Cine

‘Indiana Jones’ y el dial del destino: una digna e infravalorada despedida

Teniendo en cuenta todo lo que se ha explotado la nostalgia con otras sagas, es casi extraño que no haya habido más entregas de Indiana Jones desde ‘El Reino de la Calavera de Cristal’, allá por 2008. 15 años después de esa entrega, y más de 40 después de la primera, llega por fin ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’, con la intención de poner punto y final a las aventuras del personaje interpretado por Harrison Ford. Si en 2008 se rumoreó una continuación con Shia LaBeouf como relevo, ahora se ha dicho algo parecido con Phoebe Waller-Bridge, pero no sucedió entonces y no parece que vaya a suceder ahora, entre otras cosas por los resultados que está teniendo en taquilla.

Sin ser objetivamente malas cifras, resultan una decepción teniendo en cuenta el enorme presupuesto de la cinta, y todo lo que Disney quería recaudar con ella. “Pero, ¿tan mala es?” En absoluto. Sin llegar al nivel de la trilogía original, ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ sí supera a la entrega de 2008, siendo una película de aventuras divertidísima y de la que tanto Indy como Steven Spielberg (esta vez no dirige él) se pueden sentir bien orgullosos. Pero, sobre todo, es una despedida del personaje que ya quisieran muchas sagas alargadas hasta la náusea.

Spielberg le pasa el testigo a James Mangold, un director bastante heterogéneo: suya es ‘Inocencia Interrumpida’, pero también la oscarizada ‘Ford v Ferrari’, o ‘Logan’, la aclamada última entrega de Lobezno. Tampoco George Lucas escribe, pero los padres de la criatura se quedan como productores ejecutivos, y juntos han convencido a John Williams para que aporte de nuevo la banda sonora original (parece que Williams pensaba usar la película como canto de cisne, pero finalmente ha decidido no retirarse), y han armado un reparto que es uno de los puntos fuertes de la película.

Después de que la villana anterior fuese Cate Blanchett, ‘El Dial del Destino’ sigue apostando fuerte y planta a Mads Mikkelsen con un personaje que le viene como anillo al dedo. Que por cierto, curiosidad: en cierto modo, se puede decir que ahora las sagas de Indiana Jones y James Bond comparten universo por partida doble, ya que ambas tienen a Sean Connery (007 y padre de Indy) y Mads Mikkelsen (villano en ‘Casino Royale’ y aquí). Pero es que la tradicional compañera de aventuras es la mismísima Fleabag herself, Phoebe Waller-Bridge, a la que nunca imaginamos ver en escenas de acción y que está de lo más natural, cerca de ser la mejor compañera que ha tenido Indy (por detrás de Marion Ravenwood, obviamente). Junto a ellos, John Rhys-Davies retomando su papel de Sallah (al que dio vida en la trilogía original, con la excepción de ‘El templo maldito’), el inevitable chaval interpretado aquí por Ethann Isidore, y roles más secundarios para gente como Antonio Banderas o Toby Jones.

Como decíamos, Lucas no ha escrito el guión, cayendo la tarea en el propio Mangold junto al reputado David Koepp y a Jez y John-Henry Butterworth, así que es curioso que, cuando sí iba a encargarse, dijese a Total Film que quería incluir algo sobrenatural pero con cierta base realista, “que no sea una máquina del tiempo”. Yyyy sorpresa: en esta ocasión, tanto Indy como los demás personajes andan detrás de la Anticitera, un artilugio capaz de predecir grietas temporales. Pero, lejos de ser una mala idea, es un acierto casi meta, porque el tiempo tiene mucho que ver en esta película. El tiempo, el envejecimiento, la nostalgia, el sentir que el mundo ha seguido y tú te has quedado atrás… Mangold ya exploró esto en cierta manera en ‘Logan’, y aquí, aunque lógicamente con un prisma menos oscuro, resulta interesante ver cómo afecta esto al arqueólogo más famoso de la Historia del Cine, en lo que también podría ser un recadito al espectador y a la industria sobre lo que estamos haciendo con la nostalgia y los símbolos.

El propio Harrison Ford no quedó del todo contento con el final de ‘El Reino de la Calavera de Cristal’, y la verdad es que aquí puede estar orgulloso de un cierre de personaje que ahora tiene un magnífico equilibrio entre lo amargo y lo feliz. Pero no todo son buenas ideas, claro. El prólogo se alarga demasiado, y la modificación digital no ayuda, ni aunque sea una forma de señalar ese “recadito” antes mencionado. Hay personajes secundarios un tanto deslavazados, como el de Boyd Holbrook o el de Shaunette Renée-Wilson. Este último es casi un token, y el único caso en que puedo darle la razón a quienes critican la película por “haber hecho woke a Indiana Jones”. Los antiwoke llevan un tiempo siendo tan cansinos o más que sus odiadas némesis, pero aquí resulta especialmente llamativo que les moleste el personaje de Waller-Bridge (supongo que la Marion de ‘En busca del Arca Perdida’ sería ahora inclusión forzada) o el papel de los nazis como enemigos (!!!).

En resumen, ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ es una dignísima conclusión a la saga del látigo, que disfrutarán quienes crecieron con el aventurero, quienes le descubrimos con los DVDs o incluso quienes no hayan visto ninguna y simplemente quieran pasar un buen rato con una buena película de aventuras (o adorar a Phoebe Waller-Bridge). Incluso los más desconfiados seguro que sienten un cosquilleo con cierto momento. “¿Dónde te duele?”.

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Publicado por
Pablo Tocino