Ravyn Lenae / Bird’s Eye

Ravyn Lenae da sus primeros pasos en la música como miembro de Zero Fatigue, colectivo que da a conocer a otra futura estrella del hip-hop, Smino. La joven Ravyn, nacida en Chicago hace 26 años, crece asistiendo a las misas que oficia su abuelo y, de ahí, dice, nace su interés por la música y por escribir canciones. En los primeros años de su carrera, un hueco en la gira de ‘Ctrl‘ de SZA, en la que actúa de telonera y, sobre todo, el EP de 2018 ‘Crush’, producido por Steve Lacy, miembro de otro colectivo de R&B y neo-soul muy querido, the internet y, a la postre, autor del single número 1 en Estados Unidos ‘Bad Habit’, ponen a Ravyn Lenae definitivamente en el mapa.

En 2022, el debut largo de Ravyn Lenae, ‘HYPNOS‘, descubre al mundo a una artista con una gran sentido de la elegancia y sobre todo de la melodía. Canciones como ‘Venom’ o ‘Skin Tight’ se cuentan entre sus primeros grandes aciertos. Su estilo de «R&B alternativo» se amolda a las interesantes propuestas de Kali Uchis, Omar Apollo o SZA y ella, aparte de su gusto a la hora de elegir producciones, está dotada de una fluida y preciosa voz que convierte en oro todo lo que toca.

En otras palabras, Ravyn Lenae debería ser una estrella y ‘Bird’s Eye’, su segundo disco, lo constata. De hecho, ya se codea con la letra media-grande de la industria: el disco incluye colaboraciones de Childish Gambino y Ty Dolla $ign. El primero aparece en uno de los cortes más clásicos, ‘One Wish‘, un caramelo de sunshine soul que Lenae utiliza para reconciliarse con su padre. Ty Dolla, que se apunta a un bombardeo, llámese Kanye West o Anitta, aporta el mejor verso invitado del disco en ‘Dream Girl’, una canción enamorada, con corazones en los ojos, que pasa de la guitarra acústica a la percusión latina sin despeinarse. Ravyn es elegante hasta para eso, pero eso ya lo esperábamos.

No solo el amor ideal -o idealizado- marca el camino de estas once canciones, sino que Ravyn Lenae ha concebido ‘Bird’s Eye’ como un regreso a las raíces, para el que ha necesitado «volver a casa» y explorar los recuerdos de su infancia y adolescencia que más le marcaron para, así, ver su vida con «vista de pájaro» y descargar bagaje. En el electro-R&B de ‘Bad Idea’ pone fin a una relación tóxica, cantando: «Cuando hables conmigo, asegúrate de llegar a la parte en que me has perdido». Aunque Ravyn sigue fiel a la idea del amor que dura «para siempre», como canta en ‘Dream Girl’, entregándose en cuerpo y alma en el reggae endulzado de ‘Candy’, ha aprendido a poner límites. Así, en la pista final, ‘Days’, se da cuenta de que lo único que ha perdido terminando una relación, ha sido el tiempo.

Las diferentes reflexiones de Ravyn Lenae en ‘Bird’s Eye’ sobre la vida o, sobre todo, las relaciones, sean éstas románticas o familiares, se presentan en ‘Bird’s Eye’ desde una variedad de estilos que convierte este disco en una clara evolución respecto al anterior, que era muy bueno pero también más nicho. También porque las composiciones, sin ser en inicio históricas, están muy bien y conforman un repertorio muy sólido. En 11 canciones no hay relleno; hasta un tema menor como ‘1 of 1’ hace cosquillas gracias a sus efectos de producción.

La mencionada ‘Days’ es una cancioncilla de pop-folk que -voluntariamente o no- parece de Tennis… lo cual tiene sentido porque ‘Bird’s Eye’ se abre con una composición que ya no mira a los 70 de Marvin Gaye, sino a los de Fleetwood Mac. En ‘Genius’ Ravyn Lenae subraya la naturaleza del ser humano («nos podemos equivocar, pero no pasa nada») pero no se equivoca en absoluto tirando del sonido de la banda de ‘Rumours‘. Ese tipo de soft-rock le sienta mejor que cuando se intenta poner más dura, como en ‘Love Me Not’, a la que falta garra. Escuchando el tipo de voz de Ravyn Lenae es evidente que a Lenae le sienta mejor un estilo que otro.

El «sweet spot» de Ravyn Lenae vocalmente es ese R&B agridulce melancólico que ya practicaba en sus lanzamientos previos. En ese sentido, la gran gema de ‘Bird’s Eye’ es ‘Love is Blind’, una canción que de hecho incluye la palabra «bittersweet» en su letra, en la que Ravyn asume el fin de una relación: «¿Cómo has podido ocupar espacio en mi mente?» Después, ‘From Scratch’ no solo presenta una melodía escalofriante en el estribillo, guiada por el fantasma de una voz operística, sino que, además, expone la gran lección del disco: «No me arrebates el tiempo, porque es todo lo que necesito». Es el aprendizaje más valioso de la madurez y ‘Bird’s Eye’ supone un gran acompañamiento en esta etapa de la vida, por la que todos pasamos o pasaremos tarde o temprano.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: ravyn lenae