En 1984 Prince ya era una superestrella en Estados Unidos. Su disco de 1982, ‘1999’, había entrado en el número 9 de Billboard Hot 100, y su segundo single, ‘Little Red Corvette’, le había dado el mayor éxito de su carrera hasta la fecha. Entonces, Prince Rogers Nelson ya llevaba cinco álbumes a sus espaldas. Poco a poco, Prince había ido colocando un puñado de singles de éxito en el Billboard, a la vez que en cada nuevo disco había ofrecido un sonido más innovador que el del anterior. En ‘1999’ dio su primer gran salto a la primera línea comercial y entregó su primera gran obra maestra, en un trabajo que consolidó el sonido synth-funk de Minneápolis que tanto empapó el pop de los 80. Lo que vino después le llevó al siguiente nivel.
Prince había soñado con protagonizar una película. ‘Purple Rain’, su sexto disco, se escribió en torno al proyecto, sirviendo de banda sonora. ‘Purple Rain’, la película, se creó para el completo lucimiento de Prince y de su banda, The Revolution, que ya había tocado con él en el disco anterior. En ‘Purple Rain’ Prince -que debuta en la gran pantalla bajo dirección de Albert Magnoli y acompañado de un reparto de actores principiantes que no actúan muy bien- interpreta a The Kid, un chaval que sueña con convertirse en una estrella mientras, en su vida personal, su padre abusa física y psicológicamente de él y de su madre. Cada noche, Prince se da un baño de masas tocando las canciones de ‘Purple Rain’, pero la realidad de la violencia doméstica le espera en casa.
‘Purple Rain’, la película, no es ese gran clásico del cine de los ochenta que el público sigue visualizando a día de hoy. No es que la gente se haya vuelto loca recordando sus méritos en cada aniversario. Aunque la película de ‘Purple Rain’ fue en su momento un enorme éxito comercial, recaudando 70 millones de dólares frente a los 7 millones que había costado producirla, la cinta ha quedado atrapada en su época (su denigrante trato a las mujeres salta a la vista; en una escena, una mujer es -literalmente- lanzada a la basura). Pero ‘Purple Rain’ también es una película compleja, atravesada por el cuchillo del trauma generacional; poblada por personajes psicológicamente heridos por el racismo (en el caso del padre) o la homofobia (en el caso de The Kid, un personaje abiertamente queer que exhibe su feminidad sobre el escenario); ofreciendo un retrato de la experiencia afroamericana más profundo de lo que la escandalosa música permite ver.
Porque, al fin y al cabo, el elemento verdaderamente superviviente de ‘Purple Rain’ -lanzado un 25 de junio hace 40 años- es la música. Es la más ambiciosa de la carrera de Prince hasta la fecha. Llama la atención que las reseñas originales resaltan su deliberada mezcla de géneros, exactamente lo mismo que hacemos hoy en día cuando un disco nos parece innovador. En concreto, Rolling Stone destaca su mezcla de “estilos blancos y negros”. En ‘Purple Rain’, Prince and the Revolution crea una amalgama explosiva de sonidos mezclando pop, hard rock, góspel, R&B, funk y sintetizadores, una amalgama que funciona principalmente porque cada una de las nueve canciones que contiene el disco está diseñada a la perfección, mostrando diferentes facetas de Prince mientras su virtuosismo -y el de su banda- se mantiene en primer plano.
Esta mezcla de estilos es evidente en el bombazo de ‘Let’s Go Crazy’, el corte inicial, que empieza con un acorde de órgano góspel y se transforma en una fiesta de teclados flúor y guitarrazos trepidante. Después, en apenas nueve cortes a Prince le da tiempo de coquetear con el pop barroco en ‘Take Me with U’, probablemente la canción más coqueta que ha escrito jamás, pues incluye guitarras acústicas y cuerdas; y le da tiempo también de desgañitarse vivo en la tórrida balada ‘The Beautiful Ones’, que termina aturdida, como el oyente; y de viajar al espacio en la odisea funk de ‘Computer Blue’, cuya duración original de 14 minutos Prince se ve obligado a reducir por directriz de su discográfica.
De la balada titular queda poco por decir. Grabada en directo, ‘Purple Rain’ es Prince en su máximo esplendor. Mezclando rock, góspel y balada, y desahogándose en un solo de guitarra apoteósico, se convierte en la canción insignia de Prince, la que termina definiendo su carrera y también su imagen, pues a partir de este momento pasará a ser conocido con el mote de “príncipe púrpura”. Es histórico el momento, en el año 2007, en que Rogers la canta en la Super Bowl y casualmente empieza a llover. Por cierto, Prince la concibe como un dueto con Stevie Nicks, pero esta, al intentar escribir su parte, termina declinando la propuesta al sentirse “abrumada”. Nunca sabremos cuál habría sido el destino de ‘Purple Rain’ de haberse editado como dueto: cuarenta años después, en su forma oficial, sigue sonando inmensa como una catedral.
