Desde su presentación internacional a finales de los 80, Pedro Almodóvar siempre ha tenido la posibilidad de hacer una película en inglés. Pero fiel a su estilo y visión, no se sentía preparado ni quería caer en las fauces de Hollywood a las primeras de cambio. Más de cuatro décadas después de su debut ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ y tras un par de cortometrajes de preparación (‘La voz humana’ y ‘Extraña forma de vida’), el cineasta manchego se lanza por fin a la piscina con su primer largometraje en inglés, con el que ha ganado el León de Oro en el Festival de Venecia. ‘La habitación de al lado’ es una adaptación de la novela de Sigrid Nunez ‘Cuál es tu tormento’, donde dos mujeres que llevan años sin verse retoman su amistad cuando una de ellas se entera de que la otra está ingresada en el hospital con un cáncer grave.
Tilda Swinton, ya afianzada como chica Almodóvar tras su participación en ‘La voz humana’, interpreta a Martha, una antigua reportera de guerra que acaba de ser diagnosticada con la enfermedad letal, mientras que Julianne Moore es Ingrid, una novelista de éxito.
La manera en la que Almodóvar retrata esta tragedia dista ligeramente de lo que uno podría esperar. El cineasta, tan reconocido por sus grandes melodramas, se muestra aquí sorprendentemente austero, no dejando que en ningún momento la sentimentalidad se apodere del relato (incluso con el amplio uso de la magnífica partitura de Alberto Iglesias). Algo que juega siempre a favor de la cinta, ya que ‘La habitación de al lado’ se engrandece en sus momentos más intimistas, aquellos en los que basta con una mirada de sus excelentes actrices para transmitir todas las aristas y matices del conflicto principal.
La trama es sencilla, pero a nivel temático es una película muy rica, que extrae, partiendo de lo personal, un potente discurso sociopolítico. La muerte acechante, presente en cada segundo de metraje, está retratada como una parte inevitable de la vida, por lo que un sentimiento vitalista recorre el film de principio a fin. Almodóvar defiende el derecho a morirse con dignidad, y en ese discurso, es quizá en el único momento donde se pasa ligeramente con el subrayador. El resto del tiempo, ‘La habitación de al lado’ es una película, aunque muy clara con sus ideas y sin intención alguna de ambigüedades, envuelta en una gran elegancia discursiva y formal.
Se trata de un film que parece indicar el comienzo de una depuración de estilo, aunque es inequívocamente almodovariano. En su primer largometraje en inglés, el cineasta no ha perdido ni un ápice de personalidad ni a nivel estético ni en sus diálogos y personajes. Tanto Martha como Ingrid son dos protagonistas desde ya inolvidables en su universo, y su relación de amistad es uno de los aspectos más bonitos dentro de un guion ya de por sí estupendo. No resulta tan frecuente encontrarse con historias de amistad femenina en la madurez, y ahí es donde Almodóvar encuentra el verdadero corazón de la película. Ingrid entiende que lo único que puede hacer por Martha es pasar el tiempo que le queda junto a ella, ofrecerle su compañía, su cariño. Y ella está ahí, siempre en la habitación de al lado (ya sea de manera figurativa o literal). Ambas actrices se entregan a sus personajes con una delicadeza y una sensibilidad memorables, entendiendo perfectamente lo que su director pretendía. Porque la cinta es, ante todo, una obra profundamente humanista sobre la importancia de escuchar y ponerse en la piel del otro.
‘La habitación de al lado’ es la película más triste y solemne de la carrera de Pedro Almodóvar. También de las más profundas. Con una puesta en escena modesta, con escasas localizaciones y muy pocos actores, el cineasta compone un retrato emocionante y doloroso sobre aceptar el final de la vida.