El sol volvió a salir en el último día de Bilbao BBK Live, dando lugar a la jornada más multitudinaria del festival, con cerca de 40.000 asistentes. A lo largo de los tres días, 110.000 personas han disfrutado de la música y la naturaleza en Kobetamendi. La despedida, con el enorme concierto de Arcade Fire, ha sido la guinda del pastel en un evento ejecutado a la perfección.
Con el pesar de no llegar a tiempo a la fiesta cañón de Alcalá Norte, la impredecible variedad musical de Alba Morena se convirtió en el mejor consuelo. La artista salouense actuó en el escenario Firestone, el más cercano a la entrada, y no hubo mejor reclamo que ella. Con un público modesto, pero sumamente agradecido, Morena disfrutó tanto como nosotros de su especial show, en el que se pueden encontrar todo tipo de estilos intercalados, todos adornados con su increíble voz. Reggaetón, glitch, trap, flamenco y hasta la maravillosa bachata electrónica de ‘Me Siento Muy Triste’. Hasta recomendó escuchar al rapero Dillom, a quien aparentemente nadie del público conocía, antes de su versión de ‘Amigos Nuevos’: “Pues escuchadlo, aunque mi versión mejor, eh”.
Después del sorprendentemente monótono concierto de El Columpio Asesino, probablemente el último de su historia en Bilbao BBK Live, Slowdive comenzaron transmitiendo una sensación de deja vù con los envolventes sintetizadores y la estática percusión de ‘shanty’. Aunque este 2024 marca el 30 aniversario del lanzamiento del imprescindible ‘Souvlaki’, fue necesario esperar hasta los últimos momentos del set para disfrutar de los platos fuertes del LP, como ‘Alison’ y ‘When The Sun Hits’, que trajo de vuelta a la Tierra al público tras ponerlo a flotar durante el resto del show. Culpables de esto fueron los fantasmales coros de Rachel Goswell en ‘Star Roving’, la absorbente sección final de ‘Catch The Breeze’ o toda ‘Souvlaki Space Station’, que en sus momentos más emocionantes sonaba como el despegue de un cohete. Este puso rumbo a la sección del concierto protagonizada por los hits y los clásicos de la banda. Aquí entraron ‘Sugar For The Pill’ y ‘kisses’, entre otras. Los británicos merecieron el escenario principal de Nagusia, pero había mucha competencia.
Está claro que ayer el BBK Live tenía ganas de moverse. La anticipación para ver a Jungle de cerca -o más bien para escuchar más alta la música- fue algo inaudito en toda la edición. Prometían convertir el campo de Nagusia en la mayor pista de baile del festival y así lo hicieron. Con excepción de las colaboraciones, proyectadas en las pantallas gracias a unas grabaciones exclusivas para los shows, el colectivo británico puede fardar de hacerlo absolutamente todo en directo. Aunque similares, todas las canciones son dignas de bailar hasta no poder más, y todo el mundo encontrará algo de su gusto en ellas gracias a su amplia lista de influencias en temas como ‘Back On 74’ o ‘All Of The Time’: disco, hip hop, soul, funk, rock, electrónica… Eso sí, no fue un concierto apasionante, que digamos. Por otro lado, tampoco pretendía serlo. Lo importante era la atmósfera y el beat. Sí eché en falta que intentaran involucrar al público en algún momento para hacer los coros de alguna canción. ‘I’ve Been In Love’, por ejemplo. Es una oportunidad perdida que le habría dado otra dimensión al show, que prácticamente funciona como un DJ set. En cualquier caso, esto no faltó en ningún momento con Arcade Fire
.El grupo canadiense presentó uno de los conciertos más inmediatos que he visto nunca. Después de reproducir la versión de 2013 de ‘Sound and Vision’ de Bowie en los altavoces, Chassagne sale sola al floral escenario frente a uno de los públicos más vastos (y colaborativos) de la edición, si no el que más, y coloca una especie de urna humeante en el borde, como si se tratase de un ritual para invocar al resto de la banda. Win Butler aparece alzando la guitarra por el mástil, a modo de bandera, y desde la primera nota de ‘Neighbourhood #1 (Tunnels)’ los ocho músicos desprenden una alegría y energía inabarcables que el público iguala instantáneamente. Ni el grupo, ni los asistentes, bajarán el ritmo en ningún momento.
El show funciona como una máquina de relojería, separado por escenas, por decirlo así, sin ningún tipo de pausa o interludio. De hecho, justo antes de la intro de ‘The Suburbs’ hubo un problema con el soporte del micro de Butler y este no dudó en reconocer la situación: “Es increíble como un pequeño fallo puede hacer que todo el espectáculo se pare. Gracias, pequeño fallo”. Cada uno de estos fragmentos representa un disco de la banda, pero el que más importancia recibe, para gusto de los fans, es ‘Funeral’, que cumple 20 años este 2024. Prueba de ello es la performance consecutiva de las tres primeras entregas de ‘Neighbourhood’ al empezar el concierto.
Se trata de un concierto espectacular, siendo un estímulo constante y total para los sentidos que inevitablemente, incluso sin saber nada de ellos, te va a atrapar completamente, aunque solo sea por la contagiosa emoción de las personas de alrededor. Difícil no sentir algo las múltiples veces en las que Butler o Chassagne se meten a cantar o tocar la guitarra entre el público, tan pronto en el set como en la segunda canción. Por supuesto, imposible mantenerse impasivo ante 40.000 personas coreando el himno de ‘Wake Up’, que dejan para el final. Si me hubieran preguntado ayer, habría dicho que era imposible superar el concierto de Grace Jones, pero me como mis palabras. Arcade Fire ha estado, al menos, a la misma altura, en un recital que calificaría como casi perfecto. Lo que ojalá fuesen todas las actuaciones. Olvidarse de absolutamente todo durante una hora y media. Un final épico para Bilbao BBK Live 2024.