Música

Adiós Amores / El Camino

Es un error meter a todos los jóvenes en el mismo saco. Ni a todos les encanta TikTok -para esta web han escrito y escriben algunos que lo odian-, ni todos escuchan urban. El dúo Adiós Amores, formado por Iman Amar y Ana Valladares, en esto desde que tenían aproximadamente 25 años, han hecho «marca» con referentes tan inesperados como Jeanette, France Gall y Françoise Hardy. Amar admite que no tiene reproductor de vinilos, pero el sonido de su banda es como si se hubiese criado escuchando LP’s de Smash, Los Brincos, Los Chichos y Cat’s Eyes. Quitando a estos últimos, estamos hablando de lo que habrían escuchado no sus padres, sino sus abuelos.

Adiós Amores fueron uno de esos grupos que se hizo con un público durante la pandemia. Sus propios 7″ se agotaban y alcanzaban precios estratosféricos en Discogs, recopilándose luego en lo que llamaron casi que «Grandes Éxitos». ‘Sus Mejores Canciones‘ apareció en varias listas de los Mejores Discos de 2022. ‘El Camino’ es el que, ahora, consideran su debut. Publicado por Ground Control en colaboración con Sonido Muchacho, es fiel a todos los principios estéticos del dúo andaluz. Por un lado, se ha perdido algo de factor sorpresa; por otro, el grupo gana cuerpo y entidad.

Eso incluye un punto siniestro que ya relució en alguno de sus primeros singles, como ‘Doce navajas’, aquí muy presente en la tétrica ‘Humo negro’, en la que se combinan levitaciones con desasosiego: «es mi soledad el humo negro que me impide ver lo que yo tengo, y es que aunque quisiera, yo no puedo». ‘Ese lugar’ y ‘La sirena’ representarían también esos momentos de bajona.

Después, el álbum presenta otros temas más alegres. Recibe el nombre de ‘El camino’ porque pretende reflejar precisamente el tránsito de unas emociones a otras. ‘Cumbia de la serpiente’, sobre una serpiente que no se adapta a la gran ciudad, funcionará mejor en sus directos que en su versión de estudio, pero ‘Canción de despedida’ sí es todo un subidón como colofón final, con su momento de crecida a lo La Casa Azul. La pista empieza como una de sus grabaciones meditativas y espirituales, y termina por todo lo alto, dejando atrás el dolor de la ruptura. «Me has reventado el corazón partido en dos, pero yo puedo con cuidado recogerlo, y sé que al pasar el tiempo, ya me empezaré a sentir mucho mejor».

Por encima de su temática bucólica, con especial querencia por la fauna sobre la flora (inicio de ‘Ave rapaz’ y del disco), destaca la variedad rítmica y estilística. Son sintetizados los arreglos de cuerda -aunque no se nota-, pero refulgen los espectaculares arreglos de viento, grabados con músicos reales -es muy evidente en la mezcla- junto al productor Raúl Pérez. Trompetas y saxos te transportan a las plazas de los pueblos y a una infancia lejana, tanto como los estilos del álbum, tan variados como el rock (la guitarra de ‘Caras nuevas’), la rumba (‘La culpa’) o el Western (la excelente ‘El camino’).

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Publicado por
Sebas E. Alonso