No sé si puede haber ahora mismo una palabra peor considerada que «plástico». Es casi el sinónimo de la contaminación, la viva imagen del mal en el debate sobre el cambio climático. Al menos entre aquellos que no destruyen carriles bici como primera medida urgente al llegar a su gobierno chispas.
Por eso es tan triste para un músico, en un disco que habla sobre la fama y sobre todo sobre la «SED» de la misma cuando la has perdido, escuchar que «los años pasan» y que «tus discos son sólo plástico». Que si eras el rey de algo, no era del rock, ni del pop. Sino del plástico.
Admirando profundamente a personajes como Prince como músico o productor, comprobando lo joven que murió, también Michael Jackson, o lo que para muchos es la deriva de Madonna, Triángulo de Amor Bizarro se han concentrado en reflexionar sobre este tema. El corte de que hablamos se llama ‘Huele a colonia chispas’ y su estribillo pasa de ser «tu vida fue demasiado corta» a «la vida es demasiado larga». Habría que preguntar su opinión a Kurt Cobain, a Ian Curtis, a Chris Cornell o a Avicci.
Esta es la primera vez que el grupo gallego, acostumbrado a premios de la crítica, reconocimiento de la industria y listas de lo mejor del año, han compuesto un álbum conceptual. Hay un hilo conductor en lo lírico que nos lleva desde ‘Estrella solitaria‘, una de las mejores canciones de su carrera; hasta el final de ‘La condena’. La primera es una de las composiciones que más abiertamente se inspiran en la absoluta obra maestra cinematográfica a este respecto, ‘El crepúsculo de los dioses’ (qué bien ha «envejecido»), y la última es una pseudobalada sobre la esclavitud hacia aquello que «perseguimos».
En medio hay temas sobre esos ogros de la industria que por un lado te calientan la oreja con frases hechas vacías de contenido («la música que haces tiene corazón») y por otro te sugieren que abandones a tu familia a la vez (‘Cómprate un yate’). Sobre cazadores cazados, como ‘La carretera’. O sobre «Espectadoras» que buscan un lugar en la historia también. «Soy sólo alguien que busca lo que es suyo», repite una y otra vez.
En lo musical, y pese a nuevas aportaciones en cuanto a instrumentación y grabación, el 6º álbum de Triángulo de Amor Bizarro no presenta tantas novedades como en lo lírico. De hecho, hay muchas autorreferencias a canciones pasadas. Tanto ‘La carretera’ como ‘La espectadora’ tienen un algo a ‘Barca quemada’. ‘Estrella solitaria’ es la canción tipo de New Order que «Triángulo de Amor Bizarro» paradójicamente no manejaron hasta ‘Baila sumeria’, pero que ahora nos resulta familiar. En verdad ya tenían un tema sobre la fama llamado ‘Estrellas místicas‘, sobre su relación con sus fans. Aquella en que Isa Cea verbalizaba una demanda de algunos de sus seguidores: «sonríe, hostia, sonríe».
El grupo con su propia producción y la de su inseparable Carlos Hernández, continúa sonando espectacular en la parte noise con las guitarras de Rodrigo Caamaño (‘Estrella antivida’, ‘Huele a colonia chispas’) y entregando momentos que degustar. ‘Canción de muerte del pez dorado’, con ese toque 50’s que les lleva un par de discos sentando tan bien, ofrece aquí un desarrollo diferente. Las guitarras crepusculares del final remiten al Brit Pop, en concreto al Bernard Butler de ‘Dog Man Star’. Y el cierre de álbum con ‘La condena’ es de los mejores que han entregado, entre los los efectos y los teclados de Zippo y la batería de Rafael Mallo.
Una de mis interpretaciones favoritas de ‘SED’ es aquella en la que Triángulo de Amor Bizarro reflexionan también sobre su propia relación con el éxito. Una teoría en la que ellos no son espectadores, sino que también observan su propia decadencia. Su decadencia en un mundo que ya no quiere tantos grupos de noise en festivales. La de un mundo en el que predominan los solistas, pero con muchos featurings. La de un mundo en el que el rock solo está ya representado por Måneskin. Habría algo realmente poético en que este fuera el último disco de TAB. Pero aquí no hay atisbo de caída o crepúsculo. El grupo gallego ofrece un disco diferente y distinguible de los demás, en este caso sobre todo por su temática, dando suficientes razones como para que ansiemos ya averiguar cuál será su próxima idea.