Izaro: «Nos extinguiremos en 200 años, en 200 años no nos da tiempo a ser decentes»

Izaro es una de las artistas con las que no ha podido la pandemia. Al ser tan accidentada la promoción de su tercer disco, la joven ha aprovechado para revisitar temas pasados en una edición deluxe de ‘Limones en invierno’ que ha llamado ‘Limones de oro’. Hay aparecen artistas de España (Zahara, Rozalén, Amaral), Cuba (Daymé Arocena), Brasil (Duda in the sky), México (Alex Ferreira, Bratty, Silver Rose)… Conviven temas recientes como ‘Invierno a la vista’ con Xoel López, con otros de sus inicios, como ‘Argia’ con Amaral. Hablamos con Izaro en una terraza de Madrid -en los días en que aún no llovía- y resulta ser una conversadora inquieta que no habla sólo sobre sí misma y sus más y sus menos con la fama -sobre todo los menos, que inspirarán su próximo disco-, el cambio climático, el futuro del mundo, nuestra capacidad de mejora como sociedad, etcétera.

Pero además, la artista está enfrascada en una gira con decenas de fechas como parte de su selección en Girando por Salas y como parte del ciclo San Miguel On Air. Estos son algunos de los conciertos que aún aguardan, tras haber visitado en semanas recientes varias provincias españolas:
10 de noviembre: OVIEDO (San Miguel), Sala Gong
11 de noviembre: PONFERRADA (Girando por Salas), Sala La Vaca
12 de noviembre: ZAMORA (Girando por Salas), Selvatika
17 de noviembre: CÓRDOBA (Girando por Salas), Long Rock
18 de noviembre: JAÉN (Girando por Salas), Sala La Mecánica
19 de noviembre: GRANADA (Girando por Salas), Industrial Copera
25 de noviembre: BADAJOZ (Girando por Salas), Teatro Cultura Off
26 de noviembre: CÁCERES (Girando por Salas), Boogaloo Café
8 de diciembre: VALENCIA (San Miguel), 16 Toneladas
9 de diciembre: BARCELONA (San Miguel), Sala Bóveda
7 de enero: GASTEIZ, Principal Antzokia
27 de enero: MADRID, Teatro Circo Price

Tengo unos calcetines tuyos, que me mandasteis de promoción. Me los he puesto y me dieron a conocer tu música. He leído lo que has ido contando sobre lo que significan los limones para ti, cuánto te sorprendió que no sea una fruta veraniega… ¿Pero por qué esa forma de promoción?
Te llegarían unos calcetines y un limón. En el primer disco, ‘Om’, el primer single era ‘KoiLarak’, que significa «cucharas», y hablaba sobre cómo sería mi vida si yo fuera una casa. Y ahí digo que antes de construir la casa, planté un limonero. Ahí planté una semilla. El segundo disco no hablaba de los limones, pero el tercero es ‘Limones en invierno’. Me di cuenta de que yo me parecía mucho a un limón, es una fruta muy llamativa, y al probarla es como «¡¡aaargh!!», pero quieres volver a probarla. Se parece a mí. No sé por qué me siento identificada. El primer single de ese tercer disco era ‘Invierno a la vista’ con Xoel López y para mí era pasar de estar con el corazón roto y tener miedo al invierno a estar curada del corazón. Me apetecía el invierno, la reconciliación con el hogar. Mantita, calor, casa, hogar. Bienvenido al universo de los limones.

El limón está mucho en nuestro folclore, pero también en ‘Lemonade’ de Beyoncé, que no sé si es tu mundo.
Es mi mundo. También Julieta Venegas sacó ‘Limón y Sal’ cuando era adolescente, tenía 13 o 14 años. Hasta esa época, mi cerebro estaba más en cosas para aprender a escribir. Mis padres ponían mucho ‘Ofrenda’ de Pedro Guerra. Fue inspirador proyectar imágenes con letras. El de Julieta fue de los primeros discos que me influyó más bien en pensar cómo cantar.

Es difícil dilucidar influencias escuchando tu música. Me han venido a la cabeza Ella Baila Sola en ‘Eider’ con Silver Rose. No sé si están entre tus reivindicaciones.
Sí, cuando era como adolescente escuché 3 canciones suyas en bucle: ‘Lo echamos a suertes’, ‘Amores de barra’… Tenemos una intelectualidad frágil, que es como cuando se dice «masculinidad frágil». Parece que si tienes un guilty pleasure, si escuchas algo que no está intelectualmente aprobado, eso te baja de tu estatus. Nunca me he sentido cómoda con eso. Si me gusta una canción, me gusta. Esa culpa de escuchar algo que pueda ofender tu intelectualidad… me parece contraproductivo.

