Aparte de su propuesta, centrada en ofrecer un cartel que fusione la música española y la latinoamericana en un mismo recinto, algo que me gusta de Río Babel es la inexistencia de solapaciones. Guay, así no me pierdo nada. Sin embargo, ayer descubrí que esto tiene doble filo. Es el equivalente a una televisión de un solo canal. Lo que hay es lo que hay, te guste o no. ¿Qué hacer cuando estás solo en un festival y empieza a sonar La Pegatina? Yo tampoco lo sé. Eh, su objetivo es hacer bailar al público, así que cumplen con creces.
Otro aspecto a valorar es el hecho de que todas las actuaciones tienen prácticamente la misma duración, consiguiendo que a ningún concierto le sobre tiempo, ni le falte, aunque en lo personal hubiese preferido que el concierto de los Motorizados durase el doble.
El suelo de asfalto a casi 40 grados, ya tal. Para luchar contra el calor abrasador, la organización de Río Babel ha colocado un punto de hidratación que, en su punto álgido, está más concurrido que un mercadillo de pueblo. ¿Un buen momento para llenar tu botella? Durante el concierto de La Oreja de Van Gogh.
A las 18:45, el metro de San Fermín-Orcasur estaba impracticable. Atasco en las escaleras mecánicas, gente ajena al festival grabando la situación… Y todavía quedaba media hora para que empiece La Oreja. Es uno de los grupos más queridos de nuestro país y otra evidencia es la grandísima fila formada en la parte de asistentes sin pulsera, es decir, que solo iban ese día al festival. En total, 18.000 personas. 2.000 más que en la primera jornada.
Mientras me escondía del sol tras la torre de sonido, un punzante sintetizador empezó a sonar. Parecía más la intro de The Weeknd que de La Oreja de Van Gogh. Cuando sonaron las primeras notas de ‘Cuídate’, todo empezó a cobrar sentido. Esto fue una constante en todo el concierto. Yo ya vi a La Oreja y a Amaral cantar de forma consecutiva en San San
, y no recordaba que el grupo vasco experimentase tanto, ni que sonase TAN bien. Sí recuerdo el increíble solo de theremín en ‘Muñeca de trapo’, que se volvió a repetir en esta ocasión para el gusto de todos.En este sentido, mientras que anoche Amaral jugó a asegurar, sin nada novedoso excepto la presentación de ‘Rompehielos’ en directo, La Oreja puso toda la carne en el asador. Los instrumentos sonaban renovados, contundentes y certeros, por no hablar de los momentos instrumentales. Ahí sí que se notó lo experimentada que está la banda, con todos los integrantes tocando una parte. Las secciones finales de ‘Abrázame’ y ‘La niña que llora en tus fiestas’ son algo que había que ver para creer. Nunca pensé que diría esto de La Oreja, pero hay momentos en su set que son realmente heavys y experimentales, sorprendiendo de la mejor manera.
Siempre me ha dado la sensación de que las canciones de Amaral son más maduras que las de La Oreja, y me lo sigue pareciendo, pero a nivel de show, ayer la banda zaragozana no estuvo a la altura de los vascos, aun llenando casi completamente la Caja Mágica. No es que Eva Amaral y Juan Aguirre fuesen a medio gas, porque la cantante brilló igual que siempre en su vestido de lentejuelas (no es Taylor, es mucho mejor), pero sí dependieron exclusivamente de su colección infinita de hits. La Oreja hizo lo mismo, pero además ofreció algo nuevo.
Si a esto le sumamos la sólida presencia y confianza de Leire en el escenario y la dulce nostalgia y emoción colectiva que desprenden todas sus canciones, queda un concierto de 10. Probablemente, uno de sus mejores shows. Nunca dejan de asombrar los momentos ensordecedores del público cantando al unísono los estribillos de ‘Rosas’ o ‘Puedes contar conmigo’. La naturalidad de la cantante también encanta. A la vez que pensaba en la suerte de la gente recibiendo manguera en las primeras filas, el público empezó a corear el nombre de Leire: «Sabéis que soy de las que lloran». Es que se lo merecía.