Televisión

‘Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer’: relato de un asesino en serie con discurso social

Jeffrey Dahmer asesinó a 17 jóvenes entre 1978 y 1991. Su caso conmocionó al mundo entero y se convirtió en una de las figuras más aterradoras del siglo XX, no solo por la brutalidad de estos crímenes, sino porque también practicó canibalismo y necrofilia con algunas de sus víctimas. Su historia ha dado lugar a infinidad de libros, películas, reportajes y series de televisión desde su encarcelamiento en 1991.

‘Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer’, la última producción del prolífico Ryan Murphy para Netflix, se adentra en la psique del célebre asesino en serie a la vez que da voz a sus víctimas. El éxito de la miniserie en la plataforma demuestra que por mucho que la historia se haya contado en un sinfín de ocasiones, algo tan perverso, siniestro e inmoral nunca va a dejar de causar fascinación y morbo.

‘Dahmer’ despliega multitud de frentes y líneas temporales entrelazadas para buscar respuestas, hacer justicia a las víctimas y denunciar la negligencia policial -motivada por un arraigado racismo- que propició una mayor cantidad de crímenes.

Por un lado, se muestra la evolución de Dahmer desde su infancia y adolescencia. Ambas estuvieron marcadas por un ambiente hostil en su propio hogar, donde las continuas y acaloradas discusiones entre sus depresivos padres impedían que ninguno de los dos le prestase atención. De pequeño lo único que parecía interesarle era diseccionar animales muertos en el garaje, algo que su padre le había enseñado como experimento científico. Dahmer siempre se vio a sí mismo como un “outsider”, alguien que no encajaba en la sociedad. Algo que se fue haciendo progresivamente evidente cuanto mayor se hacía, dando lugar a su más oscuro secreto: un impulso irrefrenable de satisfacer sus deseos sexo-afectivos ejerciendo un pleno control sobre los chicos que le gustaban.

Por otro lado, la serie en ocasiones se aleja de Dahmer y elige diferentes puntos de vista externos para equilibrar la narración. Se apoya en los de las víctimas y los familiares de estas, pero más especialmente en el de Glenda Cleveland, la vecina de Jeffrey cuando este vivía solo en su apartamento de Milawaukee, quien llamó en innumerables ocasiones a la policía por el hedor que provenía del apartamento del asesino y por los múltiples gritos y ruidos que escuchaba constantemente desde su casa.

Aquí subyace un componente sociopolítico fundamental en la serie de Murphy. Las voces de la comunidad afroamericana estaban completamente silenciadas y su protección no era una preocupación para nadie. De hecho, que la gran mayoría de las víctimas fueran hombres negros o de etnias diversas, es un dato que la serie no expone como casual, sino que deja entrever que esto podía reflejar un rasgo de la inteligencia de Dahmer, quien sabía que era mucho más difícil que lo descubrieran atacando a minorías.

Es precisamente en la insistencia de su aspecto social donde ‘Dahmer’ evidencia su vertiente más efectista y la menos interesante. Subrayar su mensaje puede acercarla a un público más mayoritario, pero la serie siempre es mucho más relevante cuando sus temas están sugeridos que cuando te los lanza a la cara. La eterna cuestión acerca de si el mal existe per se –y si este puede ser hereditario- o si lo creamos está introducida de manera fascinante, haciendo que los momentos dedicados a Jeffrey y a su retorcida visión del mundo enriquezcan enormemente el discurso de la serie.

Y es que para descifrar el porqué de algo tan horrible hay que intentar acercarse a la mente del culpable y, de alguna manera, humanizarlo, por muy frívolo que esto pueda sonar. Dahmer (interpretado por un colosal y magnético Evan Peters) era una persona profundamente traumatizada por su pasado, muy consciente de que lo que hacía era horrible y aun así, imposible de frenarse a sí mismo. Su desensibilización y falta de empatía con el mundo y, a la vez, su búsqueda desesperada por no estar solo –comerse a sus víctimas y guardarlas en casa era una manera de que se quedaran siempre con él- es una paradoja que sigue siendo objeto de estudio, y una prueba extrema de lo lejos que pueden llegar los traumas infantiles si no se tratan a tiempo.

‘Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer’ no ofrece información que no se haya revelado anteriormente y tampoco es cinematográficamente revolucionaria, pero sí nos adentra en una psicología complejísima de la forma más accesible y entretenida posible a lo largo de sus 10 capítulos.

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Publicado por
Fernando García