Cine

‘Aftersun’, el deslumbrante debut autobiográfico de Charlotte Wells

La memoria es una de las cualidades más valiosas de nuestra existencia. Desde que somos pequeños vamos construyendo recuerdos, vivencias que se nos quedan grabadas, frases aparentemente insignificantes que de alguna manera no se olvidan; personas que aparecen y desaparecen; caras, lugares y sensaciones que marcan para siempre. Las grabaciones de vídeo y las fotografías inmortalizan estos instantes, pero hay algo que es imposible de captar: nuestras circunstancias y mentalidad de ese preciso momento. Lo que se nos pasaba por la cabeza cuando hacíamos la foto o cuando nos grababan en vídeo.

En su debut en la dirección, la escocesa Charlotte Wells se embarca en una búsqueda imposible para capturar el recuerdo con todos sus matices, y trasladar al espectador a esas vacaciones de verano que vivió de niña con su padre en Turquía en los años 90. En su ficción autobiográfica, Sophie, de 11 años, pasa unos días con su padre en un resort para extranjeros en la costa turca. De manera puntual, Wells alterna esa línea temporal con otra en la que una Sophie adulta reflexiona sobre su yo de aquel momento y, especialmente, sobre la figura de su padre.

No es hasta que uno va creciendo que se da cuenta de que los padres son personas con tantos problemas como cualquier otra, y que no tienen siempre todo completamente bajo control. En ‘Aftersun’, la Sophie niña aún no tiene la madurez suficiente para darse cuenta de esto, pero de cierta forma, su estancia en Turquía le servirá a su versión futura para entender mejor a su progenitor.

Wells deja que sus imágenes hablen por sí mismas y nunca incide en lo obvio. Mediante un ritmo pausado y melancólico, la directora elabora una preciosa historia paterno-filial, que paulatinamente va calando hasta encogerte el corazón, casi sin que te des cuenta. Su mirada observadora y la excelente química que consigue de sus actores, hace que sea difícil no enamorarse de ambos personajes. Frankie Corio en su primer papel como actriz derrocha carisma y gracia, mientras que Paul Mescal encarna a un hombre herido y de buen corazón de forma conmovedora. La relación entre ambos se construye a base de pequeños detalles cotidianos, diálogos aparentemente anodinos que esconden matices esenciales sobre el cariño, los cuidados y los respectivos momentos vitales en los que ambos se encuentran.

Ver ‘Aftersun’ es como viajar al pasado, incluso si tu propia experiencia difiere de lo que la película cuenta. La dirección de Wells hace que parezca que has vivido ese momento y que conoces a (y te reconoces en) esas personas. Es una película tremendamente personal e introspectiva, pero siempre desde una visión universal. Su labor como directora y guionista novel impresiona por su madurez creativa y su asombrosa capacidad para conseguir que los complejos sentimientos que quiere trasmitir se metan debajo de tu piel, logrando una de las más bellas reflexiones sobre la infancia, la fugacidad del tiempo y la familia del cine reciente.

Resulta complicado no salir conmovido de ‘Aftersun’, un deslumbrante y devastador debut que rebosa verdad y cariño en cada plano. La sutil partitura de Oliver Coates es una de las más elegantes y emocionantes que se han hecho este año. Así como cierta escena en torno al final en la que suena ‘Under Pressure’ de Queen y Bowie, que consigue sacudirte emocionalmente de la manera más imprevista. Si toda la película es una sucesión de fotogramas estéticamente cuidados y sugerentes, Charlotte Wells se saca de la manga un plano final magistral, en el que rinde homenaje a su memoria, a su yo del pasado, a su presente y a su futuro con una imagen poderosísima para el recuerdo.

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Publicado por
Fernando García