Música

Primavera Weekender: de la tormenta sónica de Dinosaur Jr a la jovialidad de Biig Piig

El Primavera Weekender se celebra en un entorno sorprendente: un resort de bungalows cerca de Benidorm, ambientado en el mundo de Robin Hood. Eso otorga una dosis de extrañeza estética a la propuesta, pero la verdad es que el recinto no puede ser más confortable: estancias agradables, distancias inexistentes, buen rollo generalizado… Un festival para gente que lleva(mos) muchos festivales y estamos algo hartos de triatlones musicales. Ojo, que aquí aunque no existan apenas los solapes, también hay maratones de conciertos. Pero con la ventaja de que, en menos de cinco minutos, estás de vuelta a tu cabaña.

En el Weekender todo el mundo se mezcla: te puedes hacer una foto con Joe Casey, el cantante de Protomartyr camino de ir a ver a Bob Mould. Bob inaugura el escenario Damm a pelo, solo con la guitarra eléctrica. Se echa de menos el acompañamiento de banda, pero le pone tantas ganas y pasión que se disfruta igual su repertorio repleto de joyas de Hüsker Dü principalmente, pero también Sugar y guiños a su carrera presente, como abrir con ‘The War’, de su álbum ‘Beauty & Ruin’. Enseguida engancha sin pausas con el legado de Hüsker Dü: ‘Flip Your Wig’ y la maravillosa ‘I Apologise’.

Bob recorre el escenario de punta a punta en las partes instrumentales como poseído. En un pequeño receso nos pregunta que qué bandas vamos a ver e, irónicamente, se señala la guitarra y dice: “Por lo que a mí respecta, esto es lo único que vais a ver”. ‘Forecast of Rain’ y ‘Next Generation’, otras canciones del presente, quedan muy bien encastadas entre tanta joya de los 80 como ‘Celebrated Summer’. Pero claro, se acaba el set y nos ataca a la línea de flotación: la imperial ‘If I Can’t Change Your Mind’ de Sugar, en el que hace el “tiriri” final con la voz de una manera muy graciosa, ‘See a Little Light’ de su lejano debut en solitario y claro, cierre con los Hüsker Dü y ‘Makes no Sense at All’ mientras bailo y boto en primera fila.

Sharon Lopez

El concierto de Dinosaur Jr no tiene absolutamente nada que ver con el del año pasado en el Primavera. Si aquel solo fue correcto, y afectado por varias incidencias externas e internas (sonido flojete), esta vez Mascis, Barlow y Murph arrasan con todo. El sonido es algo sucio y saturado, pero queda perfecto para su repertorio. Incluso el pelazo de Mascis y Lou es aún más pelazo, especialmente el de Lou, al que apenas se le ve la cara de tanto que se agita (y agita su frondosa melena). ¡Hasta J Mascis se mueve y está más expresivo de lo normal!

Enseguida llega el momento de gloria de Barlow, ‘Garden’, una de las pocas concesiones al presente en un concierto de hits pretéritos. Se suceden las tormentas sónicas, las virguerías a la guitarra de Mascis. Bob Mould, en un lateral, esta atento y agita la cabeza. Los raros parones para afinar la guitarra no rompen la energía. En ‘Start Chopin’ nos dedicamos al “air guitar” demente. En ‘The Wagon’ el público devuelve los coros a Mascis enajenados. Pero la locura máxima se desata en ‘Feel the Pain’: pogos, euforia, me parapeto detrás de mi novio porque tengo el tumulto al lado mientras imito los clásicos riffs de guitarra de la canción. ‘Freak Scene’ es jodidamente emocionante, pelos de punta. Y claro, ‘Just Like Heaven’, con Lou Barlow brillando en sus “Youuu” tan blackmetaleros. Monumental.

El haber salido tan arribísima de Dinosaur Jr afecta la correcta valoración de OFF!. El supergrupo de punk hardcore suena como un tiro, nos ofrecen furia y hay pogos desde el minuto uno en el escenario Brugal, un curiosísimo espacio que emula a los recintos de justas medievales, suelo de arena y gradas incluidas. Yo los veo sentada como una señora, veo los precarios crowdsurfing del público desde arriba, mientras Keith Morris, con sus inconfundibles rastas, se desgañita y se le nota emocionado. Suenan potentes y acelerados pero, ay, mi energía y mi corazón me lo han robado Dinosaur Jr.

Sharon Lopez

Biig Piig es un bálsamo después de tantos señores mayores ruidosos. Jessica Smyth parece querer rendir homenaje a Mel C en su vestuario, aunque su música esté más en el pop ochentero, algo funky, algo tropical, un poco Roosevelt, un poco Sade: en su banda brillan un saxofonista y un teclista-bajista la mar de apañados. Nos dice en un español muy bien pronunciado que hace mucho que no viene a España a tocar. Su jovialidad nos conquista, su puesta en directo aún más, porque le da más dinamismo a su propuesta, porque hace que su voz brille sedosa. Muchas de sus canciones mezclan el español con el inglés, como ‘Roses and Gold’. A ella se la ve cada vez más animada, aunque el murmullo de la conversación sea constante y que incluso estar en primera fila no te libra de los charlatanes. Su concierto poco a poco se desliza hacia terreno más 90’s gracias a la presencia del drum&bass. De repente nos empieza a soltar un discurso sobre su cuerpo, pide al público que se aparte, que dejemos nuestro cuerpo ir y ¡hop!: salta en medio de la pista y es izada y transportada por la multitud mientras canta ‘Switch’. Se lo pasa ella aún mejor que nosotros. Y claro, para cerrar ‘Kerosene’, que no puede sonar gozosamente más a 1992.

El desplazamiento entre escenarios no puede ser más fácil, son unos pocos pasos. Eso sí, te despistas un momento para ir al baño o esperar a tus amigos y te pierdes el inicio de Deerhoof. El cuarteto de noise-rock experimental está todo alineado en primer plano, batería incluido. Deerhoof son encantadores y emanan una energía muy hippy y también muy intelectual, sin resultar pedantes. El batería-teleñeco le arrea al instrumento como si no hubiera un mañana, y la cantante-bajista Satomi Matsuzaki tiene un raro carisma. A medida que transcurre el concierto están más sueltos y menos alineados. El batería nos dice que cuando les dijeron que iban a tocar en un castillo, se sintieron muy felices. Pero que al estar tocando con todos nosotros en el castillo se sienten extremadamente felices. Lo dicho, encantadores. Y ahora llegaría la hora de Fucked Up, pero llevo levantada desde las 7, la jornada del sábado apunta a maratoniana y hay que guardar las fuerzas. En cinco minutos, ya estoy en la cama. Eso también es maravilloso.

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Publicado por
Mireia Pería