El paso del tiempo ha dejado claro que encasillar a Mount Kimbie es imposible. El dúo original de dubstep y future garage formado por Dom Maker y Kai Campos se convierte ahora en cuarteto en ‘The Sunset Violent’, incorporando a la teclista Andrea Balency-Béarn y al batería Mark Pell. La renovada banda, que venía de explorar el R&B alternativo, el hip hop y el trap con ‘MK 3.5: Die Cuts | City Planning’, técnicamente su cuarto álbum aunque su título sugiriera que se trataba de una mera transición, cogen el relevo del post-rock que ya exploraron en ‘Love What Survives’ para adentrarse en un sonido sucio de influencia shoegaze dominado por guitarras distorsionadas e inquietantes sintetizadores.
En ‘The Sunset Violent’, el impredecible grupo británico vuelve a juntarse con King Krule, uno de sus colaboradores habituales, para dos canciones. No sorprende en absoluto que se entiendan tan bien con el autor de ‘Space Heavy’, ya que su música tiene mucho en común: es exigente, críptica, inclasificable y, sin embargo, dotada de un envolvente misterio que atrapa. En el potente cierre krautrock que es ‘Empty and Silent’, la voz de Marshall y su sugerente poesía brillan. La letra está directamente sacada de su diario, y referencia a ‘Empty Stomach Space Cadet’, una canción de su mencionado último disco. El grupo también le da protagonismo en ‘Boxing’, una suerte de balada dream pop que lleva al oyente directamente a los 90.
El antiguo dúo electrónico se desenvuelve de maravilla en este nuevo sonido, beneficiándose de la presencia de sus nuevos miembros y volviendo a encontrar un punto de conexión artística que parecían haber perdido en ‘MK 3.5’, donde la primera parte de aquel trabajo la firmaba Maker y la segunda Campos. Manteniendo sus orígenes electrónicos pero adaptándolos al indie rock de bandas como Stereolab o Sonic Youth, ‘The Sunset Violent’ es claramente un paso adelante para Mount Kimbie.
Canciones como ‘Dumb Guitar’ son clara evidencia de ello: una maravilla post-punk tan cargada de rabia como humor sobre los esfuerzos por salvar una relación que parece abocada al fracaso («Cada día comemos fuera / Otra cita y me suicido / Despiértame la próxima vez que estés cerca / Despiértame el próximo verano, tío»). El contraste de la voz de Dom Maker con la de Balency-Béarn es un grandísimo acierto que se repite en varias ocasiones, como en la también estupenda ‘Shipwreck’, o en otro de los cortes más destacados, ‘Fishbrain’, con sus guitarras distorsionadas y sus cavilaciones existencialistas.
La brevedad del álbum -tan solo nueve pistas- hace que una pieza principalmente electrónica como ‘Got Me’, que se desmarca más del sonido indie rock del resto del conjunto, no se entienda demasiado y resulte algo decepcionante. Aunque, situada justo en la mitad de la secuencia, puede verse como una especie de interludio que separa la cara A de la cara B, que por suerte, están muy equilibradas.
Lo mejor de ‘The Sunset Violent’, además de sus producciones hipnóticas y sugerentes, es que demuestra una vez más que Mount Kimbie pueden hacer cualquier cosa y salir airosos. Tanto si deciden volver a la electrónica, seguir por este camino post-punk o aventurarse en cualquier otro género, hay motivos de sobra para prestarles siempre la máxima atención.