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Eminem / The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)

Que Eminem sea el séptimo artista más escuchado en el mundo debe asustarle al propio Eminem, una persona que se considera aún “atrapada en la mente de un niño de 13 años”. Lo dice él mismo en uno de los cortes de su nuevo disco, ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’, en concreto, en el tema que se considera central, ‘Guilty Conscience 2’, secuela de su tema con Dr. Dre de 1999 igual llamado.

No cabe duda que la mente de Eminem sigue siendo un mar de contradicciones. En ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’ intenta dar sentido a sus pensamientos en un disco conceptual escrito en torno a una pelea imaginada entre Eminem y su alter ego, Slim Shady, que luchan por sus vidas atrapados -también- en una pesadilla. El concepto es interesante, no así el resultado de un disco parco en ideas nuevas o evolución de ningún tipo.

Recuperar el personaje de Slim Shady en todo su esplendor ha sido claramente la idea de ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’ hasta el punto que el simpático primer single, ‘Houdini’, aunque basa su composición en el clásico de Steve Miller Band de 1982 ‘Abracadabra’, suena diseñado en el estilo de ‘Without Me’, pues ambos temas hasta comparten alguna frase. Lo de “simpático” va más por Steve Miller, que conste. La parte de Eminem, en frases como “Mi gato trans es siamés, y se identifica como negro pero actúa como si fuera chino”, tira hacia lo cuñado.

En ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’, Eminem vuelve a escudarse en su alter ego trol para intentar -sin éxito- comprender el mundo que le rodea, tan diferente de aquel que le encumbró hace dos décadas, y para drenar toda la furia que almacena en su interior volcando en las letras todas las bobadas que se le ocurren. La pena es que a Marshall Matters no le salen barras divertidas ni interesantes ni siquiera cuando se enfrenta a toda la “basura woke” que intenta “cancelarle” (¿exactamente quién?). Em, en su estilo, solo sabe mofarse de otras personas o hacerse la víctima. Ese es el duelo entre Slim Shady y Eminem. Marshall nunca es tan inteligente como para reírse de sí mismo, y sus supuestas provocaciones ya no «provocan», simplemente aburren.

Tiene cierta gracia escuchar a Eminem superado por los mil “pronombres que no puedo ni recordar”, y que la letra de ‘Road Rage’ incluya el término “hombre cis”, para disgusto de Elon Musk y de J.K. Rowling, puede considerarse un éxito porque Eminem lo valida y normaliza aunque sea de manera inadvertida. Pero, incluso cuando Eminem intenta comunicar que defiende la causa trans, algo que de hecho expresa literalmente en el disco, en ‘Habits’ o ‘Road Rage’ se nota que no ve más allá de estereotipos («si quieren pintarse los labios o llevar bragas, es su problema») o incluso se pinta a sí mismo amenazado por el colectivo justificando que, aunque respete a las personas trans, «no me las voy a follar». ¿OK?

La mente de ese niño de 13 años que es Eminem tampoco puede comprender que las personas gordas se quieran a sí mismas (‘Road Rage’) o que los hombres abracen su vulnerabilidad (“a los hombres les está creciendo un clítoris gigante”, rapea, con cierta gracia, en ‘Habits’). En ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’ se retrata como una persona profundamente herida e insegura que se lo pasa pipa insultando a Caitlyn Jenner -a la que cita varias veces a lo largo del disco-, burlándose de Christopher Reeves por el accidente que le dejó tetrapléjico, en ‘Brand New Dance’, un corte que data en realidad de la época de ‘Encore

‘ (2004) en el que imagina un nuevo “baile” que deja a la persona paralizada; o atacando a la “policía de lo políticamente correcto”. Le ha faltado decir «es que ya no se puede decir nada» para ganarse un puesto al lado de Miguel Bosé y Mario Vaquerizo. En Estados Unidos tienen a Ben Shapiro, que es mucho peor.

Eminem pide al público que escuche ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’ de principio a fin para “entenderlo” y hay que agradecerle que se haya preocupado por armar una escucha más o menos cinematográfica valiéndose de interludios y de la propia historia que ha ideado para la ocasión. El hilo narrativo del disco le ha quedado caricaturesco y autoparódico, pero seguro ha sido intencionado, y sigue siendo un goce escuchar un disco que pide ser consumido de la pista 1 a la 19, que literalmente cuenta una historia, en una época en que artistas que publican discos dicen que no escuchan discos.

La producción de ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’ no es ambiciosa, pero la renovación del estilo de Slim Shady de ‘Brand New Dance’, el beat sucio y oscuro de ‘Evil’ o la rica base de ‘Fuel’ con JID pasan el corte. Cuando el disco vira hacia el hip-hop clásico, como en ‘Lucifer’ o en el g-funk de ‘Antichrist’, Eminem suena menos inspirado, contento tirando de nostalgia. La idea le funciona en ‘Houdini’ y en la también caricaturesca ‘Tobey’ porque ambas pistas suenan a Slim Shady, es decir, a sí mismo, pero a veces le basta con copiar a Timbaland, como sucede en ‘Bad Ones’, o en usar una pobre mezcla de hip-hop y piano, como en ‘Guilty Conscience 2’, y da la impresión de que también artísticamente está falto de ideas.

Eminem puede tener razón en una frase que expresa en ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’: puede que el público se tome sus letras “de manera demasiado literal”. Cuando rapea «que le jodan a las personas ciegas, que le jodan a las personas sordas», no se le puede ni debe tomar en serio. Pero muchas letras de Eminem son literales, más transparentes que el cristal. Y lo son sobre todo cuando Eminem se pone de víctima en esos mismos textos. En ‘Head Honcho’ el moralismo de “no te identificas conmigo porque no has sufrido como yo” es eso mismo, transparente. Aunque, en el lado bueno, también es vulnerable. Y, en la balada final ‘Somebody Save Me’, Eminem rapea que lleva “demasiado tiempo viviendo en el infierno”, declara ser un “causa perdida” y asegura “no merecer el título de padre”. A Slim Shady se le ha caído la máscara y vuelve a ser Marshall Matters.

El sufrimiento de Eminem es válido. Pero, después de todas las expresiones “políticamente incorrectas” expresadas en ‘The Death of Slim Shady (Coup De Grâce)’, dichas en serio o no, la intención de una letra como la de ‘Somebody Save Me’ parece ser la de dar pena. El efecto sería conmovedor si no pareciera una manipulación. Es el “truco de magia” favorito de las personas tóxicas: primero pueden contigo y después intentan ganarse tu piedad. Creo que a Eminem no le vendría mal entender que todas esas personas a las que trata de ofender en sus letras, han sufrido lo mismo que él. O, como mínimo, podría dejar de sacar discos en los que sigue contando lo mismo de siempre, sin muestras de haber evolucionado -o crecido- lo más mínimo.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: eminem