Música

Daga Voladora: «A veces una quiere ser un rayo de luz y otras, un rayo láser»

Los Manantiales’ es el nuevo disco de Daga Voladora, alias artístico de Cristina Plaza, que hemos elegido como Disco de la Semana en JNSP. En una reciente conversación tan iluminadora y cuidadosa por los detalles como el propio disco, Cristina nos ha hablado de sus tiempos en el indie nacional como parte de Clovis, sus fuentes de inspiración, su proceso creativo, y también nos recomienda escuchas y habla del precioso diseño del disco.

Me gustaría preguntarte por tus tiempos en Clovis (y después Los Eterno), me interesa saber qué hilo conductor hay entre aquel indie-pop de guitarras y este nuevo material. O si no lo hay, claro. También qué recuerdas de aquella escena, cómo fue tu vivencia de aquellos años.
Fue un momento raro, hubo un cambio de paradigma y nos pilló en medio. De La Buena Vida, Los Planetas, Chucho o Astrud, que eran todos los padres del asunto, a grupos que empezaban como Los Punsetes, Joe Crepúsculo, Klaus & Kinski… y Clovis no encajaba realmente en ninguno de los dos lados. A veces pienso que, si hubiéramos salido un poco antes o un poco después, nos hubiera ido mejor. De todas maneras, creo que hicimos buenas canciones. ‘Mundo’, por ejemplo, fue “la mejor canción de 2005” para los oyentes de Disco Grande y no ha envejecido mal. Y muchas otras.

Recuerdo que llevar un grupo de 5 personas ya entonces empezaba a ser inviable económicamente. Y como además nuestros discos salían en Sinnamon y todos les odiaban, estábamos vetados en el 80% de festivales de entonces. Así que nos tocó buscarnos la vida: nos pusimos a hacer acústicos los dos solos cuando casi nadie se atrevía, porque daba la imagen de “rebajarse”. Cargábamos todo en el coche y podíamos tocar por ahí en salas pequeñas y en bares de jueves a domingo durante varias semanas ¡y hasta volvíamos con dinero a casa! Y aun así, empezó a parecerme todo muy ingrato. Fino venía de Los Enemigos que han sido siempre muy currantes; él ya llevaba casi 20 años tocando, pero para mí era el primer grupo que tenía y después del segundo disco de Clovis me deprimí un montón y no quise seguir en ese rollo. Me fui aislando y empecé a hacer canciones sola, sin ninguna expectativa, sin marcarme estándares de nada, ni tener que condicionar mi música a ningún parámetro de “viabilidad”.

Por seguir «genealógicamente»… ¿cómo contemplas/valoras tus entregas anteriores como Daga Voladora en relación a ‘Los Manantiales’? Personalmente veo un cambio muy interesante entre la época ‘Chiu-Chium’ y ‘Primer segundo’ frente a las canciones sueltas hacia 2020-22, donde todo parece apuntar hacia este nuevo disco. ¿Lo ves así?
Considero que todo es parte de un continuo. En ‘Los manantiales’ parece que la cosa esté más destilada, pero si empiezas a rastrear hacia atrás, hay muchas ideas y elementos que ya estaban en los dos primeros discos como Daga Voladora y desde luego en los otros dos que hice antes, cuando me llamaba Gran Aparato Eléctrico. En este disco no he metido ningún pasaje raro, no hay instrumentales… para mí es quizá en lo que más se puede diferenciar éste de todo lo anterior.

Después de hacer simplemente canciones sueltas, ¿cómo llegamos hasta ‘Los Manantiales’? ¿Qué te mueve a volver a grabar un álbum?
Llevaba mucho tiempo queriendo hacer otro disco – o diciendo que quería hacerlo. En primavera de 2022 me quedé sin empleo, y ahí vi la oportunidad de encerrarme por fin a cacharrear y ver qué iba saliendo. La idea inicial era: termino una canción, la subo a Bandcamp y cuando me junte con 9 o 10 terminadas, hale; ya tengo disco. Lo hice con ‘Madriguera de siete cerrojos’ y con ‘El último día de paz’. Pero a partir de enero de 2023 estuve muchísimo más concentrada, me dejé de historias y ya no subí ninguna canción más. Lo que quiero decir es que esas dos han quedado ahí en Bandcamp como “canciones sueltas”, pero realmente salen del mismo encierro y del mismo impulso que las que conforman finalmente ‘Los manantiales’.

