Música

‘Club Zero’: sectas, trastornos alimenticios… y provocación gratuita

El mindfulness, el auge de los gurús que prometen modos de vida alternativos, las dietas alimenticias radicales, la estupidez de los ricos… Jessica Hausner, cineasta austríaca obsesionada con los reversos oscuros de la fe, arremete contra todo eso en su nueva película ‘Club Zero’, una satírica comedia negra empeñada en generar en el espectador un constante estado de incomodidad.

Mia Wasikowska protagoniza este segundo largometraje en inglés de la directora tras aquella primera incursión con la interesante ‘Little Joe’ en 2019, con la que comparte una estilización visual notoria con respecto a sus anteriores trabajos. Los colores vivos y las simetrías vuelven a ser protagonistas en una puesta en escena que combina los singulares estilos de Wes Anderson y Ulrich Seidl. No sorprende pues, que la productora de este último haya colaborado en la película.

‘Club Zero’ nos traslada a un instituto de élite justo en el momento en el que llega una nueva profesora para impartir un curso sobre “alimentación consciente”. Un pequeño grupo de alumnos se une por distintos motivos: algunos están preocupados por el medioambiente, otros quieren tener autocontrol y otros, simplemente, están allí porque necesitan créditos para conseguir una futura beca. En este pequeño universo es donde la docente recién llegada, Miss Novak, conseguirá ser venerada por todos ellos con sus ideas radicales sobre la alimentación, haciendo que poco a poco los jóvenes vayan negándose a comer.

Al comienzo de la proyección ya se nos informa que estamos ante una cinta donde se reflejarán conductas alimenticias peligrosas y que pueden ser perjudiciales para quienes padezcan o sean vulnerables a trastornos relacionados con la comida. Esto sirve de primera alarma para anticipar que seguramente vayamos a presenciar una película provocativa. No es ninguna novedad, especialmente en el cine de autor europeo, cierta tendencia a la crueldad en las narraciones contemporáneas. El caso de Hausner es curioso, pues parece haberse ido paulatinamente acercándose a ella en los últimos tiempos, pero es aquí donde la abraza por completo.

El film propone un humor negro, a menudo físico, que puede recordar al de Yorgos Lanthimos. Durante los primeros minutos, el tono inquietante y la crítica social a las ideas woke de la Generación Z funciona de manera eficaz, pese a que su forma de hacer llegar el mensaje no sea particularmente inteligente. Miss Novak es un personaje a priori atractivo porque no sabemos nada de ella y su ideología, tan absolutamente alarmante y marciana, despierta interés. Pero esta opacidad pronto se vuelve en contra de Hausner, ya que tiene demasiado peso en la trama para la mínima información que conocemos. Tampoco ayuda que la visión de la cineasta, por mero intento de no caer constantemente en lugares comunes, acabe siendo saboteada por ella misma en un ejercicio de confusión y torpeza narrativa que va evidenciándose según avanza.

Lo que parecía un claro alegato en contra de la manipulación hasta la anulación del individuo de las sectas, acaba virando en una sucesión de viñetas grotescas que emborronan el presunto discurso de la película. Representando lo peor de ese tipo de cine cruel, Hausner apuesta por el impacto fácil y tira por la borda todo lo anteriormente construido con una de las escenas más asquerosas, gratuitas y despreciables imaginables. Cuando por fin termina y uno puede mirar plenamente a la pantalla de nuevo, es inevitable no pensar que a la cineasta lo único que le importaba era llevar al espectador ahí.

‘Club Zero’ termina siendo una provocación vacía y ensimismada. Si la “alimentación consciente” de Jessica Hausner consistía en dejarnos hambrientos y con ganas de vomitar: objetivo conseguido.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Fernando García
Tags: club zero