El término ‘blue lips’ tiene varios significados. Es un signo de asfixia, se usa para referirse a alguien que se ha quedado sin palabras del shock y también está relacionado con los Hoover Street Crips, la banda callejera de Los Ángeles cuyo color principal es el azul y con la que ha estado relacionado durante gran parte de su vida ScHoolboy Q. De ahí que siempre resalte la letra H en los títulos. Aunque el nombre del proyecto se relacione directamente con el pasado del rapero, en realidad ‘Blue Lips’ refleja su nuevo (y lujoso) modo de vida, que también llega con una mentalidad renovada. Es mirar al pasado para apreciar el presente.
Es el primer disco del californiano desde ‘CrasH Talk’ (2019), y casi desde ese mismo año lleva el proyecto guardado en sus archivos. La intención era lanzarlo en 2020, pero todos sabemos lo que pasó. De ahí que en el disco aparezcan frases tan mal envejecidas como “you my Kim K to my Kanye”. También es evidente en los temas compartidos con aquel proyecto: reconexión con su arte, sobriedad, paternidad… Sin embargo, mientras ‘CrasH Talk’ se sentía como un álbum menor, desde la duración hasta el enfoque, ‘Blue Lips’ es todo un blockbuster.
‘Funny Guy’ comienza el proyecto como si fuera la banda sonora de un sueño. Uno muy hedonista, compuesto de drogas, chicas y dinero, pero presentado como un mantra de vientos y coros (“Bring the dope, bring the hoes, bring the money back in”). Es un comienzo totalmente inmersivo que marca el tono de todos los cortes que se van a suceder durante el resto del disco. A lo largo de sus 56 minutos, podemos encontrar toques de psicodelia, soul y electrónica, todo sin renunciar al estilo característico que ha marcado la carrera del rapero californiano, como se refleja en la mutante y agresiva ‘Pop’ o en ‘Yeern 101’. Esta pone un pie en el futuro a nivel base, a la vez que recuerda en el pegadizo delivery a éxitos pasados como ‘Numb Numb Juice’.
Si la canción no es un banger, los cuales están aderezados con la dureza sureña del productor Kal Banx, Schoolboy Q opta por el rap introspectivo y suave, adentrándose en el mundo del jazz. Un ejemplo es ‘Blueslides’, dedicada a Mac Miller (“Lost a homeboy to the drugs, I ain’t tryna go backwards”). En casos como ‘First’ o ‘Love birds’, ambas facetas comparten espacio en la misma canción. El disco se beneficia mucho de una escucha activa por lo cambiante que es. Habrá 18 canciones, pero hay por lo menos el doble de beats.
Mientras que a la primera parte del tracklist se le puede pedir poco, la segunda no resulta tan brillante. Cortes como ‘Nunu’ o ‘Foux’ son demasiado difusos para su propio bien, mientras que otros como ‘Back n love’ simplemente no sorprenden tanto.
El contenido temático va entre el presente y el pasado, con canciones en las que Q recuerda su turbio pasado a la vez que presenta el lugar, sobre todo mental, en el que se encuentra ahora. Como dice en ‘thank god 4 me’, uno de los cortes más lujosos del LP, si se muriese ahora mismo no pasaría nada. ‘Cooties’ es un corte psicodélico a base de guitarra acústica y define exactamente este aspecto del disco: “A new celebration of this groovy better living lifestyles”. Las dos últimas canciones son el caos y la calma. El contraste definitivo de los temas del disco, compuesto por el himno anti policial de ‘Pig feet’ y la paz mental de ‘Smile’, con apenas un minuto y medio de duración. “I fell of, oh word?” entona Q, con una sonrisilla en la cara.