Música

Andy Shauf / Norm

Resulta reconfortante que de vez en cuando aparezcan discos definibles como “pop atemporal” y que eso no nos remita automáticamente a los 60 o o los 70. Porque el pop melódico indie de finales de los 90 produjo cosas maravillosas en sellos como Labrador, Él Records, Siesta o Slumberland, en los que el pop se practicaba con fervor y sin demasiada obsesión por réplicas nostálgicas. Daba igual no grabar en cinta magnética, o reproducir sonidos de batería setenteros y sintes analógicos o mimetizar el estilo de artistas clásicos. Como resultado, las canciones sonaban a una refrescante mezcla de elementos temporal y estilísticamente transversales, y es a ese “pop clásico” al que suena este ‘Norm’ del canadiense Andy Shauf, alejándose de esas referencias quizá más obvias de sus discos anteriores y abandonando bastante la guitarra como instrumento principal.

Ese hecho, o el añadido de que estemos ante 12 canciones melódicamente muy redondas, ya sería suficiente motivo para recomendarlo, pero como siempre con Shauf hay una dimensión extra bastante apasionante, que es cómo unifica sus discos en obras conceptuales. Curiosamente para esta nueva entrega el músico se había propuesto hacer un álbum “normal”, con canciones sin relación mutua, y estilísticamente centradas en la música disco (!). Pero conforme las componía empezó a surgir la figura de ese Norm del título, un personaje que acabó apoderándose del disco (el título pasó de ‘Normal’ a ‘Norm’) y las intenciones bailables quedaron aparcadas.

Todo esto crea un contraste verdaderamente rico: las canciones se despliegan desde el inicio con dulces melodías, riffs o motivos de pianos y sintetizadores realmente evocadores (‘Wasted on You’), pero para la segunda canción se empieza a apreciar una interesante disonancia con las letras: en ‘Catch Your Eye’ esos “I need to meet you / I need to catch your eye” parecen insinuar que el narrador en primera persona podría ser un acosador (“creo que te he visto en el supermercado”). En ‘Telephone’ ya va quedando mucho más claro: “Solía llamarte por teléfono / Me costaba aguantar la respiración y no decir nada / Entonces colgabas, siempre parecías confundida / y te girabas y cerrabas las persianas”. En paralelo a este factor de inquietante voyeurismo (pero también deliciosamente novelesco), la canción desarrolla -en lo musical- una preciosa producción espaciosa que predominará en todo el álbum, y de la que es responsable Neal Pogue (Doja Cat, Tyler The Creator), autor de la mezcla del disco.

En ‘You Didn’t See’ y ‘Paradise Cinema’ predominan hermosos arreglos de piano, incluyendo esos gloriosos acordes de séptima mayor tan Burt Bacharach, pero combinados con sintetizadores y sonidos orgánicos de flautas o vientos, que traen ecos de aquellos héroes de culto de la sofisticación 90s llamados The High Llamas. Elementos que arropan un sorprendente cambio de narrador en las letras: El “yo” que canta estas canciones representa -según ha explicado Shauf- a Dios. Un Dios que observa a Norm enredarse en su obsesión persecutoria y se pone de su parte (“la noche que él empezó a mirarte desde detrás de los árboles (…) su hombro asomaba y yo lo cubrí de hojas / lo cual puede parecer extraño, pero es que este hombre conoce Mi amor / Y por eso no viste a Norm”). ¿Un Dios creepy que asiste a los acosadores? Shauf parece tenerlo claro: “Se está enamorando (…) Te observa cruzando la calle / hacia el cine Paradise para la sesión de tarde / Y, estés lista o no, eres su número uno / Diez minutos después, un billete tres filas detrás de ti”.

Pero resulta que no es tan sencillo: el propio Shauf explica en los textos promocionales de ‘Norm’ que el relato está inmerso en la técnica del “narrador no fiable”. Esto implica que las voces que narran pueden no estar contando la verdad, o incluso ser imaginarias. ¿Es ese Dios en realidad una voz en la cabeza de Norm para autojustificar sus acciones?

Norm’ supone la cúspide musical del disco: una exquisita melodía al piano que es ya una de las mejores canciones de lo que va de año. También marca el punto en el que Dios parece empezar a inquietarse por las intenciones del protagonista. Le sigue ‘Halloween Store’, que supone el momento más uptempo de todo el álbum, quizá por ser la única superviviente del proyecto de música disco. También contiene un importante bloque narrativo de la historia, para lo cual se beneficia de ese estilo de cantar-medio-hablando tan Paul Simon que permite incluir más texto. En ella Norm se prepara para seguir a su acosada a la tienda de Halloween, con inesperado desenlace.

No más spoilers en un disco en el que la historia es esencial… tanto que Shauf utilizó al escritor Nicholas Olson como editor de los textos de las canciones, para asegurar la consistencia narrativa. Y que te hace hasta dudar de qué le importa más al autor. Porque a pesar de la brillantez musical y todo el cuidado que Shauf ha puesto en grabar algo bonito, parece que agradar melódicamente no sea su prioridad. En realidad es algo fascinante de encontrarse en estos tiempos de hiperconfesionalidad pop. Reajustarse a la idea de que la voz del cantante no le representa sino que encarna a varios personajes -incluso uno odioso- puede costar un poco, pero cuando lo consigues la experiencia es disfrutabilísima, y recupera la tradición de ficción pop propia de artistas como Randy Newman y sus microrretratos cínicos de personajes repulsivos.

El desenlace en el plano musical está resuelto con la misma erudición pop que en el planteamiento y nudo: melodías con más acordes bacharachianos y elementos sonoros muy inspirados: ¿cuántos riffs o motivos bonitos e imaginativos hay en el disco? Se pierde la cuenta. Por momentos recuerda a Louis Philippe, Keren Ann o hasta al olvidado Mr. Wright, pero con suficientes elementos propios que aportan singularidad y que convierten a este álbum en un evidente paso adelante en la obra de Shauf.

En cuanto al desenlace narrativo, a pesar de que canta las canciones con sentida emoción, no busca en absoluto la redención. El propio autor lo deja clarísimo en su entrevista con Stereogum en la que hace un detallado repaso de lo que significa cada canción: “si alguien piensa que ‘Telephone’ es una bonita canción de amor creo que tienen derecho a hacerlo, pero también creo que deberían escuchar con más atención (risas)… la historia del disco es muy oscura”. Por mi parte, ha sido un gran placer escuchar este disco y encontrarme con la sorpresa doble de pop excelente y una micro-novela negra.

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Publicado por
Jaime Cristóbal
Tags: andy shauf