Reconozco que me acerqué a Alcalá Norte con la alarma “industry plant” en la cabeza: de repente estaban por todas partes, gente del mundillo hablaba de ellos como de la Segunda Venida de Cristo, su «community manager» era un genio que dejaba en bragas al de MediaMarkt, etc.
Ciertamente el CM es un genio, pero lo cierto es que Alcalá Norte no están “de repente” por todas partes, sino que llevan un largo camino detrás, y, aunque es cierto que hay ejemplos de bandas que te quieren meter por narices (también os digo que esto no siempre funciona), todas las generalizaciones incluyen sus excepciones, y lo de la banda de Ciudad Lineal es una excepción clarísima. Y oye, qué gusto da cuando te callan la boca de esta manera.
Álvaro Rivas (voz), Juan Pablo “Juampi” Juliá Ciarelli (guitarra), Jaime Barbosa (batería), Pablo ‘Admin’ (bajo), Laura de Diego (teclados) y Pablo Mendoza (guitarra) son la formación actual de la banda, pero ésta ha sufrido numerosos cambios desde que naciera en 2019, entre Barbosa (que venía de tocar siete años en otra banda) y Juampi. Rivas se les unió para cantar unas versiones de ‘Boys Don’t Cry’ y ‘Perlas ensangrentadas’, y comenzó la fiesta, que se iría perfilando durante la post-pandemia, con búsquedas de miembros en foros de Internet.
Quizás este pequeño caos dilatado en el tiempo ha contribuido a la heterogeneidad del grupo, porque, en palabras del propio Barbosa: “Describir el sonido es complicado simplemente porque es el que sale. Me parece más sano y bonito que en las bandas a cada uno le guste una cosa, para que cada uno aporte su estilo y se cree un Frankestein nuevo. Si te montas un grupo de seguidores solo de Iron Maiden, te va a quedar Iron Maiden mal”.
Efectivamente: en ‘Alcalá Norte’ (publicado por el sello Balaunka) hay post-punk, sí, pero es que de repente hay temas de corte bastante brit-pop, e incluso deciden despedirse con una canción que parece el resultado de meter a Medina Azahara en una rave (la estupenda ‘El Guerrero Marroquí – Bakala Norte Mix’, inspirada en un capítulo de ‘A sangre y fuego’ de Chaves Nogales y producida por Adri de [VVV] trippin you).
Se habla de gente como The Smiths, The Cure, Joy Division, The Clash, The Stone Roses o Echo & the Bunnymen a la hora de sacarles parecidos, pero me parece curioso que, a nivel nacional, solo se esté mencionando a Carolina Durante; imagino que es porque nos recuerda al fenómeno que tuvieron ellos en su día, pero a mí me viene a la cabeza también gente tan dispar como Burning, Love of Lesbian (la manera de intepretar tan particular de Álvaro Rivas la encuentro en un punto entre los vocalistas de ambas bandas), Alaska y Dinarama, Pistones o El Último Vecino.
Y me parece significativo cómo varias de sus canciones son capaces de sonar 100% generacionales… y a la vez podrían ser perfectamente una banda ficticia que Carlos Alcántara va a ver en un capítulo de los 80 de ‘Cuéntame’. Hablo de ‘La Calle Elfo’, ‘Los chavales’, ‘La vida cañón’ o ‘La sangre del pobre’, cuatro temazos que se harán competencia entre sí para estar en el Top de 2024.
“Es el amor de madre una cuestión social / son esos ojos negros los que aprendieron a odiar” cantan en ‘La Calle Elfo’ (con guiño a la Cantata 147 de Bach), o “dice dar la limosna cuando eyacula sobre miseria / ocho familias reparten el pan / y si ganas una barra de más será por casualidad” en ‘La sangre del pobre’. Aunque, sin duda, la corona en cuanto a letra se la lleva ‘Westminster’: “tengo el decreto secreto de Dios en mis manos / y he pensado que quizás sea mejor no leerlo / no sabré si mi destino es de salvado o de caído / pero así conservaré del pecado su atractivo”, dicen en un tema rarísimo con spoken word incluido y que, por momentos, parece un feat de Nine Inch Nails con Grimes. Es uno de los momentos más destacados de la producción, a cargo de Carlos Elías Caballero (Doctor Rock) y Pablo Fergus.
Carlos y Pablo han querido alejar a la banda de la oscuridad de sus primeras maquetas y centrarse en una misión: que esto sonase como sus directos. Y desde luego puedo imaginar lo bien que funcionarían ahí la excelente ‘No llores, Dr. G’ (nunca imaginé sentir melancolía en una canción sobre Goebbels), o la versión de La Paloma ‘El Rey de los Judíos (Un Cosquilleo)’. Ojalá pronto pueda no solo imaginarlo sino vivirlo, porque con este disco ocurre algo más difícil de lo que parece: escuchar estas once canciones hace que te entren mil ganas de verles en concierto. Verdaderamente, hacía mucho que no veía en la escena española un debut tan potente, hasta el punto de que, si mañana Alcalá Norte se separasen, apuesto a que esto se quedaría como disco de culto. Pero eh, no quiero comprobar esta teoría: ¡seguid sacando más canciones!