¿Sentirá vergüenza ajena alguien escuchando ‘Cristinópolis’? Pues puede ser, pero es que me da igual; yo también paso mucha vergüenza escuchando cosas que se oyen por ahí

Creativamente, ¿fue un proceso bonito? Hay quien sufre creando y quien goza. ¿Dónde te has situado tú particularmente con este disco?
En cualquier proceso creativo se pasa por todos los estados; el primer día estás contenta porque se te ha ocurrido una melodía guay, luego te tiras diez días de bajón porque todo lo que te sale te parece vulgar… es un poco infernal, la verdad. Pero diría que esta vez me divertí bastante porque me atreví a hacer casi todo lo que quería, sin decidir de antemano si una cosa molaba o no. Incluso cuando creía que solo iba a hacerme gracia a mí, me valía. ¿Sentirá vergüenza ajena alguien escuchando ‘Cristinópolis’? Pues puede ser, pero es que me da igual; yo también paso mucha vergüenza escuchando cosas que se oyen por ahí. Quería hacer una canción como si fuera parte de un musical, la he hecho, y estoy satisfecha. No sé, cuando más sufro realmente es cuando tengo que enseñar las canciones. O a la hora de mezclar; ahí lo paso mal de verdad porque soy muy cerrada, quiero controlarlo todo y no tengo una actitud, digamos, cordial. Cuando le di a Fino las canciones para mezclarlas estuve un mes de los nervios. ¡Me salió una calva en la cabeza y todo! Y ya ves al final lo bien que ha quedado. Él hizo un trabajo increíble mezclando porque hay mil sonidos diferentes y ha conseguido darles espacio y que el resultado final tenga una coherencia. Fino es el mejor.

¿Compones con algún instrumento predilecto? ¿Te viene primero la letra o la música?
No tengo ningún método definido. A veces se me ocurre una frase, le busco una melodía, y después busco a qué acordes corresponde. Otras veces me pongo a trastear con un sinte y de pronto saco un sonido que me gusta y lo tengo que grabar corriendo porque no sé cómo he llegado ahí y entonces tengo que ponerme a hacer la canción sobre la marcha.

Las letras del disco me han encantado. ¿te gusta la literatura o la poesía, o simplemente las letras de algunxs artistas? ¿De dónde nacen tus letras?
Voy cogiendo de aquí y de allá. Apunto frases. Puede ser algo que sale de una conversación, o que leo en un libro, en una noticia, o hasta en la etiqueta del champú. Con el tiempo vas desarrollando una especie de olfato y reconoces más fácilmente dónde hay material para una canción. Y luego están las cosas que yo quiero decir, mis cosas. Una vez leí que la cineasta Chantal Akerman estaba harta de oír: “oh, tus películas han sido una gran fuente de inspiración para hacer las mías”, y se quejaba de no recibir ningún porcentaje de las ganancias de esas pelis de otros. Alguien le dijo “bueno, mujer, tú también habrás cogido la inspiración de alguien, ¿no?”, y ella contesta: “¡sí, de mí misma: yo soy mi mayor fuente de inspiración!”. Pues a mí me pasa igual. Y no significa que las canciones hablen de mí, es solo que intento aplicar mi punto de vista.

Es un poco atrevido hablar de «temas» de las canciones, yo las he recibido más como viñetas, a veces más visuales o impresionistas (como ‘Catedral’), a veces más «narrativas», sean ficcionadas o no (como «Me pasará contigo»). ¿Ves ese tipo de dicotomías?
Sí. Eso me dio un poco de miedo en algún momento, pero al final creo que no tiene importancia si hay una canción que describe una escena y a continuación otra que cuenta una historia. Precisamente la búsqueda de coherencia total es lo me ha bloqueado en el pasado, así que ignorar esa premisa y hacer con cada canción lo que se me iba ocurriendo me ha dado buen resultado – al menos esta vez.

