El pasado 13 de febrero murió en París a los 91 años de edad el orquestador y arreglista Alain Goraguer, pieza esencial del mejor pop francés de los 50 y 60. Sólo sus inicios como coescritor y arreglista del influyente Boris Vian ya serían suficientes para ocupar una página importante en la historia del pop, pero de ahí pasaría a arreglista y orquestador de los primeros cuatro discos de Serge Gainsbourg, con los que se consagró definitivamente. Muchas de las imaginativas ideas sonoras de esos álbumes, como su utilización de elementos de jazz, su inventiva incorporación de percusiones y ritmos latinos o su enfoque minimalista -que también iba con el humor seco de Gainsbourg- se deben a Goraguer.
Continuaría a lo largo de los 60 haciendo arreglos para artistas de primera fila como Juliette Gréco, Brigitte Fontaine o Moustaki, pero son especialmente históricas sus contribuciones a los primeros discos de France Gall, siempre arreglando y orquestando canciones fundamentales de su carrera, desde los comienzos más infantiles y “novelty” hasta cuando empezó a hacer pop más interesante, canciones como ‘N’écoute pas les idoles’, ‘Christiansen’, ‘Laisse Tomber les Filles’, ‘Le Temps De la Rentrée’ o ‘Attends ou va t’en’. Muchas de las mejores eran composiciones de Gainsbourg, y se puede decir que estos tres artistas hicieron un combo imbatible durante esos años, que tuvo su cumbre en ‘Poupée de cire, poupée de son’ (“muñeca de cera, muñeca de sonido”), compuesta para concursar en el Festival de Eurovisión de 1965.
La historia de ese 20 de marzo del 65 en Nápoles es fascinante por varias razones. Nada hacía pensar en el triunfo para Luxemburgo (país al que representaba la francesa Gall) debido al carácter rompedor del tema, muy diferente a las baladas sentimentales que dominaban el concurso por aquellos años. Para más inri, en los ensayos matutinos la propia orquesta de la RAI abucheó a Goraguer y Gall tras tocar la canción. Al parecer aborrecieron su ritmo trepidante (“como de caballería”, en palabras de France) y no tuvieron problema en expresarlo. Gainsbourg, que andaba también por allí, “se enfadó y abandonó el estudio”. Así que la hostilidad flotó en el ambiente todo el día, y Gall y Goraguer estaban convencidos de que iban a fracasar. Pero todo cambió cuando por la noche, inesperadamente, la canción entusiasmó a los jurados de la mayoría de países y acabó ganando por delante de la favorita, que era la inglesa Kathy Kirby.
La grabación de la actuación muestra a un Goraguer en lo que seguramente fue una de las cumbres de su carrera: en una estampa quizá chocante para los eurofans actuales, no era raro que los cantantes interpretasen estáticamente desde los mismos micrófonos de los presentadores y aparecieran en primer plano -como hizo France- mientras que en el foso de la orquesta el director, en este caso Goraguer, parecía acaparar hasta más protagonismo escénico:
Pero la historia no acaba ahí: a pesar del triunfo inesperado, los recuerdos de Gall de aquel día fueron siempre bastante desoladores. En años posteriores relataría la visita a su camerino de la concursante inglesa para insultarla, un momento extremadamente desagradable que ella recordaba “como una bofetada”. Para más inri el impresentable de Claude François (cantante con quien por aquel entonces estaba saliendo en secreto) la llamó justo después de la actuación para decirle que había cantado “de pena”. Al parecer ella rompió con él en el momento (“dix points, France Gall”). Así que cuando la pobre France salió a cantar la canción por segunda vez (aunque no se aprecia en el vídeo) acababa de pasar un buen rato llorando. Gainsbourg, presente en ese momento como se aprecia también en el vídeo, declararía lo siguiente: “salió del camerino llorando, es algo cruel. Hay aspectos de este oficio inmundos. No es ya la abyección. Es peor que la abyección”.
Cerramos este Hit de ayer con la versión original. No se puede quitar mérito a la melodía de Gainsbourg o a su interesantísima letra que retrata el absurdo de las cantantes pop adolescentes (muñecas de cera, contrapuestas a los discos, de cera también en su versión más primitiva), esas artistas atrapada en una burbuja desde la que cantan “al amor sin razón / sin conocer a ningún chico / ¿de qué me sirve?”). Pero no se puede negar que la orquestación brillante de Alain Goraguer fue crucial. Desde luego es la canción de toda la carrera de France Gall en la que tiene más peso todo ese fabuloso arreglo orquestal, con sus suntuosas cuerdas, épicas trompetas y hasta una guitarra twang. Tan sinfónico enfoque tenía todo el sentido porque se escribió para el concurso y Goraguer hizo bien en explotar al máximo la orquesta que estaría presente el día de la actuación. Su excelente arreglo propulsaría a la canción al primer puesto del Festival.
El trío Gainsbourg/Gall/Goraguer seguiría cosechando éxitos (la sublime ‘Nous ne sommes pas des anges’ hasta recuperaría el mismo ritmo cabalgante de ‘Poupée…’) pero ninguna de esa canciones llegaría a vender tantas copias o a calar en el imaginario popular de la misma manera que ‘Poupée de cire, poupée de son”.
‘Poupée de cire, poupée de son’ suena en la entrega nº 425 de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.