcore sido tan influyente que el «nightcore» es un subgénero musical en sí mismo. Consiste, sí, en subir el bpm y el pitch a las canciones para hacerlas sonar «ardillescas», por decirlo de alguna manera. Músicos asociados a la PC Music han reconocido su admiración por este sonido, sin que a nadie pueda sorprenderle lo más mínimo.
Las versiones «sped up» son una sensación en TikTok. Ha conseguido, por ejemplo, resucitar del más absoluto del olvido un antiguo hit de R&B de los 90. Y ahora las grandes multinacionales quieren su trozo del pastel: en los últimos días han ido llegando a Spotify versiones aceleradas oficiales de éxitos de Demi Lovato, Sam Smith, Ellie Goulding, t.A.T.u. o Nelly Furtado. Su valor artístico es nulo, pero es innegable que este tipo de sonidos gusta a mucha gente. La versión acelerada de ‘Cool for the Summer’ lleva 30 millones de reproducciones.
El «nightcore» se asocia visualmente al anime. Busca en Youtube la versión acelerada o «sped-up» de cualquier canción que se te ocurra y lo más probable es que el acompañamiento visual proceda de una serie de animación japonesa. Es música basura de Youtube pero, como es habitual en esta plataforma, ha sido capaz de crear una comunidad en torno a ella.
¿Qué tienen de atractivo las versiones aceleradas? Me aventuro a afirmar que la gratificación melódica y rítmica se produce más rápido. La música pop es, en sí, una droga capaz de crear adicción. Las canciones pop están diseñadas para enganchar, sobre todo, si siguen fórmulas matemáticas como las que escribe y produce Max Martin; y el efecto de las versiones «sped-up» llega más rápido al cerebro. Y, quizá de manera secundaria, consigue que escuches canciones que ya tienes quemadas como si fuera la primera vez. No extraña que algunos llamen a este sonido «happy hardcore». Más PC Music, imposible.
En el lado opuesto, las versiones ralentizadas o «slowed and reverb» de canciones de pop o de rock también están a la orden del día en la plataforma. «‘i love you’ de billie eilish pero es la 1 y media de la madrugada y está lloviendo» es uno de los títulos que pueden aparecer en tu feed de Youtube si el algoritmo así lo decide. El efecto es el contrario que el del «nightcore»: la versión ralentizada no adelanta la llegada de una sensación de felicidad al cerebro, sino que potencia el componente triste y melancólico de la canción elegida. Hace que nos regodeemos en la miseria.
Como el «vaporwave» en su momento, aunque sin las complejas lecturas políticas que asociamos a este sonido, las versiones aceleradas y/o ralentizadas de las canciones de pop son puramente un producto de internet. Sin embargo, como tantos subgéneros nacidos (y también fenecidos) en la red, los ritmos «sped up» o «slowed and reverbed» parecen hablarnos de necesidades humanas, y también del poder de la música para reconfortarnos.