En la portada de ‘Space Heavy’, el cuarto disco de Archy Marshall como King Krule, un barco de vela navega a la deriva en un mar embravecido levemente iluminado por la luna, reflejando su figura en el agua. Es una imagen inquietante, melancólica y bella en su propia desolación, precisamente como la música a la que ilustra.
El artista londinense de 28 años escribió este álbum poco después de que naciera su primogénito, cuando estaba continuamente entre dos ciudades: Liverpool, donde su mujer y su hijo viven, y la capital británica donde él trabaja. De ahí viene el título del proyecto, de ese espacio que hay de un lugar a otro, refiriéndose principalmente al estado mental en el que se encontraba el artista, a ese sentimiento casi nómada de estar dividido entre dos sitios.
Como cualquier trabajo de King Krule, en ‘Space Heavy’ no encontraremos grandes dosis de optimismo, sino más bien divagaciones existencialistas envueltas en delicados pasajes jazzísticos y toques post-punk. La atmósfera que crea es tan densa que parece que uno tuviera que hacerse hueco con las manos entre una nube de humo para penetrar en ella. ‘Flimsier’ asienta con firmeza el tono general, hablando de una relación que no tiene futuro sobre unos psicodélicos acordes de guitarra eléctrica. La voz de Marshall, tímida y frágil, cargada de una angustia que nunca llega a explotar. En contraste, en ‘Pink Shell’, el breve corte punk que le sucede, canta en un registro más alto, casi gritado.
La preciosa ‘Seaforth’ cuenta con la melodía más pegadiza del proyecto y muestra la sensibilidad más pop del artista. Las canciones de King Krule casi siempre sorprenden conforme evolucionan, ofreciendo sonidos inesperados, construyendo mundos inhóspitos en los que paradójicamente quieres quedarte a vivir. Como en el final de ‘That Is My Life, That Is Yours’. Lo que parecía una sutil balada acústica culmina con un sorprendente saxofón. O en la progresión que va intensificando el dramatismo de ‘Empty Stomach Space Cadet’.
‘Hamburgerphobia’, situada en la mitad del proyecto, recoge una imagen que puede ser cómica (comerte una hamburguesa por la calle y que los pájaros te la quiten) y la transforma en una trágica reflexión existencialista autodestructiva ahogada en la tensísima y fantástica instrumentación (percusión frenética, ligeros toques de saxofón, una sombría melodía de guitarra acústica…) En la sugerente ‘Seagirl’, Marshall se junta por primera vez en un disco suyo con una voz que no es la propia, donde la dulzura de Raveena le acompaña con admirable química.
La música de King Krule siempre ha tenido un componente algo extraño: madura, exigente, nada complaciente. A Marshall no le interesan los ganchos fáciles ni busca que el oyente se sienta particularmente cómodo escuchándolo. Más bien parece estar continuamente retándonos, intentando encontrar nuevas formas de expresión artística, retorciendo su fórmula para no repetirse.
Si todo ‘Space Heavy’ refleja un estado de ánimo triste y amargo, en su último tramo esto se hace incluso más evidente. ‘When Vanishing’, una pieza prácticamente instrumental de violines y piano consigue erizar la piel con sus tonalidades casi fúnebres. ‘If Only It Was Warm’, que recuerda a Low, también muestra a un King Krule depresivo, repitiendo ciertas frases como un mantra (“Estoy tan decepcionado contigo”, “Si solo fuera calidez lo que tienes”) hasta lograr esa emoción genuina tan presente en todo el álbum.
‘Space Heavy’ retrata sentimientos desagradables y la fealdad del mundo desde una profunda belleza, una cruda y sin alardes. Es un proyecto denso y delicado, dotado de un universo sonoro repleto de preciosos matices en los que perderse.