El mismo día que la fallida inauguración de los Juegos Olímpicos en París, otra edición de Low Festival daba comienzo con un gran sabor de boca. El sold out total ya se ha cumplido. Si el resto de días son como el primero, es probable que muchos se arrepientan de no haber estado a tiempo. 23.000 personas han disfrutado de esta primera jornada en el festival de Benidorm.
En las primeras horas de la tarde, mientras los asistentes con abono VIP POOL intentaban sacar su cerveza de la privilegiada zona sin éxito, Ginebras se quejaban del «puto calor». «Es muy fuerte ver a tantísima gente a esta hora», dice una sorprendida Magüi. Aunque llevan dos meses sin subirse al escenario, el cuarteto no ha perdido la capacidad de transmitir el buen rollo que tanto les caracteriza. Por ejemplo, con la amena ‘Bailando Mal’ junto a ELYELLA. Es el chute de energía necesario para aguantar de pie todo el festival. El otro ingrediente esencial es algo de emoción, y en ello la experta es Amaral.
El grupo zaragozano estrenaba el escenario Vibra Mahou, apartado del resto y con gradas incluidas para prensa y VIP. Un mini estadio dentro de un festival. Sin embargo, creo que una parte de la gracia de los conciertos de Amaral es compartir las canciones con el mayor número de personas posible, así que la pista era el lugar indicado. ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’ no tiene sentido fuera de la muchedumbre y los abrazos. La banda, maravillosos como siempre, congregó a uno de los públicos más grandes de la jornada tan pronto como a las 21 de la noche. Normalmente, la programación de Amaral está más cerca de la medianoche, pero es cierto que esta colección de clásicos podría funcionar a cualquier hora. Repion, que gozaron de un público en el escenario Radio 3 que no tuvo nada que envidiarle al de Maxïmo Park, fueron invitadas para cantar ‘El universo sobre mí’. Momentazo. Todos nos sabemos la letra de pe a pa. Aun así, me gusta pensar que las hermanas Iñesta le dieron un vistazo antes de salir para asegurarse. Es lo que habría hecho yo.
«Está cantando el Ferreiro ahí», oigo a mis espaldas en la cola de un puesto de comida, uno de los 19 disponibles en todo el recinto. «Es su hijo», respondo, sin que me hubiesen preguntado. A continuación, la interacción más escuchada al hablar de Querido, el grupo de Andrés Ferreiro, hijo de Iván, que casi se ha convertido en un reclamo de marketing: «¡Pues suenan igual!». Además de mirar el cartel, la otra forma de darse cuenta de que no estaba cantando Iván Ferreiro es justamente lo que estaba sonando. Una versión de ‘Solo quiero bailar’ de Zenttric, aquel clásico de la radio de 2009 que seguramente Andrés creció escuchando.
Para clásicos, Pixies. El grupo de Boston regaló el que es ya uno de los conciertos clave de esta edición de Low. La punzante, rasgada y viva voz de Black Francis brilló desde el primer momento con ‘Gouge Away’, a la que siguieron con el torrente sonoro de ‘Wave Of Mutilation’. Pixies son maestros en conseguir el equilibrio perfecto entre lo ruidoso y lo melódico, y el show de anoche exhibió esto a la perfección, cambiando de ritmo constantemente entre tema y tema. Entre la parte vocal e instrumental del concierto, es difícil elegir una. Lo que es fácil es quedarse embobado con los mil registros del vocalista y sus gritos improvisados o con la mágica voz de la última incorporada al grupo, Emma Richardson
. En ‘In Heaven’, esta brilló. Por otro lado, los momentos en los que cobraba protagonismo el guitarrista Joey Santiago también eran dignos de éxtasis. El puente instrumental de ‘Hey’ era capaz de cortar el calor en el aire y la cover de ‘Winterlong’, de Neil Young, estaba llena de experimentación y melodía a partes iguales. Santiago puntea, aporrea y sacude su guitarra con un cariño pasmoso.Hacia la mitad del show, estaba muy claro que no iban a decir ninguna palabra fuera de la música. De hecho, así fue hasta el final del concierto. No dieron ni las gracias. Para suplir los momentos de calma que brinda la comunicación con el público, Francis se entretenía con su guitarra acústica entre canciones, dando una serie de acordes aflamencados sin ningún propósito aparente. En uno de estos momentos, como de sorpresa, suena el primer acorde de ‘Here Comes Your Man’ y todo el Vibra Mahou empieza a bailar. Seguramente, el momento más pop friendly del recital. A falta de ‘Monkey Gone To Heaven’ y pese a la aparente prisa de Francis por despachar ‘Where Is My Mind?’, el concierto de Pixies lo fue todo: ruido, silencio, caos y paz. ‘Debaser’ fue el pelotazo final, dejando la energía del público en su punto más alto.
Después de los de Boston, los siguientes en ocupar el escenario grande fueron Maxïmo Park, y les vino demasiado grande. La pista tenía demasiados huecos libres y, mientras Pixies eran capaces de cantar ‘I feel like a chicken’ sin ningún tipo de contexto, el vocalista Paul Smith parecía sentir la necesidad de explicar cada canción minuciosamente antes de que sonase. ¿Dónde estaba la gente? Maite, de Shego, estaba igual de sorprendida: «Hostia, ha venido todo el Low, ¿no?».
Charlotte, Maite y Raquel anunciaron que estaban en medio de una transición en su directo, contando que muchas de las canciones que hasta ahora tocaban en vivo iban a dejar de formar parte de su setlist. Es una cuestión de renovación. «Lo mismo que hay temas que se van, hay temas que vienen», contaba Maite hilando muy fino. Tienen material nuevo y quieren presentarlo. Una de estas novedades se trata de un temazo absoluto sobre rendirse al lado oscuro de la juerga: «Da igual donde sea la fiesta / Estamos ahí todos juntos entre la mierda / Te quieres venir?», cantan de forma súper pegadiza.
No sé que canciones van a eliminar de su repertorio, pero hay dos que me dolería mucho no volver a presenciar. ‘qué voy a hacer’ y ‘Vicente Amor’ son los mejores ejemplos del carisma, presencia y estilo descarnado, y hasta desinteresado, del grupo madrileño. «Cállate, cierra la boca / Ten cuidado conmigo / Que me vuelvo loca», cantan en esta última. Digo cantan, porque realmente suelen cantar juntas. Diría que les falta algo de rodaje al empastar las voces para que suene redondo, pero es claramente una parte de por qué molan tanto. Lo dicho. Shego, escenario principal.