De ‘The Man Who Fell To Earth’ (1976) a ‘Arrival‘ (2016), la ciencia ficción nunca ha dejado de producir historias sobre aliens que visitan la Tierra. ‘¡Ay!’, el nuevo disco de Lucrecia Dalt, se suma a la tradición, pero lo hace de manera muy particular. El disco narra la historia de Preta, una entidad consciente que llega al planeta azul y, adherida a un nuevo cuerpo, descubre el sentido de la percepción humana. Pero ‘¡Ay!’ también es un disco que ofrece su propia versión de la música latina, y que, al revés, transforma este sonido tan humano, tan sensual, en algo alienígena.
Colombiana afincada en Berlín, Dalt lleva años navegando un interesante limbo situado entre el pop electrónico, la música electroacústica, el ambient y la experimentación radical con el diseño de sonido. Su disco de 2013 ‘Syzygy’ funcionaba como banda sonora no oficial de una película de David Lynch, el de 2018 ‘Anticlines’ se inspiraba en su experiencia en la geotecnia, y ‘No era sólida’ (2020) exploraba los límites de lo claustrofóbico en un disco oscuro y liminal que sonaba a parálisis del sueño.
Concebido durante la pandemia, ‘¡Ay!’ nace de la necesidad de Dalt de recuperar los ritmos de la música latina con los que se crió, como la salsa, el merengue, el bolero o el mambo e, inspirado en canciones como ‘Ay José’ de Machito y Graciela o ‘I Can’t Get Started’ de Pérez Grado, propone una deconstrucción de los mismos donde los exquisitos arreglos instrumentales -de contrabajo, clarinete, flauta, trompeta, congas, etc.- se encuentran con brochas de noir jazz decadente y con pequeñas dosis de distorsión electrónica que hipnotizan y enrarecen el conjunto.
‘No tiempo’ abre el largo con una fantasía de clarinetes y trompetas que se cruzan con el sonido ‘Twin Peaks’. Su “aventura temporal” nos lleva al spoken word rematadamente sensual de ‘El Galatzó’, marcado por la voluptuosidad del contrabajo, que camina con “indiferencia erótica”. Su uso sigiloso de vientos y percusiones recuerda a Tom Waits. Más turbia, ‘Dicen’ emplea un lenguaje un poco Drag Queen (“se cree la esfinge o Medea, la muy dadá”), lo cual nos recuerda que el humor también cabe en este disco titulado ‘¡Ay!’ porque es una expresión típica de América Latina que “sirve para todo”, y que Dalt usa para aligerar el peso del concepto.
En este trabajo elegante per deliberadamente obtuso por momentos (‘Enviada’) destacan por necesidad sus momentos más accesibles, lo cual incluye la claridad de estribillos como los de ‘Atemporal’, ‘Contenida’ o ‘Bochinche’. Sin embargo, el carácter táctil y sensual de los arreglos es suficiente para mantenernos cautivados. A menudo estos suenan inspirados en bandas sonoras de los años 40 (‘La desmesura’), y el bolero de ‘Gena’ se inspira directamente en ‘Love Streams’ de John Cassavetes. Sin embargo, el ‘Epílogo’ demuestra que el supremo gusto de los arreglos es suficiente motivo para acercarse a este largo.
Con posibles precedentes en la obra del mencionado Tom Waits o Juana Molina, ‘¡Ay!’ entrega un interesante cruce entre música latina y ciencia ficción. El álbum podría haber ido más lejos en su encuentro con la electrónica, pues, con alguna excepción, las canciones se quedan más cómodas en la tradición de lo esperado. Finalmente es el concepto del disco el que dota a ‘¡Ay!’ de un sentido futurista y alienígena. Musicalmente no van tan lejos, pero su sentido de la tradición sí resulta extraño y poco familiar, y da lugar a la creación de un universo propio que, en su rareza, vale la pena visitar.