Música

Gilla Band / Most Normal

Cuando un grupo cambia de nombre corre el riesgo de perder el interés del público, pero Gilla Band (que ya no se llama Girl Band porque no quiere «contribuir a la cultura de la no inclusión») es un grupo experto en correr riesgos. Su música es una de las cosas más interesantes que le ha pasado al rock en los últimos años, un cruce de noise desquiciado y post-punk deconstruido que, en un primer acercamiento, provoca un «shock», algo que no tantos artistas logran a día de hoy.

Puede que ese impacto inicial se haya disipado con el tiempo, pero es imposible que Gilla Band deje indiferente. El grupo irlandés llega a su tercer disco crecido como influencia para grupos comercialmente más exitosos como Fontaines D.C., pero contento, a su vez, con su estatus de banda de culto, que tanto le permite seguir experimentando. Y ‘Most Normal’ es un trabajo desarrollado durante la pandemia, sin presiones, en el que Dara Kiely, Alan Duggan, Daniel Fox y Adam Faulkner siguen dando interesantes vueltas a su sonido y llevándolo a diferentes extremos.

Ese interés por profundizar en las posibilidades de su estilo lleva a Gilla Band a facturar composiciones tan locas como la pista inicial, ‘The Gum’, un bucle de noise claustrofóbico que cruza la línea de Xiu Xiu para llegar al terreno de Merzbow. Más adelante, la percusión trotona y el screamo de ‘Bin Liner Fashion’ se desarrolla hacia algo parecido a la autodestrucción, mientras Carey canta que «en algún punto dejé de ser mono, la juventud se me paró de golpe». Una de las piezas más atractivas es ‘Post Ryan’, que cierra el disco, e incorpora un arreglo de guitarra que suena como un arpa completamente desubicada dentro de la grabación.

Como de costumbre, Gilla Band contrarresta la intensidad de sus composiciones musicales con cierto humor en las letras, tan dadaístas como siempre. ‘Eight Fivers’ es básicamente una tormenta de guitarras distorsionadas que Kiely utiliza para denunciar que «me he gastado todo el dinero en ropa de mierda», y otro de los singles, ‘Backwash’, típico de Gilla Band, incluye frases como «ese tío ha manifestado un ataque de tiburón» o «miro de mala manera a la gente que lee libros». Leídas en inglés («It became a muscle, a hustle to be a Jack Russell») tiene más sentido entenderlas como experimentos sonoros también, pero con las palabras en lugar de con los sonidos.

Por supuesto, las letras absurdas de ‘Most Normal’ aportan otra capa de locura a las canciones, que, sin realmente representar un paso adelante para Gilla Band (‘I Was Away’ podría estar en cualquiera de sus discos), siguen sonando muy diferentes a básicamente todo lo que puedas escuchar. El collage de gritos de locura y texturas noise de ‘Capgras’ incluye una pullita a Ryanair, because why not; y el carrusel de seis minutos de ‘The Weirds’ entra en un terreno más misterioso, cuando Dara canta que «nunca he matado, y nunca volveré a matar». Son nuevas muestras de la capacidad de Gilla Band para hacer un tipo de rock demente que no tantos se atreven a hacer, y que menos hacen tan bien como ellos.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: Gilla Band