Tu último disco es un viaje a través de varias cosas. A veces no es nada Ella Baila Sola realmente… ¿Qué te representa más ahora mismo?
‘Delirios’ con Zahara. Rozando la psicodelia pero no del todo. Ha sido muy importante hacerla con Zahara porque ella ha compartido mucho sobre que te hagan sentir una histérica y una loca. Quería reivindicar ser una mujer fuerte. Cantar con ella es catárquico y empoderador.

Zahara ha denunciado en ‘PUTA’ y ‘REPUTA’ el acoso, el abuso sexual, el machismo, el patriarcado… pero tú la descubriste con ‘El Deshielo’. ¿Cómo has visto su evolución desde que la entendíamos como una cantautora? ¿Te ves realizando una evolución hacia la electrónica, por ejemplo?
Para mí es un referente muy importante. Sobre todo desde que la teloneé en el DabaDaba. Yo tocaba sola, no había grabado ni el primer disco. La vi y vi una mujer libre. Y es muy dífícil ser libre siendo una mujer. Yo pensé: «quiero ser eso, quiero ser libre». Desde entonces he querido trabajar para subirme a un escenario y ser una mujer libre. Hacer del escenario un espacio libre. Zahara además hace un márketing increíble, un packaging increíble, sus letras las puedo ver. Me gustan las canciones que puedo ver. Siempre ha enseñado cosas íntimas, pero ha ido puliendo el diamante, de fuera para adentro, en lugar de al revés. Y así ha llegado a ‘PUTA’, ha llegado al corazón del diamante. Es interesante verla cavar, sin miedo a lo que pueda explotar.

«Es interesante ver a Zahara cavar, sin miedo a lo que pueda explotar»

¿Qué tipo de cantautora te ves? ¿Tipo Calamaro, Christina Rosenvinge, Adele, Ed Sheeran, de desangrarse? ¿O de los pudorosos que no quieren contar demasiado?
Yo me veo en el lado no pudoroso. Autor autobiográfico. Si escucho el CD de Zahara, siento que la conozco un poco más. Es lo que me gusta de Adele. Cada disco es un trocito de mí. Autobiografía total. Las canciones son reflejos de un momento exacto, como escupitajitos. Y el disco es un vómito entero (risas) Me mola reflejarlo así.

¿Cómo va a ser tu próxima música, entonces?
Llevo un tiempo escribiendo canciones. Este año ha sido complicado. He ido puliendo el diamante. Ya no hablo de limones. Son canciones diferentes. No estoy componiendo con guitarra sino con piano. Vamos a parar de tocar tras el fin de gira en el Circo Price de Madrid.

«Ponemos flores a Amy Winehouse en una calle, pero la hemos matado nosotros»

¿Por qué dices que ha sido un año complicado? ¿Por lo profesional, para los músicos, o en lo personal?
Me he dado cuenta de las cosas que he ido pasando. En relación a la fama, a la exposición. Empecé a estar expuesta en 2016, era algo muy lejano a mí. He ido dejando todas esas cosas a un lado siendo una chica joven, he pasado de las cosas que dicen. Ahora que estoy más pausada, estoy haciendo un lavado de todo esto. Cura, cura y cura… me apetece mogollón grabar lo que tengo.

El tema de la exposición me interesa mucho desde antes de las redes sociales. Cómo se han llevado a Kurt Cobain, a Cranberries, ¿cuál es tu visión?
A Amy Winehouse… Si no fuera en las redes, sería otra cosa. Las redes lo facilitan pero la generación de los 27, que la gente se iba suicidando, ya estaba ahí. Yo en terapia también lo he trabajado. Como sociedad tenemos que hacer una autocrítica sobre cómo tratamos a la gente expuesta. Cuando Billie Eilish sale y dice que no conoce a nadie que sea famoso y sea feliz, cuando Justin Bieber está todo jodido… Hillary Duff es la única que ha sobrevivido de las niñas Disney… Ponemos flores a Amy Winehouse en una calle, pero la hemos matado nosotros. Necesitamos una autocrítica. Nos convertimos en algo malo, en algo hostil. Nosotros hemos hecho que esa gente se sienta así.

