La vida de Ramona (María Vázquez) está siempre al borde del abismo. Trabaja limpiando en una fábrica en un pueblo costero gallego y lucha por llegar a fin de mes; su pareja se dedica a beber continuamente y no valora sus esfuerzos; y su hija de 18 años, acaba de irse a vivir con su nuevo novio y ha dejado de estudiar. Continuamente con la soga al cuello, Ramona intenta salir del subyugante infierno en el que se ve atrapada.
En su ópera prima presentada en la Berlinale, Álvaro Gago traslada al formato largo el cortometraje homónimo que le llevó a triunfar en el Festival de Sundance en 2018, basado en (y protagonizado por) Francisca Iglesias Bouzón, la mujer que cuidó a su abuelo durante 8 años.
En la tradición del cine social europeo, el cineasta gallego posa todo su peso dramático en el retrato de su protagonista, de forma similar a la de los hermanos Dardenne en ‘Rosetta’ (1999) o ‘Dos días, una noche’ (2014).
Toda ‘Matria’ gira alrededor de Ramona, interpretada por una extraordinaria María Vázquez (mejor actriz en el Festival de Málaga), a la que seguimos cámara en mano, casi siempre a escasos centímetros de su piel. Hay una humanidad siempre palpable en la extraordinaria construcción del personaje y en su interpretación. El rostro castigado por los disgustos y su constante pelea contra el mundo no impiden que Ramona derroche una vitalidad asombrosa. Ahí se encuentra lo más bonito de la película: en ese indudable cariño en la representación de su heroína. Ramona es imperfecta, y la película se empeña en mostrarla como tal: una mujer con carácter, impulsiva y alegre, que no siempre hace las cosas bien y que es un carismático terremoto que arrasa allá donde va.
Pese a que ‘Matria’ no ofrezca grandes sorpresas ni se separe demasiado de los retratos sociales de los mencionados cineastas belgas o de Ken Loach, es un más que solvente trabajo. Gago muestra pulso narrativo y habilidad para crear progresión dramática mediante una atmósfera asfixiante que evita caer en los maniqueísmos frecuentes del género. Comprometida con reflejar las precarias condiciones a las que a menudo se enfrenta la clase obrera, la película rinde homenaje a todas las mujeres que reman a contracorriente para sacar a los suyos y a ellas mismas adelante. También sirve como recordatorio de que no pueden con todo, porque es meramente imposible. La siempre empática y férrea visión del cineasta y el torbellino interpretativo que es Vázquez, convierten el intimismo de ‘Matria’ en un épico alegato anticapitalista y antipatriarcal.