Música

Flavien Berger / Dans cent ans

Flavien Berger se ha consolidado en el último lustro como uno de los nuevos artistas franceses más interesantes y sorprendentes. Sin acabar todavía de calar en el gran mainstream galo, su casi medio millón de oyentes mensuales en Spotify merece sin embargo mucho respeto, el que ya le muestra de forma arrolladora la crítica de su país. ‘Dans cent ans’ supone el tercer disco de una trilogía que este parisino inició en 2015 con ‘Léviathan’ y continuaría en 2018 con ‘Contretemps’, dos discos con sitio para piezas de electro-pop al estilo de Suicide o para preciosos medios tiempos de tintes electrónicos, siempre eso sí con un espíritu experimental.

Como cierre de ese ciclo, no sorprende por tanto que ‘Dans cent ans’ ahonde en esa fórmula a medio camino entre lo pop y la experimentación. Lo que sí es un deliciosa sorpresa es comprobar que se trata del mejor disco de la tríada: es así en gran parte porque las melodías son más radiantes, posiblemente las más accesibles de su discografía hasta ahora, un escalón más hacia un pop sin disculpas, directo, que el propio Berger ha mezclado con la voz más presente que nunca, y sin efectos con los que darles una pátina de artificio.

Es algo que queda patente en esa primera batería de cinco canciones totalmente espléndidas con las que se cubre el primer tramo del álbum, del pop vanguardista de ‘Les yeux, le reste’, con sus atmósferas sónicas vaporosas, a la delicadeza electropop de ‘Soleils’, belleza minimalista máxima. Entremedio, dos de los highlights del disco, ambos destacados con sus correspondientes videoclips: ‘D’ici là’ tiene un esplendoroso beat y seductores sonidos, pero con otro arreglo podría pasar perfectamente por folk-pop francés de los 70 o hasta por una pieza de chanson. ‘Berzingue’ ofrece lo más pinchable del disco, con ese contagioso verso recurrente (“cling cling cling cling…”) y un ritmo casi monocorde, obsesivo, que suena a cold wave francesa de los 80 pero también a 2023. ‘Jericho’ tiene ecos de Isabelle Antenna, pero también de las maravillas con voz unísona chico-chica de Les Pirouettes.

Todo ello va canalizado muy seductoramente a través del timbre de voz de Berger, un barítono de tesitura similar a la de Etienne Daho (con quien por cierto ya colaboró en 2018), y que en la canción ‘Soleilles’ incluso mimetiza su fraseo al milímetro. La propia hoja de promo de ‘Dans cent ans’ describe este disco como “un encuentro dentro de un sueño entre Etienne Daho, un derviche indio y Debussy” (no especifica si con un “disco beat”). Es otra de las facetas en las que Berger ha madurado más desde 2015: su voz es menos afectada, más desacomplejada, y transmite mejor.

Pero todavía hay más capas: algunas letras tienen la suficiente ambigüedad para parecer lugares comunes de pop, pero esconden sorprendentes subtextos: por ejemplo ‘D’ici là’ parece ir dirigida a una persona amada (“imagino que llegará la hora de rendir mi corazón a ti / Intento imaginar qué vida me aguarda después de que llegues”) y sin embargo es un canto a la muerte. Otras, como ‘Jericho’, describen escenas oníricas o imprecisas (“Querría volver allí, donde recupero mis alas y vuelvo a ver esos lugares / como la ciudadela, convoys inalcanzables entre las callejas”), con las que Flavien trata de expresar su incertidumbre ante lo oculto y el porvenir, otro de los temas del disco.

En paralelo, las capas sonoras de todo el álbum están cuidadosísimamente trabajadas por Berger, con un nivel de detalle casi de diseño de sonido, ofreciendo coloraciones diferentes, experimentales, pero que están moldeadas con timbres irresistibles al oído, convirtiendo la producción de ‘Dans cent ans’ en algo rico y distinto, y a la vez accesible. En algunos momentos surge la tentación de describir esas texturas tan elegantes con la “f word” (“French touch”), pero lo de Berger habita en otro mundo, supone un sonido mucho más de autor.

La sección central del álbum alterna más perlas de pop sensible y atmosférico (‘Pied-de-biche’) con sinfonías electrónicas más experimentales (esa ‘6666666’ dedicada a Satán, o los poemas orientales de ‘莊子’) hasta llegar a la pieza central, en el corazón del disco: ‘Dans cent ans’ dura 15 minutos y es una fascinante suite, un recorrido por los muchos géneros y sonoridades que Berger domina: texturas vanguardistas y glitches, pop melódico clásico francés, un beat reggaetonero que acaba derivando en una preciosa coda sinfónica con instrumentos de música clásica, y hasta sonidos encontrados en la conclusión.

Antes del bonito broche final de ‘Nouveaux nous’ (quizá la más reposada y meditativa, con piano eléctrico y el mismo bajo “fretless” de ‘Pied-de-Biche’, puro sosiego pop), nos encontramos con una última pieza instrumental bastante vanguardista, titulada “estudio con voces 2023”. Como su nombre indica está construida a base de voces tratadas con efectos, que armonizan muy bellamente. Su escucha, aun tan distinta a todo lo demás, se asimila sin dificultad después de la completísima aventura sónica de estas 12 canciones.

Ese resulta a la postre el mayor logro de este ‘Dans cent ans’: conseguir aunar experimentación compositiva y pop melódico francés sin que aquella aburra ni esta resulte previsible, y hacer que suenen coherentes entre sí. Todo ello empastado con un diseño sonoro impecable al oído y preciosas melodías, que confirman a Flavien Berger como una figura esencial del pop francés actual y futuro.

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Publicado por
Jaime Cristóbal