No tenemos mucha pinta de ir en la dirección correcta. Y es un tema complicado, porque también está la cultura de la cancelación. Nadie sabe muy bien qué hacer con Arcade Fire… Hay un debate.
El debate es importante. Ahora está muy polarizado todo. Sí o no. Blanco o negro. La masa gris es la que tenemos que amasar. Es normal tener dudas, es importante llegar a un punto. Hay que seguir pensando. Me martirizo mucho con eso. Aprendo a hacerlo lo mejor que puedo. Es verdad que es difícil. Hay artistas que sí que he dejado de escuchar por cosas que han pasado, no lo puedo evitar. Me pesa más el dolor.

Pero entonces estamos condenando a una persona expuesta, que a lo mejor tampoco es la peor que hay.
Estamos haciendo un documental desde que llenamos el Velódromo de Anoeta en Donosti, he sido la primera mujer en llenarlo siendo vasca. Pero empecé a ir a terapia y quise sacar esa ira en el docu, que empezó a ser otra cosa. Luego me di cuenta de que había cruzado lo público y lo privado, me confundí totalmente y pensé que si no le contaba algo al público estaba manteniendo algo como secreto. Podía hablar con amigos o con mi terapeuta, pero si no se lo contaba al público, sentía que tenía un tabú. Mi terapeuta me dijo que no, que yo tenía sentido fuera del foco, que si quería contar algo al público «OC». Es verdad que yo empecé sacando todo fuera, recibes cosas, te hieres mucho… Ahora estoy en modo «me quiero cuidar». Al final el docu acabó siendo otra cosa. Va de reivindicar la ternura, de quererse, de ser líder desde la ternura, desde la feminidad… Sale a fin de año.

«Nos extinguiremos en 200 años. En 200 años no nos da tiempo a ser decentes»

Tengo aquí una cita tuya brutal de una entrevista: «la humanidad se extinguirá antes de que consiga ser una especie realmente decente».
A mí me ha aliviado este pensamiento. Lo he hablado mucho con mi padre. Me he sentido muy culpable de ser parte de una sociedad tan mala. Romper el mundo como tierra. Mi padre me dijo «relaja, nosotros nos extinguiremos, pero el mundo seguirá girando, habrá otro tipo de animales, otro tipo de vida, no vamos a romper el mundo, vamos a romper el mundo para nosotros, será inhabitable sólo para nosotros». Y eso me alivió, por lo menos no vamos a mandarlo todo al garete. No creo que se acabe todo, pero nosotros nos extinguiremos en unos 200 años.

Tenía entendido que quedaban miles de millones de años.
200 años. En 200 años no nos da tiempo a ser decentes. A algunos sí, pero al conjunto no.

Espero que la ciencia avance lo suficiente, con cosas que no nos imaginamos. Hace 50 años internet era impensable, ha sido una revolución importante, y creo que habrá más. Si no, me voy a ir de aquí con un disgusto.
Hay varios ecologistas, zoólogos y biólogos que dicen que el daño es tan irreparable, que ya no nos da tiempo.

Bueno, también es verdad que hay gobiernos que niegan el cambio climático.
Exactamente.

Volviendo al disco, me ha sorprendido ver que ‘Argia’ no es de las canciones mejor valoradas.
Es una canción súper infravalorada. Es de mis favoritas. Le dije a Amaral que para mí era súper importante. Se llama además «Luz» en euskera. Que Amaral sí le vea ese brillo es como «¡menos mal!».

Tuve la suerte de veros cantarla juntas en los Premios MIN. Pero en directo no sueles llevar todas esas colaboraciones, ¿no?
El 27 de enero, en el fin de gira, a ver si podemos traer a toda la gente posible de aquí.