Mi favorita es quizá ‘Quise ser’. Me gusta mucho que suena más desencantado que un ‘Quiero ser’ o un ‘Quisiera ser’. ¿Denota eso una carrera artística que viene de lejos, la experiencia? ¿Encierra frustración porque el mundo creativo es duro, o son imaginaciones mías? ¿Es este un disco más «adulto»?
¡Argh! ¡Odio la palabra “adulto”! El otro día alguien me preguntó por mis “melodías infantiles” y mis “sonidos de juguete” y me sentí tan ofendida que me entraron ganas de estrangularle. Pero luego pensé “¿es que acaso hay “melodías adultas?” y me dio como repelús. A ver, no puedo negar que yo ya voy teniendo una experiencia, pero ‘Quise ser’ no tiene nada que ver con la frustración, sino con quererlo todo en la vida, hasta cosas que son opuestas. A veces una quiere ser un rayo de luz y otras más bien un rayo láser.

«El otro día alguien me preguntó por mis “melodías infantiles” y mis “sonidos de juguete” y me sentí tan ofendida que me entraron ganas de estrangularle. Pero luego pensé “¿es que acaso hay “melodías adultas?”»

Sobre ‘Fosforito’ también te tengo que preguntar, ¿cómo se te ocurre cantar una oda (tan bonita) a la cerilla? Me encanta.
¡Gracias! Pues es una mezcla de asuntos que acabaron encajando. Empecé a trabajar en este disco en una aldea perdida en el verano de 2022, cuando ya sufrimos una sequía importante. Había un bosque cerca y a la entrada veía siempre un cartel de esos tan bonitos que tienen una cerilla gigante dibujada y pone “prohibido hacer fuego”. Por otro lado, la siguiente fase de grabación del disco la pasé en Linneo que es (entre otras cosas) un taller de reparación de cachivaches analógicos. Yo había empezado a hacer una canción en plan dub, y un día charlando con la gente de allí me cuentan que tienen por ahí aparcada una mesa de sonido que había pertenecido a Lee “Scratch” Perry, patriarca del dub y el reggae. Este señor estaba como una chota y una vez prendió fuego a su propio estudio. Total: que juntando unas cosas y otras, salió la letra. Cuando me puse a cantarla pensé “dios mío”. Pero fui adelante con todo y si la escucho ahora, a mí también me encanta.

La amalgama de estilos del disco es otra de sus muchas cualidades: ¿qué escuchas habitualmente como aficionada? ¿Hay algún disco o artista (nacional o internacional) que recomendarías últimamente?
Ahora mismo estoy enganchada al nuevo de Cassie Ramone, se llama ‘Sweetheart’, búscalo en YouTube; es maravilloso. Me gustaron mucho el último de Laura Groves (‘Radio Red’) y el de Kacey Johansing (‘Year Away’). El de MGMT es maravilloso. El nuevo de Mount Kimbie también me está molando un montón. Y de aquí… el disco que sacó Florent el año pasado me encantó. El de Alonso es buenísimo también. Todos estos, recomendaría. Y el próximo de Espanto. ¡Y a Sofía!

Creo que hace poco hiciste un directo en Madrid para presentar ‘Los Manantiales’. ¿Qué tal fue la experiencia? Vi una foto contigo y un ukelele. ¿Fue una cosa muy «unplugged»? Y de ser así, ¿cambiaban mucho las canciones de atmósfera, de rollo? En el disco la producción tiene un papel muy importante.
El directo no puede ser igual que el disco. Tampoco es algo con lo que yo disfrute mucho: ni con Clovis, ni cuando tocaba el bajo con Anntona, ni cuando me sacaba Alondra en algún concierto a cantar… A mí me gusta más grabar, y hacer miles de arreglos sin pensar que tienen que sonar después en directo. Aún no me veo haciendo playback ni karaoke. Si viene alguien y me dice “toma 6000 euros, búscate 4 o 5 músicos y empieza a ensayar que tienes un concierto dentro de un mes”, igual me lo pensaría. Como eso no va a ocurrir, si sale algún concierto, será acústico; yo cantando y tocando el guitalele (que no ukelele!), o una guitarra eléctrica. En Madrid la gente se portó fenomenal, súper atenta y muy respetuosa. Fue una sorpresa para mí porque anuncié el concierto prácticamente de un día para otro, algo improvisado, encima en julio que en Madrid ya la gente se empieza a marchar… ¡y resulta que se agotaron las entradas! Yo estaba hecha un flan, claro. Fue muy guay.

