Música

Waxahatchee / Tigers Blood

Renovarse o morir. Un dicho al que muchos artistas deben enfrentarse para afrontar los siguientes pasos de su carrera, y algo que Katie Crutchfield, la persona tras el pseudónimo de Waxahatchee, tuvo que pensar cuando en 2020 cambió el indie-rock influido por los 90 que había marcado su trayectoria artística hasta ese momento por la americana y el country en ‘Saint Cloud’, un álbum que acercó su música a un público mayor y que supuso un clarísimo punto de inflexión para la artista.

‘Tigers Blood’, su sexto trabajo en solitario, recoge los frutos que sembró su antecesor -y también los de ‘I Walked With You A Ways’, su estupendo disco junto a Jess Williamson- y continúa esa misma senda sonora, refinándola y sofisticando ciertos elementos para construir un disco tan cálido como acogedor.

Tras ‘Saint Cloud’, Brad Cook vuelve a ser el productor, impulsando la voz de Krutchfield a explorar nuevos territorios dentro del country alternativo. Una de las primeras canciones que se gestaron fue la preciosa balada ‘Right Back to It’, para la que contaron con uno de los mejores representantes del género actual, MJ Lenderman, conocido tanto por su trabajo en solitario como por ser el guitarrista de la banda Wednesday. La química fue inmediata, por lo que Lenderman acabó quedándose durante el resto de la grabación del disco, convirtiéndose en uno de los puntos clave de este.

‘Tigers Blood’ no tiene una narrativa lineal. No se trata de un álbum conceptual o uno que orbite continuamente sobre los mismos temas. Más bien, ofrece un amplio abanico de experiencias y sentimientos que Waxahatchee narra desde una perspectiva más madura y segura que nunca. En la mencionada ‘Right Back to It’, canta sobre la seguridad de estar en una relación de muchos años, incluso cuando las inseguridades acechan de vez en cuando. Es una canción romántica no demasiado romántica, en la que está hablando de su relación con Kevin Morby.

Pero las letras del álbum no siempre aluden al aquí y al ahora, sino que rebuscan en momentos vividos y, a veces, ya superados, como en la emocional balada ‘365’, sobre lo doloroso de mantener una relación con un adicto, una temática que Crutchfield ha tratado a lo largo de su obra, especialmente en sus primeros discos. Ella misma dejó la bebida mientras trabajaba en ‘Saint Cloud’ y se ha mantenido sobria desde entonces. Un hecho que no solamente ha cambiado su vida, sino también su forma de escribir, ahora mucho más elocuente y clara. El lenguaje que emplea es bello y elaborado, y las descripciones tan metafóricas como directas.

En ‘Bored’ dice estar “excesivamente segura de sí misma” para inmediatamente después, en ‘Lone Star Lake’, admitir: “Mi vida está trazada como una T pero siempre estoy un poco perdida”. En esas contradicciones, en ese sentimiento de conocerse bien a uno mismo y a la vez no siempre saber por dónde ir, se encuentra el verdadero espíritu lírico de ‘Tigers Blood’. Algo que también se refleja a nivel sonoro, encontrando momentos de paz y sosiego como en las magníficas ‘Evil Spawn’ o ‘Burns Out at Midnight’, con otros de mayor rebeldía o rabia como en las más rockeras ‘Crowbar’ o ‘Bored’.

Los discos indie-rock de Waxahatchee ya vislumbraban su talento, pero ha sido su acercamiento al country lo que le ha hecho encontrar su verdadera voz. Si ‘Saint Cloud’ era un perfecto giro de guion, ‘Tigers Blood’ es la confirmación de que hay potencial para muchas más temporadas. Difícil será encontrar este año muchos álbumes más sólidos y gratificantes que este.

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Publicado por
Fernando García
Tags: waxahatchee