Te veo muy inquieta en lo sociopolítico. ¿Hay alguna canción vieja que ya no te represente?
Creo que no. Sí que es verdad que estoy haciendo un tratado de paz conmigo misma. Intento no juzgar mi pasado porque esas cosas me han traído aquí. Es verdad que ‘Errefuxiatuena’, que va de la gente que huye de las guerras, sobre refugiados… me hubiera gustado escribirla desde otro lado. Todos hemos sido refugiados en un momento u otro, y nuestra política de acoger refugiados es asesina. En la canción digo: «déjales que cuenten», porque yo ahora no soy una refugiada. Desde el privilegio asumes que tienes que dar una voz, y ahora no lo haría así. Sería cómo «cállate». Me callaría. Igual tiene que hablar otra persona. Igual que hay muchas canciones de hombres, sobre mujeres, en las que hablan de dejar a la mujer por ejemplo bailar. En vez de eso, habla tú de deconstruirte como hombre. En esa canción digo «déjales que vengan». Igual lo que yo tenía que hacer es deconstruirme como blanca, que es lo que he hecho en el siguiente disco. Pero bueno. Realmente es importante decir que estamos en contra de la guerra. Tenemos que aceptar el pasado, soy muy dura conmigo misma.

¿Por qué dices que nuestra política de refugiados es asesina?
Por Andalucía, por nuestras fronteras con otros continentes, los dejamos morir en el mar.

Pero en España hay refugiados. Tengo amigos profesores y hay muchos niños sirios en las aulas, por ejemplo.
Menos de los que debería haber. Todo lo que tenemos con el continente africano….

Mucha gente pensará que por cantar en euskera tu música es de una manera. Pero en ‘Limones de oro’ hay canciones latinas, que llevan a Brasil, de rock, no rock vasco, sino rock de estadio… Háblame del momento latino de ‘La felicidad’. ¿Qué has aprendido de lo que es la felicidad, desde que la hiciste?
La felicidad, ¿eh? Qué cosa. Lo más cercano que siento es que es un estilo de vida, y que en ese estilo de vida puedes estar alegre o triste por momentos. Puedes tener temporadas de bajona pero que en tu ser haya ganas de apegarte a la vida. El conocimiento de uno mismo, una estabilidad… es estar bastante cerca de la felicidad.

No me gusta preguntar por la pandemia, porque está muy sobado, pero veo a la gente muy tocada, creo que estamos peor de lo que pensamos.
Sí, hay mucha gente que nunca se había parado a pensar, hasta que se paró. Ves que tienes 60 años y no sabes si te gusta tu casa o con quién vives. Mucha gente se ha visto obligada a pensar y depurar muchos años. Va a traer mucha cola. Hay gente que le vendrá el año que viene.

Aun así, ‘La felicidad’ es una canción alegre. ¿Este sonido latino te representará para el futuro o lo ves como algo aislado?
Más para algún tema suelto. Soy muy bailonga. Con Daymé Arocena he aprendido un montón de la rumba habanera. Es maravillosa ella, al Velódromo pudimos traer 4 músicos cubanos, porque nosotros no podemos tocar eso. Hacer otro tipo de sonidos, ese sabor que dicen ellos, ha sido una gozada. Me gustaría no romperlo.

«Yo no lloro y he llorado mucho con ‘Motomami'»

¿Entonces harás un disco de nuevo variado?
Lo veo más aparte. Igual luego me sorprendo. Pero el disco que viene es otra cosa. El primero ‘Om’ era una terapia de amor de Izaro persona. Luego escribí un disco de amor a la ciudad de Donosti. «Limones» lo hice en años felices. Luego hice el Deluxe porque la pandemia se lo comió. Ahora vuelvo un poco al primero pero como Izaro artista. Mi propio «Motomami». ‘Motomami’ me ha tocado mucha fibra, a nivel producción, lo que cuenta, la hostilidad que ha vivido, de dónde lo cuenta. Cuando dice «Mi ambición, delirio de grandeza». El «hate». Intentar bajarla. Somos una sociedad que anima a la gente a que consiga cosas y cuando lo consigue, ya no nos gusta. Me compré el vinilo, lo abres y está con ramas, la cabeza de cierva, con zuecos, pintada… Yo también me identificaba con un animal en la terapia. La foto de portada la entendí cuando escuché el disco. Yo no lloro y lloré mucho con ‘Motomami’. Yo no puedo escucharlo como música de fondo.

O sea que un animal va a ser la imaginería de tu próximo disco.
Una parte.

¿Por qué lo has pasado tan mal respecto a la fama? ¿Es como cuando Amaia dice que no soporta ver artículos sobre si se depila las axilas o no?
Es más un «hate» político concreto. Algo que no me siento muy cómoda compartiendo. Creo que Rosalía ha tenido el suyo propio que no es como si eres fea o no, si tienes pelos o no. Es algo más sistemático. Estoy curando muchos traumitas de uno en uno, como la Rosi.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: izarozahara