En ocasiones aparecen operas primas que no lo parecen, que poseen una sensibilidad y una madurez especiales. Es el caso de ‘Vidas Pasadas’, estrenada en Sundance y la Berlinale, el debut cinematográfico de la dramaturga canadiense-coreana Celine Song, una película que gira en torno al término coreano “In-Yun”, que hace referencia al destino y a la reencarnación. Según él, te rodeas de las personas con las que tuviste una conexión en una vida pasada.
La película presenta diferentes líneas temporales en la vida de Nora y Hae-Sung. En la primera de ellas, ambos son niños, viven en Seúl y son inseparables. Pero la familia de Nora decide emigrar a Canadá, por lo que acaban perdiéndose la pista. Varios años más tarde, ella está estudiando en Nueva York cuando recibe una solicitud de amistad de Hae-Sung por Facebook y retoman el contacto. Sin embargo, la distancia no tarda en complicar su romance platónico.
‘Vidas pasadas’ es mucho más que un drama romántico al uso. Es una película que entiende el paso del tiempo y las circunstancias como elementos inevitables que moldean nuestras vidas sin que podamos hacer nada al respecto. El conflicto que propone Song está tratado desde una visión realista del mundo y desde un sabio sosiego, lo cual provoca que cuando las emociones afloran, lo hagan de manera desbordante. La película brilla en la construcción de sus personajes y en la complejidad de las relaciones y situaciones que propone entre ellos. Song narra desde la experiencia, ya que la trama tiene tintes autobiográficos: ella también se mudó con su familia a Canadá cuando era niña y también tuvo un amor preadolescente que tuvo que dejar atrás.
El guion de Song es siempre cuidadoso a la hora de explorar el romance y la idealización de este. Nora, su alter ego, es un personaje fascinante que se ve envuelto en una situación emocionalmente muy compleja, y está encarnado magistralmente por Greta Lee, quien aporta inmensa calidez y expresividad. Teo Yoo también está fantástico en el papel de Hae-Sung, un personaje que, a diferencia de Nora, está anclado en un pasado que no existe. Song retrata con precisión y conocimiento de causa ese choque entre dos culturas y dos estilos de vida. Nora conoce ambas partes, pero su vida está mucho más ligada a la cultura occidental en la que ha vivido muchos de los años más formativos en el crecimiento de una persona. Si ella se sitúa en un punto intermedio entre ambos mundos, su marido John -un personaje escrito de manera sublime e interpretado con enorme talento por John Magaro- representa el mundo occidental. Así, Song establece un triángulo amoroso que además sirve como analogía para reflejar la experiencia del inmigrante, eternamente atrapado entre dos culturas.
Los paisajes urbanos de Saúl y Nueva York adquieren aquí especial importancia, imprimiendo la imposibilidad del amor entre los protagonistas. La cineasta transmite el anhelo y la melancolía de ese amor que se pierde en el tiempo sin poder evitarlo consiguiendo momentos de auténtica emoción, especialmente en el extraordinario final. La narrativa de Song remite tanto al David Lean de ‘Breve encuentro’ como al Wong Kar-Wai de ‘Deseando amar’ en su manera de construir el dramatismo y la belleza alrededor del romance.
‘Vidas Pasadas’ es un enorme tratado sobre los lazos que construimos con otras personas y sobre cómo el azar maneja nuestro destino. Song intenta que sus personajes y los espectadores vean que el tiempo no es tan cruel como parece, que hay belleza en crecer, en mirar atrás y ver lo que ganamos, no lo que perdimos.