Música

Pearl Jam dedican su show de Mad Cool a Javier Bardem y Miguel Ríos

Si en algo se ha caracterizado Mad Cool en los últimos años, es en basar su identidad en la variedad musical teniendo siempre presente la importancia de la popularidad de sus cabezas de cartel. En nada se parecen Dua Lipa y Pearl Jam, más allá de en ser ambos los platos fuertes del primer y segundo día respectivamente y en que ambos tienen el poder de congregar a decenas de miles de personas. Este jueves hubo 57.000 en el recinto de Villaverde Alto.

La expectación ante la banda de Seattle se hacía evidente enseguida, no había más que ver la cantidad elevadísima de camisetas del grupo que lucían los asistentes. Sobre las 22:50, unos diez minutos más tarde de lo previsto, finalmente desplegaron la cortina virtual que llenaba las pantallas y apareció en el escenario Pearl Jam. Su líder, Eddie Vedder, no tardó en dirigirse al público, botella de vino en mano, hablando en un esforzado español, ayudado por un cuaderno de notas donde tenía apuntadas todas las frases estratégicas para animar el ambiente.

El cantante brindó con el público por este festival y dejó claro que estábamos ante un show para celebrar la amistad. Entre canción y canción, presentó a sus grandes amigos, su banda, con la que lleva más de treinta años.

El comienzo no fue demasiado explosivo. El sonido no era lo nítido que debería y la voz de Vedder no terminaba de atemperarse del todo, aunque su radiante carisma y desparpajo ante el público lograba disminuir considerablemente el problema. Por suerte, Pearl Jam no tardó demasiado en solventar ese inicio algo errático en las primeras dos canciones, y consiguieron ir de menos a más. Tras la popular ‘Why Go’, Vedder, ahora sí, mostrando su buen hacer como vocalista, hizo de maestro de ceremonias para un entregadísimo público a lo largo de dos horas.

La energía de canciones como ‘Daughter’, donde el guitarrista Mike McCready se lucía tocando el instrumento por detrás de la cabeza, o ‘Running’ desataron la euforia en el escenario Mad Cool. Otras menos conocidas, como las de su nuevo disco ‘Dark Matter’, recibieron una acogida más tímida, como es lógico, pero también consiguieron crear buenos momentos, especialmente ‘Wreckage’, presentada con unas proyecciones marítimas en las pantallas.

Vedder comentó que tuvo una experiencia “cercana a la muerte” hace unos días debido a una enfermedad que le hizo cancelar varios conciertos, por lo que no cesaba de compartir su entusiasmo por estar en Madrid tocando. El set estuvo muy marcado por la importancia de celebrar a los suyos. Incluso hubo lugar para que le cantáramos el “cumpleaños feliz” a sus dos hermanos. También dedicó canciones a su amigo Javier Bardem y a Miguel Ríos y su hija Lua.

Tras ‘Porch’, la banda se fue durante un rato prolongado cuando el público suplicaba que cantaran otra más. Las luces volvieron a encenderse y apareció Vedder solo para cantar ‘Better Man’ (dedicada a Ríos). El resto de la banda se incorporaría a lo largo de la canción. Uno de sus mayores éxitos, ‘Alive’, sonó también en esta parte final del show, a la que le siguió una cover de ‘Rockin’ in the Free World’ de Neil Young y, para terminar, ‘Yellow Ledbetter’, con la que Pearl Jam supo cerrar con nota el concierto más multitudinario de la jornada.

Javier Bragado

Anteriormente, en el otro escenario principal, Keane, uno de los grupos británicos más exitosos de los 2000, se esforzó en demostrar que no merecen caer en el ostracismo.

El vocalista Tom Chaplin, nada más empezar, animaba al público a que aplaudiera, cantara y bailara. No había que decirlo demasiado alto ya que Keane es uno de esos grupos de los que uno se sabe más canciones de las que cree. Celebrando el vigésimo aniversario de su álbum debut, ‘Hopes and Fears’, hasta siete cortes de aquel trabajo sonaron a la luz del atardecer madrileño, incluidos ‘We Might as Well Be Strangers’ o ‘Everybody’s Changing’. Hacia el final del set, ‘Somewhere Only We Know’ fue claramente la más coreada, celebrada y hasta llorada.
De otros álbumes, también brillaron las versiones en directo de la muy The Killers ‘Sovereign Light Café’, que hizo que mucha gente se arrancara a bailar, ‘Silenced by the Night’ o ‘Crystal Ball’.

La banda cuenta con un buen arsenal de hits indie rock que funcionan muy bien en un contexto festivalero. No serán las canciones más creativas ni la música más innovadora del mundo, pero a veces uno necesita olvidarse de todo eso y simplemente cantar un gran estribillo a pleno pulmón. Keane tienen muchos, y eso -y más en una calurosísima tarde de verano-, es siempre refrescante.

La jornada la comenzamos con Michael Kiwanuka, uno de los cantautores más interesantes que han salido de Reino Unido en los últimos años. La calidez y potencia de su voz tiene la capacidad de transportarte inmediatamente a su particular universo. Su show seguramente hubiera tenido mayor impacto con más oscuridad, ya que lo que se proyectaba en pantalla -primeros planos de niños, jóvenes, ancianos, coches de los años 50, etc- parecía contar una gran historia de amor que no siempre era fácil de seguir.

Kiwanuka además de su banda, iba acompañado de tres coristas que juegan un papel fundamental en el espectáculo, teniendo momentos incluso dedicados al completo al impresionante chorro de voz de una de ellas.

La mayor parte del set estuvo enfocada en su último disco, lanzado hace ya cinco años, ‘Kiwanuka’, aunque los mayores éxitos y aquellos a los que el público respondía con más entusiasmo eran de ‘Love & Hate’, como ‘Black Man In a White World’ o ‘Cold Little Heart’, convertido en todo un hit gracias a la serie ‘Big Little Lies’. El cantante también presentó su último single, ‘Floating Parade’.

Si el día comenzó con ese agradable ambiente casi de gospel de la música del compositor inglés, culminó con algo completamente en las antípodas: el techno oscuro y envolvente de Paul Kalkbrenner, un nombre imprescindible en este tipo de sonidos. El DJ alemán mostró su experiencia cerrando fiestas en una sesión bailable y por momentos hipnótica que dejó al personal en estado de trance.

Andrés Iglesias
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Publicado por
Fernando García