La crisis creativa en The National, en inglés conocida como «writer’s block», no ha dejado un disco nuevo para la banda en un año, sino dos. Ni ‘First Two Pages of Frankenstein‘ ni ‘Laugh Track’ ocuparán «páginas» esenciales de su carrera… ni tampoco suponen nada de lo que avergonzarse. La principal noticia aquí parece lo que ambos se han quedado a punto de ser.
Explica el grupo sobre este disco sorpresa y hermano de «Frankenstein» que con él querían explorar lo que es una banda de rock. Uno de los temas que estrenaban hace unas semanas sin revelar su destino, ‘Space Invader’, se extendía hasta los 7 minutos jugando precisamente con las guitarras eléctricas en su última parte. Se trata de una canción llena de frases en condicional «¿Y si…?», tipo «¿y si no nos hubiéramos conocido nunca?», «¿y si siempre hubiera seguido en ese tren?» o «¿y si nunca hubiera escrito esa carta?».
Mejor aún, el disco se cierra con una improvisación llamada ‘Smoke Detector’, que se grabó en junio durante una prueba de sonido en Vancouver. La sensación es que podría ser una de las locuras ideadas por el mejor Destroyer, conteniendo en sus guitarras la espontaneidad y la energía rock que presume. Se ha dejado a la batería de Bryan Devendorf guiar más el álbum para ver dónde podía llevarlo. Y sin embargo, no: este no es un disco particularmente más rock de The National, pues en otros momentos decide ser otras cosas.
Tampoco es el disco más country. Una de las sorpresas agradables es la colaboración con Rosanne Cash en ‘Crumble’. Parece que procediendo de un país como Estados Unidos y con semejante vozarrón crooner, Matt podría ser el nuevo Johnny si quisiera. Porque esta canción funciona y el registro en alguna otra pista como ‘Hornets’, también.
En verdad, incluso se podría plantear un álbum de colaboraciones por parte de The National, viendo el gusto que le han cogido a contar con voces amigas como Taylor Swift, Sufjan Stevens, o en este disco Bon Iver y Phoebe Bridgers. Esta última aparece en uno de los momentos más mágicos del álbum, de nuevo inmersa en un «mar de dudas» y sufrimiento, desde una deliciosa sencillez: «creo que nuestros ojos van a llorar, creo que nuestras corazones se van a romper». Pero no, tampoco este disco se atreve a ser ese disco de grandes colaboraciones que escucharías la próxima Navidad. Ni remotamente The National querrían ser She & Him.
El Matt Berninger que huye de la depresión, que se busca a sí mismo, que tiene graves problemas de comunicación con su pareja, que termina un álbum preguntando 50 veces «¿no sabes cuánto te quiero, verdad?», escribe canciones de 6 y 7 parrafazos explicando cómo se siente. Él y sus colegas los hermanos Dessner, que no paran de colaborar por aquí y por allá, parecen haberse olvidado de condensar cualidades. De concentrar sentimientos de manera 100% eficaz.
Al menos sí lo son al 70%. Por ejemplo en ‘Turn Off the House’, en ‘Deep End’, pop in crescendo con una estructura compleja, que puede resistir décadas en su repertorio; o en esa ‘Dreaming’ que ya han incorporado al tour. Poco malo que decir de una banda tan transparente y tierna, que tiene el detalle de escribir una letra para su ‘Tour Manager’. Solo ellos saben lo que habrá tenido que aguantar la pobre «Alice».