Jlin es una de las artistas de música electrónica más prestigiosas del último lustro. Su disco ‘Black Origami’, de 2017, fue el sexto mejor valorado de ese año en cualquier género. Después, su EP ‘Perspective’, de 2021, recibió una nominación al Pulitzer. A Jerrilynn Patton se la ha asociado directamente con Aphex Twin, pero con quien ha colaborado de verdad es con Björk.
Precisamente Björk es uno de los nombres invitados al nuevo disco de Jlin, ‘Akoma’. Y no es la única: nada menos que Philip Glass y el Kronos Quartet -quien, cerrando el círculo, ya colaboraron tanto con Glass como con Guđsmunsdóttir hace años- aparecen en este nuevo trabajo de esta innovadora del footwork nacida en Indiana. Ella, curiosamente, cita a Eartha Kitt y Nina Simone entre sus influencias.
El footwork es un tipo de música electrónica evolucionado del ghetto house y el hip-hop que se caracteriza por el uso de ritmos caóticos y desenfrenados. Jlin lo aborda desde una perspectiva clínica e hipercalculada, estilizada al máximo. Su tema ‘Black Origami’ es un auténtico espectáculo y cuando lo escuchas no puedes creer que alguien haya sido capaz de crear una música de este tipo.
‘Akoma’ es un disco de beats, por tanto, pero Jlin encuentra diferentes maneras de enriquecer su universo. A Björk la invita a producir con ella el tema de apertura, ‘Borealis’, en el que básicamente indica el camino hacia el trap del futuro. ‘Open Canvas’ es la producción más loca. Sus percusiones sucumben al frenesí absoluto, pero luego Jlin tira los cambios de tempo que le vienen en gana. En ‘Auset’ pisa el acelerador y convierte su footwork futurista en una apisonadora.
‘Akoma’ signifia “el corazón” en ghanés y la música de África -y de otros lugares- parece inspirar algunas de las percusiones del disco. Parecen grabados en directo los ritmos de tambores y congas de ‘Challenge (To be Continued II)’, y ‘Eye Man’ pone el ojo en la tabla india. Son detalles orgánicos que aportan calidez al disco. Porque ‘Akoma’ es mecánico hasta el punto de la deshumanización.
No es algo malo en absoluto: el dark tecno es una influencia en ‘Iris’, otro ejemplo del footwork refinado y pulido al máximo de Jlin. Pero ‘Speed of Darkness’ es ya una pequeña locura que te lleva a la alucinación sin necesidad de consumir drogas. Jlin samplea lo que parece el llanto de un bebé y, como perdida en la inmensidad del espacio exterior, lo estira y expande hasta la desintegración.
Aunque están presentes en ‘Akoma’ las cuerdas de Kronos Quartet en ‘Soladite’ y el piano de Philip Glass en ‘The Precision of Infinity’, es más excitante otro de los cortes firmados en solitario, ‘Summon’, que parece una pelea de esgrima, y el conjunto de ‘Akoma’ suena minuciosamente elaborado hasta lo enfermizo. Es un disco tan avanzado que probablemente la pop star que use su sonido en el futuro, todavía no ha nacido.