Hace poco Lily Allen dijo que había tirado su carrera por la borda por ser madre. De alguna manera estaba reconociendo que la industria musical ya no recordaba lo importante que un día fue. Hasta el punto de que quizá ya no recuerdes que podía amadrinar a otros artistas y esos artistas recibían el calificativo de «nueva Lily Allen» en la prensa. Eran los tiempos en que MySpace era casi tan importante como hoy en día lo es TikTok, y nuevos talentos emergían con frecuencia. El debut de Kate Nash, ‘Made of Bricks’, fue multiplatino en Reino Unido. Sus siguientes discos, devaneando entre varios niveles de indie y pop-rock, no cumplieron las expectativas.
‘9 Sad Symphonies’ es el quinto álbum de la artista, y el primero en 6 años. Desde 2021 ha venido compartiendo algunos de los singles que contiene, pese a que solo 10 temas -no 9- y 40 minutos componen el álbum. En este lapso, Kate Nash ha protagonizado un documental, ha salido en la serie ‘GLOW’ de Netflix, ha co-escrito el musical ‘Only Gold’, y eso se nota en un álbum influido por bandas sonoras del viejo Hollywood y de Off Broadway.
De alguna manera vuelve a ser aplicable la etiqueta neo-soul de sus inicios, con sus matices. Ahora es una potente sección de cuerdas la que decora las composiciones. Entre ellas la canción de ruptura ‘Abandoned’, marcada por su aire trágico y ritmos trip-hop, pero también incluso las más alegres. Las producciones más vibrantes de ‘9 Sad Symphonies’ no se regodean en el drama cual disco de madurez, sino que transmiten de alguna manera una energía adolescente para salir del pozo. Es el caso de ‘My Bile’, uno de los caballos ganadores de este disco, versando sobre estar al límite y echar el resto. Sobre quedarte vacío y vomitar bilis, solo que resultando tan catártica como ‘Viva la Vida’. Bueno, casi.
También son muy visibles las cuerdas -pizzicatos y en todo su esplendor- en ‘Space Odyssey 2001‘, una canción sobre una mala cita en la que la película de Kubrick no es la adecuada para el romanticismo (ni tampoco un combate de lucha libre). En verdad, está contando cómo se hizo novia de alguien que tan sólo era un amigo, y de cómo terminó funcionando contra todo pronóstico.
Kate Nash huye de hacer un disco simplemente romántico con alguna referencia social, reflexionando en ‘Millions of Heartbeats’ sobre el estado de la humanidad, la importancia de los números en el capitalismo y la deriva de la política: «los medios de comunicación apoyan a la escoria de la extrema derecha», dice nada menos que la primera letra del álbum, dedicada a aquel que pensara que el disco iba a sonar blando.
Sobre todas las cosas despunta una buena composición que combina buenos pre-estribillos que parecen estribillos, con los propios estribillos en sí, y a su vez imaginativos puentes y outros. Se aprecia muy bien en ‘Horsie’, mientras ‘Ray’ apuesta por una estructura dispar que alterna rock seco en las estrofas -el deseo de la muerte- con el efecto embellecedor del resto del álbum -«el sol brilla en algún lugar ahí fuera» es la frase final. A continuación, Kate Nash cierra el largo recordando que un día también sonó a Moldy Peaches: ‘Vampyre’ habla del paso del tiempo y suena alegre, quizá porque la artista sabe que el mismo no le está sentando nada mal a lo suyo.