Música

PVRIS / EVERGREEN

PVRIS consigue mantener a los fieles suficientes como para lograr aún colarse en el top 25 británico, lo cual no es fácil para un cuarto disco ya. El proyecto de Lyndsey Gunnulfsen apuesta en ‘EVERGREEN’ por un sonido variado en su reivindicación. En concreto, estamos ante «una reclamación de control en la cultura post-pandemia», tratando temas como la tecnología, la fama, la cultura del espectáculo o la autonomía femenina.

Esto último es claro en tanto que PVRIS se ha ido convirtiendo en un proyecto en solitario de «Gunn». El guitarrista Alex Babinski fue obligado a irse hace un par de años por acusaciones de acoso sexual, y pese a defender su inocencia, y al bajista y teclista Brian MacDonald ya solo le veréis en los directos. Además, uno de los sencillos principales, ‘GODDESS’, es precisamente una «celebración de la feminidad en todas sus formas».

Muchos temas entre la primera parte del disco continúan llevando la marca de la casa de alguien que asegura tener a Sum 41 y Florence + the Machine entre sus ídolos, indistintamente. Si el emo, lo industrial, el synth-pop… se han cogido de la mano en varios puntos de la carrera de PVRIS, este disco se abre con un tema tan épico como ‘I DON’T WANNA DO THIS ANYMORE’. ¿Y qué es eso que PVRIS «ya no quiere hacer más»? El tema habla de sufrir un «meltdown», de sentirte como en una rueda de hamster, y de la presión de los algoritmos en las redes sociales.

Si esta canción es más sintética, ‘GOOD ENEMY’ (que apunta a uno mismo como nuestro peor enemigo), se entrega más a las guitarras eléctricas. ‘ANIMAL’ juega con una distorsión controlada, ‘TAKE MY NIRVANA’ cuenta con la colaboración de Mike Shinoda de Linkin Park en la producción, mientras que ‘HYPE ZOMBIES’ termina en reversa, recalcando la sensación demoníaca que buscaba desde el principio la mezcla vocal.

A partir de ‘SENTI-MENTAL’, una canción agradable que prueba que el registro girl group también sienta muy bien a Lyndsey Gunnulfsen, ‘EVERGREEN’ desbarra un poco. No es tan «evergreen». Comienzan a sucederse las baladas, en un registro extrañamente mitad R&B, mitad trip hop; mitad Morcheeba, mitad Depeche Mode, hasta que el disco recupera fuerza con los dos últimos temas, ‘LOVE IS A’ y el titular. En esa segunda parte del disco, con cosas como la canción de hoguera ‘ANYWHERE BUT HERE’ y ‘HEADLIGHTS’, uno llega a dudar si estaba escuchando el mismo trabajo que al principio. ‘GODDESS’ hasta había sonado un poquito a Britney Spears.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: pvris