Respecto a eso precisamente -producción y arreglos- oyendo el disco me imaginaba un trabajo de orfebrería, despacito, añadiendo un detalle aquí, otro allá… inspirado pero también constante. ¿Fue así la labor de «vestir» las canciones?
Sí. Ten en cuenta que hago todo en soledad, así que por fuerza voy despacio. Tampoco soy músico de conservatorio, no estoy actualizada ni tengo mucha pericia tecnológica. Repito y repito y borro y vuelvo a borrar. Además, compongo y grabo a la vez, en el mismo proceso. No hay maquetas previas, si acaso una nota de voz de 15 segundos en el móvil. Es todo bastante artesanal. En total he empleado un año casi casi a tiempo completo solo en lo que es inventarme las canciones y grabarlas, sin mezclar ni nada. Para el siguiente disco igual me busco una “Wrecking Crew”… y a correr.

¿Producirías discos a otrxs artistas si tuvieses la oportunidad?
Dependiendo del artista, sí. Y sería un desastre porque no tengo paciencia.

“Soy perfeccionista en el sentido de querer que las cosas queden a mi gusto 100%, más que en que algo tenga una factura impecable. Ese tipo de perfección no me interesa”

La portada y diseño son preciosos. ¿Nos puedes hablar del trabajo con Beatriz Lobo? Hace poco te leí en Twitter «protestando» en broma porque hay quien no quita el plástico retractilado del disco y se pierde el bonito acabado mate. Lo primero: bravo por ese mate, hay que reivindicarlo más. Lo segundo: ¿eres maniática o perfeccionista en el aspecto visual de tus obras? ¿Y en el musical?
Soy perfeccionista en el sentido de querer que las cosas queden a mi gusto 100%, más que en que algo tenga una factura impecable. Ese tipo de perfección no me interesa. Yo es que vengo del grunge y del DIY y a veces me da un poco de rabia no tener un sentido estético más desarrollado, una visión más en conjunto de lo que hago. Veo por ejemplo a Rebe, esas fotos de su Instagram, esa performance que hace en directo, esa estética tan definida y reconocible. Me da una envidia total. En cuanto a Bea Lobo, qué voy a decir: que me flipa. Sus portadas de discos y de libros, sus carteles, ella misma como persona. Es un genio, o quizá debería decir que es bastante genialoide.

¿Cómo conseguiste el permiso para utilizar un óleo de Javier de Juan? ¿Conocías su obra, otras portadas… ? Hace poco un amigo me mencionó la portada de ‘Entre flores raras’ de La Unión, también suya, yo no la conocía.
Conocía la obra de Javier de Juan porque mi padre compraba la revista Madriz, y me encantaban sus ilustraciones y sus historias – llegué a forrar alguna carpeta del colegio con ellas. Él hizo la portada de ‘El maldito viento’ de La Unión, creo que fue el primer disco que me compré con mi dinero, y casualmente es mi favorito de ellos. Le había perdido la pista hasta que el verano pasado vi unos carteles suyos en las marquesinas de los autobuses. Me dio un flashazo y le busqué por internet. Le mandé un email y me invitó a su estudio. Me enseñó obras suyas de todas las épocas, yo flipaba porque todo lo que veía me gustaba. Al final entre los dos elegimos ese cuadro que pintó en 1986. Poder usar una obra suya fue determinante para que me decidiera a sacarlo en formato LP. Él me decía “las cosas tangibles son importantes, no puede ser todo digital”. Para mí es un lujo tener esta portada. Tanto Javier como Bea han sido muy generosos. Todo el mundo lo ha sido, realmente: Fino, Andrés Arregui que accedió a tocar el saxo, los de Lovemonk que sacan el disco… a mí se me llena mucho la boca diciendo que lo hago todo sola y es verdad que me cuesta echar mano de otra gente, pero a los que he pedido ayuda me lo han puesto muy fácil. Estoy muy agradecida con todos y con todo lo que va pasando con este disco, de verdad.

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Publicado por
Jaime Cristóbal