En esta fusión de géneros por la que pasan influencias de Jimi Hendrix, Sly and the Family Stone, Van Halen o Stevie Wonder, ‘Purple Rain’ logra tocar la fibra cultural de los ochenta como pocos discos de la época. Pero ‘Purple Rain’ pasa a la historia también por su componente provocador. Las letras sexuales habían encantado a Prince desde los inicios de su carrera: su primer single se llamaba ‘Soft and Wet’. En ‘Purple Rain’ se sugiere una relación lésbica en el inicio de ‘Computer Blue’, donde Wendy Melvoin y Lisa Coleman, integrantes de The Revolution, y pareja en la vida real, preparan un caliente baño. El hard rock de ‘Darling Nikki’ va más allá introduciendo en la letra el personaje de una joven que se “masturba con una revista”. Es la canción responsable de la creación de la etiqueta Parental Advisory, favorita del hip-hop en años futuros.
En el lado opuesto a la fusión de sonidos de ‘Purple Rain’, ‘When Doves Cry’ es recordada por su minimalismo extremo al prescindir de línea de bajo, una idea bastante inusual para la época. En ‘When Doves Cry’, Prince busca escribir un corte de funk menos convencional y el público se lo come con patatas dando a Rogers su primer single número 1 en Estados Unidos (‘Let’s Go Crazy’ será el segundo). ‘When Doves Cry’ será el single más exitoso de todo 1984 en Estados Unidos, y su éxito alcanzará una escala mundial llegando también a España (su máximo es un puesto 34). La exuberancia de ‘Purple Rain’ regresa en los tres cortes finales, grabados en directo. Aparte de ‘Purple Rain’, canción, la nostalgia funk de ‘I Would Die 4 U’ es avasalladora. Y ‘Baby I’m a Star’ es un chute de adrenalina que funciona especialmente en la película. Prince la lía en los Grammy de 1985 cantando esta canción e invitando a todo Dios al escenario (el Grammy a Álbum del año finalmente se lo lleva Lionel Richie).
Con ‘Purple Rain’ Prince tocó el cielo y se quemó. ‘Purple Rain’ fue -y para siempre será- el mayor punto de inflexión en su carrera, para bien y para mal. Para bien porque, con su sexto disco, Prince alcanzó el Olimpo del pop. ‘Purple Rain’ se mantuvo en el número 1 de Estados Unidos durante 24 semanas consecutivas, es decir, seis meses; vendió 13 millones de copias en diez años, y sus ventas se estiman en torno a los 25 millones de copias a nivel global. El disco produjo cuatro singles de enorme éxito, dos de ellos número 1; y ganó el Oscar a Mejor banda sonora. La película fue un taquillazo. Hubo un momento en que Prince firmó el disco número 1 en el país, el single número 1, y la película más vista, todo a la vez.
Pero todo lo que vino después de ‘Purple Rain’ se puede considerar un intento continuo por parte de Rogers de escapar de su éxito. La gira de ‘Purple Rain’ fue agotadora y Prince la terminó un poco de mala manera, prometiendo que no iba a volver a los escenarios en mucho tiempo (mintió, volvió unos meses después). Prince se hartó de tocar las mismas canciones cada noche durante meses sin descanso. El disco que sacó a continuación, ‘Around the World in a Day’, era caprichoso y para muchos incomprensible tras el pelotazo de ‘Purple Rain’. Crítica y público lo recibieron con tibieza.
También la imagen pública de Prince allá por 1985 quedó tocada por varios motivos. Prince fue el único artista que se negó a cantar en ‘We Are the World’: prefirió pasar la noche en un bar. Su relación con la prensa era complicada. Cuando decidió dar su primera entrevista en seis años, en Rolling Stone, declaró que podía asimilar las críticas, pero no las “mentiras”, y afirmó que se sentía solo, que el éxito de ‘Purple Rain’ le había distanciado de sus amistades. “Me gustaría que mis amigos me visitaran de vez en cuando”, explicó. “Muchas veces piensan que no quiero que me molesten”.
A favor de los amigos y músicos de Prince hay que decir que Prince siempre fue un músico extremadamente perfeccionista y celoso de su arte (un aspecto de su personalidad que también se refleja en la película). Irónicamente, ‘Purple Rain’ es un trabajo de equipo que es mejor precisamente porque halla a Prince compartiendo su talento con el de otros, sucumbiendo a una sinergia explosiva (en 2017 tuvimos ocasión de charlar con Bobby Z en esta entrevista).
En 1987, Rogers firmaría otra de sus grandes obras maestras completamente solo, ‘Sign O’ the Times’, por muchos, considerado su mejor disco. Antes y después, su carrera alternaría éxitos (‘Kiss’) y fracasos (la película ‘Under the Cherry Moon’) y, entre cambios de nombre, polémicas con su discográfica y lanzamientos que se sucederían como churros, su discografía devendría inasumible por el fan casual. ‘Purple Rain’ fue ese breve pero intenso momento en que Prince tuvo al mundo a sus pies. Él, subido a su famosa moto, se propondría después coger siempre el camino menos transitado.